os tractores con sus remolques, las furgonetas con los temporeros y un nuevo aroma que parece inundar de mosto las calles de los pueblos de Rioja Alavesa conforman la estampa anual de la vendimia que se encuentra ya en su momento más pleno y acercándose este fin de semana a los 40 millones de kilos fermentando ya en los depósitos.

Una de las imágenes de la vendimia son los trabajadores, los temporeros, que acuden a Rioja Alavesa desde muchos rincones del mundo. Muchos de ellos acuden a la llamada de la UAGA, que cuenta con un veterano programa de contrataciones coordinado con las administraciones, tanto el Gobierno Vasco como la Diputación Foral y la colaboración de los ayuntamientos. De hecho, buena parte de la actividad de la sede de la UAGA en Laguardia está dedicada durante cerca de seis meses a esa tarea, tanto de contrataciones como de visitas a instalaciones para poder garantizar que los alojamientos reúnen todas las garantías.

Pero también hay muchos temporeros que acuden, solos o en cuadrillas, para trabajar siempre con los mismos agricultores o bodegueros, generando casi unas relaciones de amistad y en la mayoría de los casos habiendo llevado a sus contratadores a tener habilitados durante todo el año unas instalaciones para que puedan alojarse, tanto en la vendimia, como en la poda o los desnietes o esperguras.

Uno de estos grupos, integrado por cuatro personas, lo forman Abderraman, El Madani, Ismael y Mohamed, que se aloja en la antigua bodega de Loli Casado en Lapuebla de Labarca, casi en lo más alto del barrio de las bodegas de esta localidad. Y es que sobre la bodega se construyó un pequeño edificio que se acondicionó en su momento para poder albergar a los trabajadores que acuden a las tareas agrícolas. Es, además, el primer alojamiento que recibió el certificado de idoneidad por parte del Gobierno Vasco, hace ya unos cuantos años.

"Yo vengo desde hace 14 años" comenta Abderraman, que actúa como portavoz del grupo de marroquíes que trabaja con esta familia de bodegueros. Reconoce que se crean lazos de amistad con Jesús Astorga y Loli Casado, porque en su caso pasa el año trabajando entre Lapuebla de Labarca y Leza y en otras localidades, cuando le llaman.

Es un poco el cabecilla del grupo, el encargado, de una cuadrilla de ocho trabajadores, aunque están divididos en dos grupos a causa de la normativa sanitaria del covid-19. Para alojarse se reparten entre dos alojamientos: uno el de Loli Casado en Lapuebla y el otro en el albergue de Leza. A la hora de trabajar "nos encontramos en el campo. Ellos vienen en su coche y nosotros en el nuestro y trabajamos juntos. Luego, cada uno vuelve a su alojamiento".

La organización de cada jornada responde a rutinas que el encargado, por sus conocimientos del lugar y de la familia, va indicando en coordinación con los propietarios de la bodega. "Como soy el que más tiempo llevo aquí intento ayudar al jefe (a Jesús). Yo conozco el trabajo, las viñas y el cómo nos movemos. Me pongo en contacto con el agricultor y con los compañeros y así lo intentamos hacer de una manera mejor cada vez".

Durante las tareas de la vendimia, Abderraman comenta que "nos levantamos más pronto para desayunar, relajarse un poco, para que estemos en forma". Por aquello de la responsabilidad, "yo me levanto durante esta temporada a las seis y cuarto, me arreglo, desayuno, despierto al resto de compañeros y a las ocho y cuarto nos subimos al coche para ir a trabajar a las viñas que toque cada día".

Luego las rutinas se repiten. Se trabaja a destajo y "cuando se llena el remolque paramos un poco para tomarnos un té, un café o lo que sea, o un almuerzo, y luego seguimos hasta la una o las dos, depende del día y del trabajo. Si ves que a la una puedes parar porque ya tienes el remolque lleno y la parcela terminada, que ya no te queda nada, pues comemos a la una". Tras la comida, lo normal es volver al tajo para trabajar hasta las cuatro de la tarde, generalmente, aunque varía de las "tres y media a las cinco de la tarde". A partir de esa hora regresan al alojamiento para "relajarnos, descansar y prepararnos para el día siguiente". La tarde la dedican a ese asueto y también para realizar las compras que necesiten.

Esa jornada la acuerdan previamente, tras manifestar el grupo cual es su intención de trabajar. "Si llegan las tres y media o las cuatro de la tarde y hay que tirar un poco más, lo decidimos nosotros, los trabajadores, porque si han empezado a las ocho de la mañana a esa hora ya estás agotado y tienes que parar".

Abderraman lleva 13 años y el resto de la cuadrilla que se aloja en Lapuebla también tienen veteranía: cuatro años uno, tres otro y dos años el más joven. Todo el grupo reconoce que se sienten cómodos en el alojamiento que se les ha facilitado por parte de Loli Casado, que "además tiene muy buenas vistas y me siento muy bien aquí", comenta uno de ellos.

Este año ha sido singular por toda la normativa que han tenido que aplicarse para evitar riesgos con el coronavirus, aunque este grupo, en concreto, tomó la decisión de no someterse a las pruebas PCR que realiza el gobierno vasco entre los trabajadores temporeros. "Nosotros hemos renunciado a las pruebas. Como nos vemos con salud decidimos no hacerlas porque no veíamos la razón al no tener síntomas ni nada. Nos basta con tomar la temperatura, que está todos los días bien".

Lo que sí han realizado, aunque de forma telemática, son los cursos de riesgos laborales. "Claro que los hacemos, aunque este año no han venido a darnos la charla en la sede de la Cuadrilla de Rioja Alavesa. Nos mandaron un video, lo hemos visto todos y ya sabemos cuales son los riesgos que debemos evitar".

