- Esther Unceta-Barrenechea cumplirá el próximo marzo diez años al frente de la Fundación, una institución histórica en Gasteiz que este 2020 se ha tenido que adaptar a las múltiples necesidades derivadas de la pandemia. Sin olvidar algunos de sus programas estrella, como el desarrollo de la responsabilidad social en las cerca de 400 empresas vinculadas a ella, el servicio de compliance o la prevención de riesgos laborales, la entidad está volcando sus esfuerzos en la salud de los trabajadores o la ayuda a los grupos más desfavorecidos.

Pronto cumplirá una década al frente de La Fundación. Ha vivido ya el impacto de una crisis económica brutal, una fase de fuerte recuperación y ahora otra crisis sanitaria, social y económica sin precedentes. ¿Qué balance realiza de esta ‘montaña rusa’?

-Esa montaña rusa es cíclica y ha pasado en todos los momentos de la historia. Nunca sabemos cuándo va a ocurrir la gran debacle, nunca se espera y siempre nos pilla a contrapié. Nunca vienen bien las crisis. La de 2008, que la cogí aquí un poco más tarde, fue muy dura. Muchas empresas cerraron y otras muchas entraron en crisis y perdieron muchos trabajadores. Salimos tarde, pero las cosas empezaron a funcionar bien. Se generaron empresas nuevas y riqueza, había mucho optimismo, se cambiaron algunas maneras de trabajar y se pusieron medidas para no volver a caer en los grandes errores que se habían cometido. En cuanto a la situación actual, es realmente compleja y estamos tratando continuamente de adaptarnos. Nos ha pillado a todos con el pie cambiado y tenemos que resolver muchas cuestiones que van en el propio día a día.

¿En qué se ha volcado durante todo este tiempo la Fundación?

-Hemos hecho una apuesta clara por la salud de los trabajadores, que es un tema clave y nos parece referente. Que una persona se encuentre bien en el trabajo favorece su calidad de vida en todos los ámbitos, también en el familiar o el social. Y eso repercute también en la mejora del clima laboral de las empresas y su competitividad. Hemos dirigido muchos pasos hacia este tema. Nuestro servicio de vigilancia de la salud, que ha ido creciendo bastante en estos diez años, ha sido nuestro servicio estrella durante la pandemia.

¿A qué labores se ha dedicado?

-A través de los médicos y las enfermeras de la Fundación se ha ofrecido un servicio de asesoramiento e información a las empresas, amén de atender todas las situaciones médicas especiales que ha podido haber debido al covid. Los médicos han estado a tope con la compra de materiales en este gran mercado persa en que se ha convertido el mundo. También hemos tratado de resolver todos los problemas de gestión que tenían las empresas con la covid. Se han hecho trabajos específicos o píldoras formativas para ellas, para ver qué tenían que hacer con los EPI, con el mantenimiento de las distancias, los espacios burbuja...

No habrá sido nada fácil...

-Al principio había una gran incertidumbre y mucha inseguridad. Los trabajadores estaban preocupados y la Administración pública tampoco era capaz de atender todas las demandas de la gente.

¿Y cómo están ‘respirando’ ahora, en esta segunda ola, las empresas?

-Están un poco más tranquilas, pero se siguen dando positivos. Nuestros médicos tienen que hacer los rastreos de contactos y también son un problema añadido las cuarentenas de los contactos estrechos. Y para las empresas, dependiendo del sector de actividad, no deja de ser un inconveniente. Pero están concienciadas y saben que tienen que hacerlo así. Están siendo responsables, están notificando los positivos y actuamos con mucha rapidez complementando a la Administración pública.

El impacto económico está siendo la otra cara de la moneda de esta crisis. ¿Qué sensaciones les llegan?

-Depende de los sectores. Hay algunas empresas que ya están saliendo un poco e incluso con oportunidades importantes. El sector de la automoción, que nos aprieta mucho, ha tenido dificultades pero parece que apunta a una salida. Y luego hay otras empresas a las que vemos con más dificultad. Probablemente, empresas que están en mercados realmente parados, como puede ser el mundo de las inversiones en infraestructuras, que los estados están retrasando. En función de los colchones que tenga cada una, pueden tener más o menos dificultad. Hay algunas con esperanzas de salir bien, como las que van con las energías renovables... Y luego el sector de la distribución es irregular, en función de qué tipo de productos trabajen. Las de alimentación están bien... Estamos esperanzados.

¿Pero cree que algunas empresas se quedarán en el camino?

-Sí es cierto que hay algunas empresas que se quedarán en el camino, pero van a ser menos que en la crisis anterior. También es verdad que tienen menos colchón, porque la otra crisis se comió mucho colchón de algunas empresas, pero creo que también venían fortaleciéndose en sistemas de gestión y haciendo las cosas mejor. Aunque este no sea un año bueno y la cuenta de explotación no sea la planificada o esperada antes de esta crisis, las empresas tienen esperanzas en que la mejoría de 2021 sea importante. Sabiendo que vamos a sufrir un poco, pero creo que vamos a salir de esta otra vez como se ha salido siempre.

