La Diputación de Álava ha realizado un exhaustivo análisis de todo lo que ha sido la campaña 2020 en los viñedos de Rioja Alavesa, una campaña lastrada por la pandemia y por una climatología que ha obligado a muchos tratamientos de campo para llegar, al final, con una uva en excelente estado.

El principio del invierno y apenas unos días desde finales del año hasta la segunda decena de enero fueron la excepción meteorológica de la estación invernal, en la que el frío apenas se dejó notar, resultando un invierno en su balance final seco y cálido. Las altas temperaturas adelantaron la brotación a mediados de marzo, pero afortunadamente ningún paraje de Rioja Alavesa tuvo registros por debajo de cero grados.

A partir de abril, las lluvias se sucedieron de forma continua con temperaturas elevadas durante toda la primavera. Durante la primavera, las lluvias fueron tan abundantes que doblaron prácticamente las cifras habituales con temperaturas, igualmente, anormalmente altas.

Asimismo, las reiteradas tormentas primaverales con alta disponibilidad de agua y temperaturas elevadas favorecieron el rápido crecimiento de los brotes de la viña, anunciando, ya a primeros de mayo, un año complicado en cuanto a enfermedades fúngicas. Las tormentas frecuentes de mayo dejaron episodios de granizo en la zona más occidental de Rioja Alavesa.

El mes de junio comienza en la misma línea que mayo, con atmósfera agitada, temperaturas muy altas y tormentas con mucha agua, condiciones muy propicias para el desarrollo de mildiu y dificultades para realizar los tratamientos debido al estado del terreno. En una amplia área de Rioja Alavesa se empiezan a apreciar viñedos a principios de junio con daños significativos por mildiu y dificultades de control. Este ataque se convierte en el más precoz y acusado de los últimos años, incluso por encima de lo que fue el de la campaña 2018.

La viña inicia su floración con quince días de adelanto, sobre primeros de junio, coincidiendo la fase de mayor peligro y afectación del racimo por el mildiu con la floración y el cuajado. El 15 de junio una fuerte tormenta de granizo descarga con fuerza en Rioja Alavesa y afecta a dos focos, el de Navaridas-Villabuena-Samaniego y alrededores y el foco de Labastida, este último con menor intensidad.

El 25 de junio se repite otra tormenta de granizo, en este caso, dañando a viñedos en varios parajes de Laguardia, Lapuebla y Elciego, principalmente. Afortunadamente, el tiempo da un respiro durante la floración y primeros días de cuajado, con días frescos y lluvias más intercaladas. Los viñedos ecológicos, que no disponen de los recursos fitosanitarios de la viticultura convencional, son con diferencia los más afectados.

A mediados de agosto, en general, el viñedo presentaba buenas perspectivas. Finalizado el mes, septiembre comienza con temperaturas diurnas en valores normales, con algunas jornadas frías para la época. Durante las fechas últimas de la maduración el tiempo acompaña, lo que permite que la maduración culmine de forma óptima sin indicios de botrytis. A partir de mediados de septiembre, varios días con chubascos ralentizan la vendimia, pero sin efectos contraproducentes en la uva, que se recoge con una sanidad extraordinaria.