l verano que acabamos de terminar ha sido, sin lugar a dudas, el peor verano que hemos conocido desde que nos implicamos hace algo más de una década en la lucha contra la LGTBI+fobia en Vitoria-Gasteiz. El balance de incidencias LGTBI+fóbicas recogidas por Ikusgune nos deja un saldo de 12 casos entre agresiones (6 casos), discursos de odio (4 casos) y discriminaciones (2 casos) por orientación sexual o identidad de género en Araba. Con los datos, conocidos por Ikusgune, en la mano podemos afirmar que las agresiones físicas se han incrementado en comparación con años anteriores. En este verano también hemos conocido que Gasteiz, nuestra presumida Gasteiz, encabeza el indice de ciudades del Estado con más delitos de odio por cada 100.000 habitantes.

En infinidad de ocasiones se nos pregunta por las razones de esta situación, de ocupar el primer puesto en este siniestro ranking, creemos que pueden ser tres las razones principales que han provocado que este sea un verano difícil para la diversidad sexo-genérica en nuestro municipio.

La primera sería que vivimos en una sociedad puramente cisheteropatriarcal, que sostiene que la única manera de habitar este mundo es como hombre o mujer, discriminando todas aquellas disidencias que escapan a esa construcción binaria, que además es una sociedad absolutamente heterosexual, donde lo heterosexualidad es la norma, lo normal, y por ende, las personas que escapan a ello son las desviadas, anormales, raritas... Y, por último, patriarcal, porque el sometimiento a la mujer por parte del hombre sigue estando presente en nuestras vidas, en nuestras relaciones.

La segunda es que fruto de décadas de lucha, las personas LGTBI+ hemos conquistado las calles, las escuelas, los centros de trabajo... Que hemos aprendido que, frente a quienes nos dicen que las vidas son privadas y no deben airearse, pero que sabemos gracias al feminismo que lo personal es político y que por eso vamos a seguir luchando por conquistar todos los espacios. Hoy, las personas LGTBI+ somos más visibles, estamos mas empoderadas y no vamos a renunciar a nada de lo conseguido.

Y la tercera razón es que frente a esta visibilidad, la heteronorma se rearma y responde con toda su violencia, como lo ha hecho siempre, para perpetuar sus preceptos y normas, sus privilegios. Para ello utiliza todo lo que esté a su alcance, en una violencia progresiva que va desde la invisibilización, pasando por la discriminación, el discurso de odio, la ridiculización, la mofa, hasta llegar a la paliza o el asesinato.

En este contexto no podemos obviar el avance de la ultraderecha, la connivencia que hacen determinados medios de comunicación que a la busca de un goloso titular, que aumente sus beneficios, confunden intencionadamente libertad de expresión con LGTBI+fobia, racismo u otros mensajes que buscan vulnerar los derechos humanos de determinados colectivos.

En este aciago verano nos han preguntado infinidad de veces por el perfil de la persona que nos agrede, y probablemente cueste reconocerlo y aceptarlo, pero el perfil de la persona que agrede, discrimina y fomenta el odio a las personas LGTBI+ está entre nosotras y nosotros, está en el grupo de WhatsApp de la cuadrilla mofándose de los travelos, está en nuestra familia preguntándole por los novios a la prima lesbiana, está en los departamentos de recursos humanos de la empresa en la que trabajamos discriminando a las personas trans o a quien tiene demasiada pluma y se le nota, está en la ventanilla de la institución obstaculizando el cambio registral de las personas trans, o en ginecología omitiendo que las lesbianas también disfrutan del sexo... Y sí, también está en quienes nos cogen por la calle y nos dan una paliza o nos provocan un miedo aterrador que evita que hagamos uso del espacio público como cualquier otra persona. La LGTBI+fobia, como el machismo y el racismo son violencias estructurales y se deben combatir con voluntad política, sin complejos, sin dudas y con acciones y estrategias que modifiquen de raíz su expansión social.

Nos vamos a negar que ha sido un verano duro, y en lo personal, escuchar cada testimonio, apoyar a quienes lo han sufrido ha sido una labor emocionalmente complicada, y como activistas, además ha sido frustrante tener que soportar toda la violencia que estábamos conociendo. Es indudable que estamos asistiendo a un contexto complicado, y en ocasiones tenemos la sensación de estar poniéndole voz y rostro a la parte más dura de nuestra ciudad, la sensación de estar constantemente lanzado mensajes que pueden provocar un visión distorsionada de lo que es Gasteiz y de lo que son los y las gazteiztarras, y es aquí donde hoy quisiéramos incidir.

El verano que hemos dejado atrás se inició denunciando las pintadas en la Ikastola Umandi, abarrotando las calles pidiendo Xusticia para Samuel, joven gay asesinado en A Coruña, más tarde vinieron las convocatorias de la Coordinadora 28J de Gasteiz, junto a la asociación de vecinas Gasteiz Txiki y Kutxiko Taskeroak, las movilizaciones populares e institucionales en Amurrio tras una paliza a un joven, y lo último ha sido la ola de solidaridad con la joven acosada por portar una bolsa con los colores del arco iris en Zabalgana, y la respuesta popular organizada por la red de Coeducación del barrio y Zabalgana Batuz.

Las gentes de Gasteiz han dicho alto y claro que el odio no cabe en nuestras calles, que las noches y los días, los parques y los bares son nuestros, y esto lo han dicho de una manera determinante como puede observarse en ese bonito gesto de portar bolsas con el arco iris. Y que sirva como dato, no hemos necesitado mercantilizar la lucha LGTBI para ser visibles y hacer frente a la LGTBI+fobia, en esto también Gasteiz es pionera.

Sin duda alguna, frente a ese odio de algunos, podemos estar y estamos enormemente orgullosas de esa Vitoria-Gasteiz, que algunos tratan de seguir pintando de gris, sin darse cuenta que hace tiempo que brilla por su determinación contra el odio. Hoy las calles de Gasteiz son más seguras porque somos más quienes vamos a alzarnos contra el odio a cualquier colectivo, y hoy Gasteiz mola más gracias a quien se pasea por las calles con una de nuestras bolsas, a quien desde la barra de su bar no permite que nadie sea agredida, a quien decide transformar sus barrios en espacios libres de LGTBI+fobia, de racismo, de machismo... A quien difunde las vías de contacto con Ikusgune. Observatorio contra la LGTBI+fobia de Vitoria-Gasteiz, desde las líneas de su periódico, a quien nos abre sus micrófonos, gracias a todas, todes y todos por acrecentar ese orgullo construido colectivamente.

No podemos negar que tenemos un enorme reto frente a nosotras, pero estamos preparadas. Vamos a seguir trabajando, generando alianzas y redes, para que nunca, a nadie más, le de miedo mostrar su cuerpo, expresar sus sueños, o vivir su propia vida.