Se está hablando mucho del sector de la hostelería y de los directamente vinculados a ella. ¿Puede que sean los más golpeados?

-En la Fundación tenemos algo de hostelería, sobre todo de hotelería, que lo está pasando mal, y hablaremos con ellos para ver cómo les podemos ayudar de alguna manera. Dentro de nuestro colectivo es muy minoritario, pero efectivamente será de los muy castigados.

¿Han tenido que recortar o dejar de lado este año algún programa importante de la Fundación?

-Lógicamente, hemos suspendido todo lo que tiene que ver con los eventos. No hemos podido hacer ni el congreso vinculado a la gestión de la edad y la salud ni el evento de empresas, tampoco los premios de empresa... Suspendimos el evento que hacemos para las familias y el programa de filantropía cultural... Sin embargo, hemos incentivado todo el tema de las prestaciones, con ayudas a los colectivos más desfavorecidos, y hemos impulsado ese servicio de asesoramiento a través de los médicos y las enfermeras. No hemos cerrado ningún día el servicio de vigilancia a la salud, y muchas empresas nos han agradecido la atención porque se han sentido verdaderamente cuidadas en estos momentos tan difíciles. Creo que hemos ayudado mucho. Sinceramente, el aporte de la Fundación ha sido de alto valor y muy reconocido. Nos hemos tenido que ir adaptando, brujuleando un poco para ver qué necesidades había y cómo podíamos estar más cerca de la gente. Ha sido un año muy loco.

Y con menos recursos, supongo.

-Con menos recursos y, además, un poco más a salto de mata. Con menos planificación y orden. El nivel de improvisación ha sido muy alto, porque los problemas iban surgiendo en el día a día. Entonces, hay que tener cintura y creo que hemos tenido bastante cintura para adaptarnos a esto.

¿La responsabilidad social empresarial que tanto fomentan desde la Fundación es ahora, en este contexto, más importante que nunca?

-Está claro. Y además, creo que es fundamental nuestro compromiso y el que están teniendo las empresas. Estamos encaminados a trabajar en pos de la sostenibilidad de nuestras empresas, en cómo mejorar los ciclos productivos y organizativos y también las inversiones.

¿Y las empresas, hablando en general, son socialmente responsables?

-Genéricamente creo que sí, pero también se pueden mejorar muchas cosas. Cada uno tenemos que mirarnos, y que a veces alguien de fuera venga y nos diga dónde podemos mejorar, ayuda. Y esta es un poco nuestra función: Sensibilizar sobre todos los aspectos de mejora que puede tener una organización, tanto dentro de su gestión como con sus proveedores y todo lo que se llama sus grupos de interés. Hay grandes cosas que están haciendo muchas empresas. Es evidente que no tenemos que caer en el marketing, porque cuando alguien hace marketing vinculado a la responsabilidad social empeora las cosas y genera rechazo. Hay que hacerlo porque te lo crees. Tiene que haber un convencimiento. A veces nos da la sensación de que las dificultades económicas hacen que se dé un paso atrás en el compromiso, pero tenemos que volver a la senda. Y a veces un pequeño toque de ayuda de entidades como la nuestra es necesario.

Por suerte, tuvieron tiempo para celebrar su 50 cumpleaños poco antes de la pandemia.

-Sí. De verdad, que ni planificadas nos salen mejor las fechas (ríe). Quisimos dejar una impronta y un legado a la ciudad y la provincia con todo lo que hicimos. Y también trasladar un agradecimiento y visibilizar a todas esas empresas y miles y miles de trabajadores que han pertenecido a la Fundación durante 50 años.

¿Qué ha supuesto para la Fundación el traslado a este nueva sede, hace ya algo más de un año?

-Fue también una gran oportunidad que llegó en el mejor momento que pudo producirse. Si el 50 aniversario hubiera sido en estas fechas y hubiésemos tenido que tomar las decisiones que se tomaron en aquel momento, probablemente no estaríamos aquí hoy hablando. Ha sido una mezcla de lo antiguo, de lo moderno y sobre todo de lo funcional. Hemos pretendido abrir la Fundación a todo nuestro colectivo, a las empresas y a los titulares. Ser transparentes, que es nuestra filosofía. Y poder prestar nuestras instalaciones como punto de encuentro para que toda la gente pueda venir aquí y utilizarlas. Para que empresas con dificultades tengan salas de reuniones o videoconferencias... Es abrir la Fundación a todos para que se sientan en casa, porque en realidad es de ellos. Y sobre todo, queremos que sea una fundación dinámica, integral e integradora.

“La situación es realmente compleja y tratamos continuamente de adaptarnos. Nos ha pillado a todos con el pie cambiado”

“Hemos hecho una apuesta clara por la salud de los trabajadores, que es un tema clave y nos parece referente”

“El marketing vinculado a la responsabilidad social empeora las cosas y genera rechazo. Hay hacerlo porque te lo crees”