- A finales de octubre los alcaldes de Orduña, Amurrio y Ayala, y usted mismo, se reunieron con responsables de Renfe y Adif por la disminución de frecuencias que está sufriendo la línea C3. ¿Qué les pidieron?

-En líneas generales, que cumplan con el compromiso adquirido de mejora de infraestructuras y retomen las frecuencias y los servicios ferroviarios que se ofertaban antes del covid-19. Es complicado, porque la pandemia también les ha ocasionado a ellos mismos retrasos en la formación de los nuevos maquinistas que se necesitan para atender todos los servicios diarios de la línea, pero tampoco es de recibo el agravio que están ocasionando a nuestra población. No se puede estar suspendiendo trenes cada dos por tres y, encima, no avisar de ello para organizarte, o hacerlo, pero con continuos cambios en pocas horas que generan en el usuario una indefensión muy importante. Pero bueno, un ayuntamiento no puede hacer al respecto mucho más que lo que hemos hecho: trasladarles el descontento de la población.

¿Por qué es tan importante esta línea de tren para el Alto Nervión, en general, y para Llodio, en particular?

-Igual me tira de las orejas Ramiro (diputado general de Álava), porque soy muy consciente del esfuerzo foral por hacer territorio, pero las distancias geográficas son las que son, la cercanía y comodidad marcan, y Bilbao está ahí, a escasos quince minutos en tren. A Vitoria hay autobuses, pero dan la vuelta a Euskadi que suele decirse y tardamos del orden de 45 minutos, no hay comparación. Somos alaveses pero estamos más cerca de la capital vizcaína. También Oion, por poner un ejemplo, tiene más relación con Logroño que con Gasteiz. Es normal, están más cerca. En este sentido, la gran mayoría depende del tren para todo. Nuestros médicos especialistas están en Basauri y Galdakao. Suspender un tren supone llegar tarde a trabajar, a estudiar, a citas médicas y un largo etcétera.