El próximo año se cumplirán treinta años desde la puesta en marcha de la primera línea del tren de alta velocidad (AVE) entre Madrid y Sevilla. Tras más de 56.000 millones de euros invertidos a lo largo de 3.086 kilómetros, la segunda red más extensa del mundo, los argumentos sociales, económicos y ambientales favorables al modelo español de alta velocidad ferroviaria se han desvanecido a la luz de la evidencia científica acumulada.

Así de contundentes se manifiestan los investigadores de la UPV/EHU David Hoyos, Andoni Kortazar y Gorka Bueno, que en su día ya publicaron un estudio similar, con un balance ambiental negativo de todas las líneas. Ahora, califican la alta velocidad de "ineficiente, injusta e insostenible", y de "sin sentido" el AVE, tal y como recoge su artículo publicado en The Conversation.

Alentar debates

Así las cosas y a estas alturas, afirman que tales conclusiones deberían haber servido hace veinte o treinta años para alentar un debate en torno a la inversión en la alta velocidad ferroviaria, lo que habría permitido abandonar unas inversiones que se han demostrado beneficiosas para las empresas constructoras y perjudiciales para el resto de la sociedad.

Sin embargo, el debate actual no es o no debería ser ése, precisan. "Nada tiene que ver con estar a favor o en contra del tren de alta velocidad como modo de transporte ya que, indudablemente, tiene virtudes, como su rapidez, comodidad y puntualidad", reconocen.

Ahora, el debate necesario y urgente es -en su opinión- en qué medida puede contribuir o no el AVE a la reducción drástica de emisiones. En este sentido, aseguran que no sólo no es la solución sino que la obstaculiza y hace perder el poco tiempo que resta para la necesaria transición ecológica del transporte.

Masivas inversiones

Recuerda el estudiocómo la Comisión Europea declaró 2021 como el año europeo del ferrocarril. El tren, centro de la nueva política de transporte, ha traído inversiones masivas en alta velocidad ferroviaria. Paradójicamente, entre 1990 y 2018, la cuota modal del tren ha bajado del 7 al 6% en transporte de pasajeros y del 10 al 4% en mercancías, argumenta la investigación.

Ineficiente en lo económico e injusto en lo social, el estudio subraya la ausencia de rentabilidad financiera y social de todos los corredores. "La sociedad nunca recuperará el dinero invertido", presagian David Hoyos, Andoni Kortazar y Gorka Bueno. Apuntan, además, que detrás de los resultados se encuentra "una escasa demanda, fruto de una planificación deficiente y alejada de las necesidades, así como inversiones con permanentes retrasos, sobrecostes y corrupción", como han reflejado diversos informes de los tribunales de cuentas europeo y español.

Desde el punto de vista social, concluyen que "la escasa demanda obedece a la inexistencia de una disposición a pagar alta velocidad por parte de los usuarios". Y añaden otra de las consecuencias de las masivas inversiones: "el abandono de la red española de cercanías, que da servicio al 90% de los usuarios de tren".

Igualmente, insostenible en lo ambiental. Dejando a un lado importantes efectos ambientales negativos (ocupación de suelo, efecto barrera, impacto paisajístico, contaminación acústica y atmosférica), el debate sobre el carácter ecológico del tren de alta velocidad se ha centrado en el balance de emisiones de gases de efecto invernadero.

Corredores no justificados

En este sentido, sus defensores argumentan, "con razón", que dadas sus menores emisiones es beneficioso para el medio ambiente. Sin embargo, esos análisis obvian las emisiones asociadas a la construcción de la infraestructura. "Ninguna familia valoraría, por ejemplo, sustituir un electrodoméstico por otro de mayor eficiencia energética sin tener en cuenta el coste del nuevo electrodoméstico", comparan estos tres investigadores de la UPV/EHU. Para ellos, analizar el ciclo de vida es vital, ya que "la amenaza del cambio climático alienta propuestas de energías limpias que, debidamente analizadas, acaban teniendo, incluso un balance negativo", apuntan.

Y es que, el problema "no es solo que algunos corredores no estén justificados sino que, una vez que ponemos en su contexto los resultados del balance climático de la red española de alta velocidad, nos encontramos con que apenas contribuye a reducir un 1% las emisiones anuales totales de transporte, y los resultados empeoran a medida que la red se expande a corredores con menor demanda de transporte", reza su balance.

"La red de alta velocidad apenas contribuye a reducir un 1% las emisiones del transporte"

"Hay propuestas de energías limpias que acaban teniendo un balance incluso negativo"

Investigadores de la UPV/EHU