La apertura de municipios y territorios vascos va a devolver la tranquilidad, al menos en parte, a los 63 concejos del Ayuntamiento de Vitoria que durante las restricciones han soportado una presión humana sin precedentes. En un tiempo en el que poco más se podía hacer se ha producido un lógico fenómeno de redescubrimiento del campo, que lamentablemente ha venido acompañado de muchos comportamientos incívicos.

Hueto Arriba, a los pies de las sierras de Badaia y Arrato, y muy cerca de la cueva de Los Goros, ha sido uno de los pueblos que más ha sufrido la "invasión" urbanita, como la define la presidenta de su junta administrativa, Emma Muro. "Antes venían cinco en un coche, ahora vienen de dos en dos, aparcan donde pueden e incluso hace dos semanas le aparcaron a uno delante de la salida peatonal, por donde sale la gente de casa", denuncia Emma, quien explica que a raíz del cierre municipal lo que antes solo se producía en fin de semana se ha vuelto algo continuo.

"Es insostenible, yo no voy a Vitoria y aparco donde sea. Nosotros tenemos que sacar unos pivotillos para que no nos aparquen en la puerta", señala Emma, quien denuncia las dificultades que tienen los agricultores para mover su maquinaria entre tanto coche, que incluso pueden encontrar bloqueando la entrada a las fincas.

Para evitar quedar "encerrados" en sus casas han llegado a llamar a la Policía Local, que en alguna ocasión ha controlado la entrada de vehículos al pueblo, pero no se llega a limitar el aforo y ello, además de la aglomeración, tiene consecuencias higiénicas. "Mi marido sale a pasear al monte con los perros y raro es el día que no viene con botellas de plástico y cosas por el estilo", explica Emma, que ha visto bolsas de basura tiradas en la pieza que hay justo al lado de los contenedores de residuos.

Por último, la presidenta del concejo de Hueto Arriba critica que muchos visitantes no hagan uso de las mascarillas en una localidad en la que "la población es más bien mayor y está sin vacunar".

Emma trata de ponerse en el lugar de "la gente con críos pequeños que lleva toda la semana encerrada en casa, igual en un piso pequeño, y tiene ganas de salir a que le dé el aire", pero pide se busque la manera de hacerlo "de forma controlada".

Nieves Quintana, presidenta de Asociación de Concejos del municipio de Vitoria (Acovi) y vecina de Otazu, corrobora el relato de Emma. "Ha sido algo inesperado, inusual, nos ha sorprendido, y no gratamente, el poco respeto que tenemos por la Naturaleza y por las personas que viven en los pueblos", explica.

En lo concreto, habla de perros destrozando cultivos, de coches aparcados en las puertas de las casas, de caminos alterados, y de llamadas a la Policía Local para que controlara la entrada de coches a Hueto Arriba, pero también a Monasterioguren u otros pueblos del municipio.

Disfruta del campo. El Ayuntamiento elaboró un decálogo de buenas prácticas en la zona rural cuyo primer punto habla de disfrutar "desde el respeto a todas las formas de vida" del campo.

Anda por los caminos. El documento pide utilizar solo caminos balizados, no utilizar vehículos a motor en los mismos y respetar la prioridad de los vehículos agrícolas en los caminos de parcelaria.

Respeta lo ajeno. El Ayuntamiento pide no pisar los cultivos.

Circula por donde esté permitido. La circulación de vehículos a motor por el montes suele estar

restringida a personal autorizado.

Atención a las barreras. En muchos montes hay cierres ganaderos con barreras. Es preciso cerrarlas siempre para que los animales no salgan de sus recintos.

Las balsas de riego no son piscinas. El baño en balsas de riego puede entrañar peligro para las personas. Son infraestructuras agrarias que no están diseñadas para el uso recreativo.

No dejes en el campo lo que no quieras encontrar. Los desechos permanecen por años en el campo.

No enciendas la mecha. Evita gestos que puedan dar lugar a incendios como arrojar colillas

sin apagar o hacer fuego.

Marcha al ritmo de la vida. Si vas en bicicleta reduce tu velocidad cuando veas personas, animales, en zonas de baja visibilidad y en los núcleos rurales.

Una experiencia sensorial. Disfrutar del campo depende de cómo nos acerquemos a él. Las prisas nos alejan de vivir una experiencia plena.