- La coincidencia de las limitaciones que está ocasionando la pandemia, a todos los niveles, con las obras que está abordando la Diputación Foral de Álava en los edificios del Parque Lamuza de Llodio, está trayendo muchos dolores de cabeza al equipo de gobierno municipal (PNV- PSE). Las críticas al escaso programa de actos culturales que tiene el municipio, en comparación con otros del entorno, debido a la falta de locales apropiados para reactivar actividad están siendo constantes.

La banda San Roque está siendo una de las más activas en redes sociales a la hora de mostrar su enfado por su imposibilidad de ensayar y actuar, pero no es la única. La situación también ha quedado manifiesta en las protestas de la Gazte Asanblada, que teme no poder volver al Gaztetxe una vez culmine la rehabilitación del complejo que engloba la Casa de Cultura, pese a que hay compromiso municipal de que así sea.

También se manifestaron públicamente al respecto, el pasado mes de diciembre, los agentes culturales que trabajan, desde hace tres años, en el proyecto Kulturkon (ahora Kulturzaleak), demandando a la Diputación y al Ayuntamiento que mientras se desarrolla el proceso participativo "imprescindible" de definición de usos y necesidades de espacios, de cara a desarrollar un proyecto cultural de futuro de alto nivel para Llodio, "no cierren el edificio de la Kultura Etxea a cal y canto. No en vano, supone dejar la cultura "en una situación más que precaria". En este contexto, demandaron estudiar la posibilidad de establecer una intervención en los edificios del complejo de Lamuza por fases, "que permita el uso de diferentes zonas del edificio de manera compatible con las obras".

Una solución por la que también abogan desde Omnia, y de la que su portavoz, Álvaro Barrios, dejó constancia en la comisión de Urbanismo del pasado 18 de enero, planteando que, ahora que aún no ha comenzado la segunda fase, se acuerde con Diputación que ésta se aborde no en su totalidad sino por partes.

De esta forma, "según avanzara la obra, se podrían ir terminando salas y dando acceso a ellas, de manera que se pudieran ir utilizando poco a poco los espacios hasta que en 2023, se finalice con los últimos y ya todo el edificio esté operativo", propuso, de cara a que las necesidades del tejido asociativo cultural y social de Llodio, se vean cubiertas.

Por su parte, los informes técnicos señalan que el edificio principal del Palacio Lamuza "no reúne las condiciones adecuadas para garantizar un uso salubre, seguro y accesible de las instalaciones". De ahí que hayan propuesto que, "de forma urgente, y hasta que no se efectúe la entrega del edificio por parte del ente foral, tras la rehabilitación integral de sus interiores", se cierre el conjunto edificatorio, a excepción de las dependencias empleadas por el Euskaltegi, KZ Gunea y la casa Matriz; así como el entorno ajardinado interior abarcado por el edificio, comprendido entre éste y Aldaikorreka.

El mismo documento instaba asimismo al vaciado de enseres de las dependencias interiores, con turnos y cita previa organizada con los grupos anteriormente albergados en ellas, así como a cortar el suministro de energía eléctrica y de abastecimiento del edificio, salvo las dependencias citadas y la sala de colector y bombas de calefacción.

"Las fotos hablan por sí solas, tras la obra exterior han quedado muy tocados los interiores, y sería muy irresponsable por mi parte poner en peligro a la gente, permitiendo cualquier actividad en las instalaciones; y, aunque se ha reubicado a todos los grupos que trabajaban en ellas y se siguen buscando alternativas, lo cierto es que no disponemos de locales que cumplan la norma básica para garantizar un espacio de salubridad para con la covid-19, es todo muy difícil. Nos ha tocado ser el Grinch de las infraestructuras municipales esta legislatura", reconoció el alcalde, Ander Añibarro, recordando que el pasado junio "ya hubo que cerrar el antiguo edificio consistorial debido a su mal estado".

Esta escasez de locales ha hecho que se baraje un uso compartido, que ya está recogido en la nueva ordenanza de estos espacios, aprobada en pleno en diciembre. En estas condiciones, el concejal de obras, Joseba Amondo, explicó que "muchas veces, son los propios grupos los que rechazan volver a la actividad porque todo el mundo tiene miedo a que haya un brote".

Por lo que respecta a la segunda fase de las obras, que renovará el interior del Palacio Lamuza, tras la remodelación completa del exterior, el plazo que se maneja es "definir los usos que se le va a dar a esos edificios, poder redactar el proyecto definitivo y licitarlo este 2021, para que en 2022 se hagan las obras", adelantaron.

De hecho, este pasado miércoles 27 tuvo lugar la primera reunión en la que el ente foral expusiera su visión de cara a la rehabilitación de los interiores. "Nosotros nos hemos comprometido a hacer aportaciones, trabajando en la recopilación de necesidades junto con Kultur Zaleak, el grupo heredero de SOS Lamuza Parkea, y Kulturkon, y seguimos adelante con la adjudicación de cursos o la licitación de la gestión de la Casa de Cultura, caducada desde 2016", añadió Amondo, dejando claro que la intención es que "según vayan las instituciones superiores levantando restricciones por la pandemia, iremos retomando actividad.