El sector primario viene luchando en Álava históricamente con los bajos precios que los agricultores reciben por sus productos, y por tanto también por su trabajo, un mal endémico al que hay que sumar las inversiones en maquinaria, fertilizantes, seguros, simientes y otros muchos gastos que apuran hasta el extremo los márgenes de negocio en el campo. Los regadíos, y la electricidad necesaria para bombear el agua de subsuelo, son también una inversión que precisa de fondos, en algunos casos hasta un extremo insostenible.

Es lo que ocurría en Orbiso, donde hasta hace unos años los agricultores pagaban a las compañías eléctricas 25 céntimos por cada metro cúbico que extraían a la superficie, lo que les llevó a tomar una decisión. La comunidad de regantes de esta localidad alavesa se lanzó a poner en marcha una instalación fotovoltaica que a día de hoy, además de contribuir a la implantación de la energía renovable en el territorio alavés, les ha rebajado la factura de la luz de su estación de bombeo de forma considerable.

Las bombas toman el agua desde 120 metros de profundidad y la envían a dos balsas de almacenamiento; la de regadío, situada en el monte y otra, ubicada en las inmediaciones de la planta solar, que se utiliza para abastecer al pueblo, de unos 65 habitantes. El parque fotovoltaico consta de 512 paneles de 2x1 metros que proporcionan 166,84 kilovatios de potencia.

Pedro Chasco, presidente de la Comunidad de Regantes de Orbiso, recuerda cómo la inviabilidad económica de sembrar patata o remolacha en las fincas de su pueblo llevó a los agricultores a informarse, a visitar bombeos alimentados por energía solar en Castilla y León, a realizar un estudio de eficiencia energética con la Diputación y, finalmente, dar el paso. “Ahora hay que pagar la inversión (cerca de 233.000 euros que han sido financiados por la Diputación Foral de Álava y el Ente Vasco de la Energía), pero estamos sobre los 10 céntimos por metro cúbico”, señala.

Antes de colocar los paneles, en Orbiso solo se regaba la trufa, el único producto que por su precio podía permitirse el líquido elemento, y que en todo caso estaba en regresión. La remolacha y la patata la sembraban los agricultores de Orbiso en el regadío de Santa Cruz de Campezo, y ahora, “con estos costes”, estos cultivos tan propios del campo alavés vuelven a crecer en la localidad. Además, surgen más oportunidades, y así hay gente que, además de la trufa, cultiva nogales. “Hay gente que las parcelas del abuelo las está trabajando para estas cosas, y así se fija la población. La verdad es que se ve un poco de alegría, da gusto que haya gente joven que se incorpore al campo y todo ayuda, pero la cosa está bastante difícil”, explica Pedro.

La experiencia, por tanto, ha resultado rentable, y por ello otras comunidades de regantes han tomado nota de la misma y la han aplicado en sus explotaciones.

Javier Araico, presidente de la Comunidad de Regantes de Tuyo, explica que hasta hace un año la decena de miembros de la comunidad afrontaba gastos en electricidad de entre 8.000 y 10.000 euros para sacar agua del subsuelo mediante bombeo. Decidieron entonces, sobre todo a iniciativa de los más jóvenes, “aunque también teníamos dudas”, probar suerte con los paneles.

Hoy siguen pagando elevadas cantidades todos los meses, pero para pagar el préstamo que pidieron para instalar las placas, que amortizarán en cinco años. A partir de entonces creen que cada metro cúbico que salga del acuífero les costará “tres o cuatro céntimos”, en función de otros gastos que puedan surgir, frente a los 15 que abonaban antes. Además, han contado con financiación europea, a través de la Diputación, para poner un huerto solar con cuya electricidad se bombea el agua, que se vierte a una balsa en la que se va almacenando de cara al verano.

“La echamos a andar en marzo del año pasado y este año va a ser el primero completo, a ver qué decidimos, igual hay que ampliar un poco más las placas para que haya más rendimiento”, señala Javier, quien explica que a día de hoy la comunidad de regantes se autoabastece hasta el punto de haberse dado de baja de la compañía eléctrica.

También la Comunidad de Regantes de Arrato, con una superficie regable de 4.080 hectáreas, ha optado por instalar paneles fotovoltaicos con los que alimentar la bomba que extrae las aguas de la depuradora de Crispijana, con un caudal de 394 litros por segundo. Así, los elevados costes en electricidad que se generaban hasta ahora se reducen y además se puede ampliar la campaña de riego, que hasta ahora iba de mayo a octubre.

La instalación fotovoltaica consta de 800 placas, y la inversión es de más de medio millón de euros, pero habida cuenta de que el proceso de tratamiento del agua reutilizada y el bombeo podía llegar a costar hasta 140.000 euros de media al año, el 66% del coste total de la explotación del regadío, el gasto merece la pena.