Lo que no tienen son relaciones con otros grupos de temporeros, porque "está la campaña, sabemos que es un trabajo duro y por eso limitamos los movimientos, especialmente este año, que es diferente por la pandemia".

Y las relaciones con la familia llevan el mismo tono. Abderraman tiene familia en Rioja Alavesa, hermanos, ya que reside en Leza y han venido otros familiares, pero su esposa e hijos permanecen en Marruecos. Los otros trabajadores, también con sus familias en el país africano, pasan el año recorriendo las diversas campañas agrarias por el territorio nacional. Uno acaba de llegar de Valencia, de Onteniente, de trabajar en la naranja y la mandarina, y es el que sí tiene la familia residiendo allí y luego él se mueve por el territorio. Otro procede de Alicante, donde también aguarda su familia, y el tercero acaba de llegar de Murcia. Todos reconocen que al acabar la temporada viajan a su tierra, a Marruecos, para poder disfrutar de sus familias que aún viven allí. Pasan tres o cuatro meses y regresan para comenzar los nuevos ciclos del campo.

Es la forma que tienen de ganarse la vida y se sienten afortunados por ello. Y se sienten así, especialmente, cuando "te encuentras con agricultores que reconocen el esfuerzo y el trabajo de lo que haces nos sentimos bien y conformes, como es el caso del lugar donde ahora estamos. Igual queremos más (comenta riéndose), pero eso es lo normal. De todas formas, en estos momentos, estamos conformes con lo que nos pagan, porque nos sentimos bien y estamos bien tratados. Estamos tranquilos, no con gente que igual te ofrece más, pero luego o no te paga o no te trata bien". Y confiesa que, después de tanto tiempo "somos casi amigos, porque son gente que vas y vienes y te encuentras con ellos y siempre te tratan bien.

Al igual que este grupo, en diversas bodegas de Rioja Alavesa se alojan otros muchos trabajadores en instalaciones que se han ido adecuando. Son los casos de Marqués de Riscal, bodegas Ostatu o Torre de Oña, entre otras. Casi todos los que acuden son ya fijos de otros años y eso genera un clima de seguridad y confianza que evita conflictos como sucede en otras zonas del país.

Según los datos facilitados hace unos días por el diputado general de Álava en su visita a la vendimia, a Rioja Alavesa acuden alrededor de 2.500 personas a trabajar en la vendimia. El año pasado fueron 603 los contratos que gestionó UAGA. El resto son trabajadores fijos de otros años o que acuden directamente a la bodega para ofrecerse o son contratados por los agricultores, incluso en La Rioja. Por procedencias, el año pasado el 76% estaba integrada por trabajadores de África del Norte, el 16% de África subsahariana, el 4% de otros países -Pakistán, Ecuador, Rumanía o Portugal- y el 4% eran trabajadores de otras zonas del Estado.

En cuanto a las condiciones de trabajo, en el caso de Rioja Alavesa, los salarios que oferta UAGA son mejores que en otros territorios del territorio español y suelen coincidir con los que pagan agricultores y bodegueros que contratan directamente. En el territorio alavés, UAGA había establecido un salario bruto para esta campaña de 7,80 euros/hora. En los casos de trabajo a destajo el salario del trabajador fue de 48,53 euros/ tonelada y, en el caso de utilizar cajas de 9 a 15 kilos, se pagó a 69,76 euros/ tonelada.

Son unas cifras mejores que algunas zonas del Estado, aunque al otro lado de los Pirineos la hora de trabajo está mejor pagada, a 10,03 euros la hora. Además, la jornada laboral es allí de 35 horas semanales y a cada hora extra, hasta las 43, se le aplica una mejora salarial del 25 %; porcentaje que llega al 50 % a partir de las 43 horas semanales.

Respecto a sus garantías laborales, desde 2013 existe un convenio colectivo para el sector del temporerismo en Álava, firmado por los sindicatos, y donde se establece tanto la obligación del alojamiento como las condiciones que deben reunir para albergar a estos trabajadores. También sigue vigente el IV Plan integral de atención al trabajo temporero 2017-2020 y existe una Mesa de atención al trabajo temporero en el que están representados UAGA, las diputaciones de los tres territorios, el Gobierno Vasco, Hazi, la subdelegación de Trabajo de Álava, los sindicatos, incluso UGT, Cáritas, Eudel y la Cuadrilla de Rioja Alavesa.

La normativa exige que estos alojamientos deben contar con agua, luz y ventilación directa, servicios de cocina e higiénicos. Los dormitorios deben disponer de un mínimo de superficie de cuatro metros cuadrados por cama o litera de dos alturas, y de cinco metros cúbicos de volumen por usuario y dispondrán de armarios o taquillas para ropa. No podrán ser utilizadas zonas de paso para la instalación de camas. En los alojamientos para más de ocho personas debe haber aseos y dormitorios separados para mujeres y hombres.

Los servicios higiénicos deberán disponer de lavabos, duchas e inodoros a razón de uno por cada ocho personas. La cocina deberá tener un sistema de captación y extracción de humos y estarán dotadas de cocina, frigorífico y de los útiles de cocina necesarios. Y debe existir un salón o zona de estar. Todo ello con calefacción y con enfermería o botiquín en el caso de instalaciones capacitadas para albergar a 30 personas o más.

A estos requisitos se suman este año los establecidos en el protocolo de actuación para la contención del covid-19 en actividades de trabajo temporal agrario en la comunidad vasca, en la denominada Estrategia Euskadipreben 2020.

"Es un trabajo duro y por eso limitamos los movimientos, especialmente este año"

Temporero en Rioja Alavesa