La ley no obliga su uso en espacios abiertos donde se garantiza la distancia entre ciudadanos. Sin embargo, el uso de la mascarilla ha quedado prácticamente interiorizado en un alto porcentaje de alaveses y vascos y se ha vuelto una imagen habitual ver a la ciudadanía con la mascarilla puesta pese a estar en calles con poca aglomeración.

Lucía Gallego, directora del Laboratorio de Antibióticos y Bacteriología Molecular en la UPV/EHU y profesora, asegura que detrás de esta estampa se esconde el miedo a la normalidad prepandemia. DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA habla con varios ciudadanos y todos ellos aseguran que el uso de la mascarilla es un hábito que ha llegado para quedarse.

"En lugares donde no es necesario, ni tampoco obligatorio, es habitual seguir viendo a la gente con la mascarilla puesta. La ciudadanía la sigue llevando; por costumbre, por prevención. Se ha generado un miedo a volver a la situación de normalidad anterior a la pandemia y la mascarilla ofrece esa sensación de seguridad", explica Lucía Gallego.

Sin embargo, a su juicio, es una sensación de seguridad falsa, ya que no es suficiente esta medida para evitar que los contagios disminuyan. Asegura, por ello, que es "necesario" que la distancia social cale como medida entre los ciudadanos, ya que solo respetando ambas podría evitarse la propagación del virus, según su valoración: "Con una sociedad responsable no creo que quitarse la mascarilla en lugares con poca aglomeración sea la primera causa de la explosión de casos. Esto es una carrera a largo plazo y es importante que la gente entienda que es necesario el distanciamiento social porque esto no se está cumpliendo y es ahí donde estamos fallando". Se refiere a distanciamiento social, por ejemplo, a las terrazas de los bares, los conciertos, o mientras se practica deporte al aire libre; es decir, en lugares donde poco a poco "se ha ido perdiendo" esa medida, especialmente tras la vacunación masiva a los ciudadanos.

De hecho, precisamente, ha sido la vacunación la que ha traído esta relajación de las medidas de seguridad, según opina Gallego, "porque la gente la ha visto como única herramienta". "La vacuna es una herramienta muy importante para frenar la pandemia, están aprobadas para su uso de emergencia y pueden evitar casos graves. Pero esto no quiere decir que sea la única solución", dice. De hecho, asevera que pese a estar vacunados, la enfermedad puede seguir transmitiéndose con facilidad y seguir contagiando a personas vulnerables ya que es efectiva si se respetan medidas de prevención anteriores, "no por sí sola". Por ello, el uso de la mascarilla en lugares aglomerados, la distancia social, una correcta higiene de manos, junto a la vacuna, pueden ayudar a bajar los casos de esta nueva ola, pero "todas las medidas juntas, no solo una", insiste.

Por otro lado, algo que también ha preocupado a la comunidad científica es la propia aparición de la variante Delta que ha tumbado el pronóstico de la vacunación. Esta cepa está arrasando a nivel mundial: es la causante en China del peor rebrote registrado en los últimos meses, supone cerca del 90% de los contagios en Estados Unidos y en el Estado español está impidiendo alcanzar la inmunidad grupal con el 70% de la población vacunada. Araba, Bizkaia y Gipuzkoa no se libran y también ha causado estragos provocando el aumento notable de ingresos en los hospitales vascos.

De hecho, se le atribuye a esta variante el peso del incremento de casos de positivos en la Comunidad Autónoma Vasca en las últimas semanas convirtiéndose en la cepa claramente predominante en Euskadi. Y es en este hecho donde queda reflejada, precisamente, la necesidad de no rebajar las medidas de seguridad contra el coronavirus, según detalla Lucía Gallego. "La vacunación es efectiva y está evitando muchísimos casos de covid-19 de gravedad.

Pero el virus evoluciona, y mientras siga habiendo contagios a nivel mundial, habrá mutaciones. En algunos casos estas mutaciones no supondrán ninguna modificación en la transmisibilidad, pero, en otras, sí, y esto tendrá efectos en la seguridad que ofrece la vacuna, como está ocurriendo con la variante Delta, que no la está cubriendo como se podría esperar", detalla.

Las mascarillas

Actualmente, el uso de la mascarilla sigue siendo obligatorio en cualquier espacio cerrado (de uso público o que se encuentre abierto al público) así como en cualquier espacio que se encuentre abierto al aire libre y no se pueda mantener la distancia de seguridad, al menos, un metro y medio, salvo grupo de convivientes. Por ello, está permitido caminar sin mascarilla en espacios donde quede garantizada la distancia social.

Sin embargo, lo cierto es que "es poco habitual" ver a gente sin mascarilla. En el caso de Roció, Josi y sus dos hijas, Lorena y Sandra, llevan la mascarilla puesta prácticamente todo el día. Son de Navarra y confiesan que cuando están en el pueblo, descansan un poco de ella, pero en la ciudad o visitando ciudades como Gasteiz, quitarse la mascarilla no es una opción: "Me choca ver que la gente lleva la mascarilla puesta por todas partes, indistintamente de si hay gente alrededor o no", confiesa Rocío.

"De hecho, me he quitado un rato la mascarilla para respirar mejor, y en ese pequeño intervalo de tiempo me ha dado la sensación de que la gente que miraba raro por ir sin mascarilla", le responde su hija Sandra. En este sentido, Josi asegura que ve importante llevar la mascarilla constantemente, no solo para proteger a su familia, si no al resto de la sociedad. "Creo que llevar la mascarilla puesta se ha vuelto en una medida bien aceptada por la sociedad y ya estamos muy habituados a ello. No nos molesta y, por eso, me parece importante seguir apostando por esta medida. Es una manera que tenemos de proteger al resto de la sociedad", explica. "En mi caso yo ya he pasado el coronavirus, y aún así me sigo poniendo la mascarilla para proteger a los ciudadanos, me parece una herramienta super importante para que todos sigamos respetándola, aunque no sea obligatoria", dice Lorena.

Cerca de esta familia, Patricia y María, de Madrid y Málaga, se quitan la mascarilla para inmortalizar el momento en una imagen. "Solo es un momento, sacamos la fotografía y nos la volvemos a poner", se defiende Lorena. "No nos gusta estar sin mascarillas. Es cierto que en Vitoria vemos a muchas personas con la mascarilla puesta, pero me pone nerviosa estar sin mascarilla o ver a alguien por al lado mío sin ella", dice. María opina lo mismo: "Es una medida que ya está adaptada en nuestro día a día. ¿Por qué vamos a dejar de usarla si el coronavirus sigue contagiando a los ciudadanos?", concluye.