- LaiaEskola celebra esta mañana el IV Encuentro por la Igualdad en el centro cívico de Iruña de Oca. Se trata de un encuentro en el que se dará a conocer su programación a través de Nerea Melgosa, directora de Igualdad y Derechos Humanos de la Diputación Foral de Álava. Y posteriormente se debatirá una ponencia marco de la mano de Carmen Castro García, para reflexionar sobre Economía feminista. Repensar la sostenibilidad de la vida desde la pandemia.

¿Qué es la economía feminista?

-Es replantear la economía y las relaciones que la sustentan desde un punto de vista feminista, desde donde se está resolviendo y sosteniendo la vida en el día a día. Es un cambio de paradigma total que dirige la prioridad de atención al bienestar de las personas y seres vivos y en la equidad, en la eliminación de la división sexual del trabajo y el cuestionamiento del sistema de relaciones de poder desigual actual.

¿Se puede aplicar a la vida diaria?

-Sí, claro, desde la vida cotidiana podemos ir incorporando pautas de cambio fundamentales como por ejemplo en el consumo, optando por producciones locales, del barrio o zonas rurales próximas, articulando iniciativas colaborativas, redes de apoyo y cuidados comunitarios. También en la vecindad, pactando en el grupo de convivencia los cuidados, las necesidades y la forma de atenderlas, replanteándonos el sistema de autoabastecimiento, el reparto de tareas y tiempos, reconociéndonos desde la autonomía relacional, facilitando que nuestras hermanas, hijas, sobrinas, madres, abuelas pueda liberarse de las trampas patriarcales como la del sufrimiento y abnegación, implicando a los varones como responsables de que esto pueda ocurrir.

Pero las respuestas no solo pueden depender de las respuestas individuales.

-No, no desde ellas ni con pautas de cambio que hagamos en nuestro día a día. Es imprescindible una respuesta institucional desde la justicia redistributiva, facilitando condiciones materiales, energéticas, económicas y sociales para sostener la vida en condiciones dignas.

La economía feminista ¿es la alternativa al actual sistema? ¿Serviría para la transformación del patriarcado o el machismo económico de la sociedad?

-Estoy convencida de que la economía feminista, ecologista y anticolonial son alternativas necesarias para salir de este sistema machista, heteronormativo y depredador de la vida.

¿Solo el trabajo remunerado es trabajo? ¿Qué es entonces el trabajo doméstico que siguen haciendo las mujeres mayoritariamente?

-Gran parte de las actividades que realizamos son trabajos, los hay remunerados e incluso reconocidos oficialmente; la mayor parte de los trabajos que contribuyen al cuidado de la vida, al desarrollo personal y social, al bienestar emocional, a la producción de alimentos, etc., no están remunerados y en gran medida son realizados por mujeres; forman esa parte de la economía invisibilizada que no se tiene en cuenta desde la economía convencional, aunque es la base de todo.

Todas las actividades, hasta la prostitución, aportan cifras al PIB. ¿Cómo habría que valorar el trabajo que se realiza en casa y qué supondría si ese trabajo fuera merecedor de un pago por parte de la pareja o el Estado?

-Me pregunto por qué seguir acudiendo al PIB para medirlo. Ese parámetro solo mide el crecimiento de la economía y por lo tanto deja aspectos fundamentales sin recoger. Necesitamos otros indicadores que no solo dejen datos monetarizados, sino también de factor humano. Ha habido algunas experiencias para tratar de valorar este trabajo doméstico. En el País Vasco se realizaron algunos estudios para tratar de buscar una valorización a ese trabajo y su repercusión en el PIB. Al final, la pregunta que se hacían para valorar era ¿cuánto nos costaría ese trabajo si tuviéramos que acudir a contratar en el mercado? Y así salieron porcentajes como el Euskadi, que supondría un 30-32 por ciento del PIB, o el 50% de Galicia.

¿Pero eso está incompleto?

-Si, son intentos de medir, pero no tiene mucho sentido. Es difícil. En la década de los 70 hubo campañas por introducir el salario doméstico y se cerraron sin más, no porque se hubiera resuelto la cuestión. Después, en la crisis de 2008 se ha reabierto el debate a causa de la situación económica y lo que está claro es que habrá una generación sin prestaciones por la falta de trabajo o por la falta de cotizaciones.

¿El sistema de cuotas en política o en el trabajo es un postureo?

-Podríamos valorarlo como una forma de diluir la sobrerrepresentación masculina, garantizando un mínimo de presencia femenina; en este sentido, lo vinculo más con el principio democrático de representación proporcional lo que, si bien es algo necesario, no significa que se estén aplicando políticas transformadoras o feministas, ni mucho menos que sea suficiente para cambiar el estatus quo.

No se avanza demasiado en la equiparación salarial, pero tampoco en el acceso de la mujer a estudios o trabajos que parecen reservados a hombres. ¿Son razones económicas las que limitan la equiparación salarial real?

-El trasfondo es más profundo; la misoginia está muy arraigada y casi nos hemos acostumbrado a convivir con ella. Se percibe en hechos como que los trabajos que aportan un mayor valor social al bienestar de las personas, fuertemente feminizados, como hemos comprobado durante la pandemia, sean los que menor valor económico y monetario reciben.

Se habla de un aumento de actitudes machistas entre los jóvenes.

-Creo que se está dando una involución, que tenemos tendencias contradictorias. Es verdad que vamos avanzando pero hay factores que están condicionando esos pasos hacia adelante en elementos tan normales como la música, las películas, etc. No creo que esa involución sea mayoritaria, pero la realidad es que está presente en muchos momentos del día a día.