- Continuando con su vocación de innovación, como desde su creación, Bodegas Muro, de Lapuebla de Labarca, acaba de sacar al mercado cuatro nuevos vinos, pero en esta ocasión bajo el nuevo parámetro de calidad de vinos de paraje. Es una apuesta para tiempos difíciles que encontrará, sin duda, buena respuesta por parte de los consumidores que miran al vino como un compendio de cultura e historias.

El afán por innovar le viene a esta bodega desde antiguo. Fue una de las primeras de la comarca, en el año 1985, en transformar los viejos depósitos de hormigón y colocarlos de acero inoxidable, una buena idea en una instalación que, como relata uno de los hijos del creador de la saga, llamado también Miguel Ángel (los otros hermanos son Víctor y Laura), era la mejor para una bodega alargada y excavada bajo la colina. De hecho, aunque ya no lo necesita, se ha conservado un larguísimo pilar en el centro de la sala de depósitos.

Aquellos primeros depósitos llegaron desde Albacete, con la chapa de acero plana, y se soldaron en el interior de la bodega, posteriormente. Otros más pequeños llegaron completos y conforman la actual instalación, que comenzó siendo un pajar del abuelo materno y terminó como bodega, en aquel tiempo la mayor de Lapuebla de Labarca, por la iniciativa del padre de los actuales responsables.

Hubo más iniciativas con el paso del tiempo y la última -de momento- ha sido la elaboración de cuatro vinos de parcela. Uno se llama San Julián y “es un vino que ya se estaba elaborando, con uvas procedentes de un viñedo muy viejo, de 90 años. Está en el barranco de San Julián y se cuida sin herbicidas, de manera muy natural. Se elabora el vino en tres depósitos diferentes: uno de cemento, pequeño, material al que están volviendo muchos bodegueros; en una tina de acero forrada de madera y en un barricón enorme. Es un vino de semimaceración carbónica en el de hormigón, la maloláctica, una vez prensado, lo realiza en la tina y, una vez filtrado, en el barricón.

Su historia es que las uvas proceden del mencionado barranco, pero de tres parcelas pequeñas, cerca unas de otras, y Muro lo pone en valor al comentar que por allí paso Ignacio de Loyola, en la peregrinación que dio lugar al Camino Ignaciano. A ese vino se le ha dado el nombre de Amenital, que procede del Así sea.

Un segundo vino de parcela es Regreso al palomar Es un homenaje al primer viñedo de los padres, que se llamaba así, y que posteriormente se fue ampliando. Allí quedó una choza del abuelo, agrega Miguel Ángel, que tiene 90 años en la actualidad, y que hincó aquellas plantas. Es “un retorno a la familia, como lo muestra en la etiqueta, porque lo cuidaron mis padres y por eso lleva su imagen, lo mismo que la choza y las palomas”.

Un tercero es el Apolinar dream, de ahí el nombre. Ese vino se ha elaborado solo tres veces. La tierra está en la zona más alta del término municipal, en una colina que se eleva casi hasta los 600 metros, donde se pone la balsa de regadío y allí hay unas terrazas que montó el bisabuelo Apolinar hace unos 120 años. Ese monte se llama Mesamayor, pero la gente lo llama monte Apolinar porque allí puso viñas y olivos. A los vecinos les llamó la atención por las dificultades que presentaba el cuidado de aquello pero lo sacó adelante con tenacidad. Por eso el vino se llama El sueño de Apolinar-Apolinar dream. En la etiqueta aparece una llave antigua, que se cree que era de la caseta del bisabuelo, una herradura en homenaje al ganado con el que se trabajaba antaño y unas manos que eran la antigua herramienta en el campo.

El cuarto vino de parcela es el Peña del escorpión, con mucha pendiente, terrazas algo más amplias que en el de Apolinar y un terreno en el que había muchos escorpiones”. Viendo cómo era el terreno, lo que quisieron fue transmitir los peligros en los que vive el agricultor “aunque ahora los peligros son el clima, el terreno y el poder vender el vino. Y este año se han juntado los tres peligros, porque el lugar es difícil, nos han caído dos piedras que se han llevado la mitad de la cosecha y nos ataca el mildiu y las ventas… ¡Qué voy a decir de las ventas este año!. Por eso se llama Peña del escorpión…”.

Relata Miguel Ángel Muro que estos vinos ya se hacían, pero la principal novedad es que “ahora se les dota de una historia, como se hace en la Borgoña francesa y frente a lo que hacen grandes bodegas de juntarlo todo”.

A estos vinos de parcela y con historia, Muro añade un vino elaborado con uva maturana. “No lo llamo parcelario, porque pertenece a tres viñedos, pero es un monovarietal de una variedad que se extinguió y que además es polémica porque se descubrió en Rioja, pero genómicamente estaba en Francia, en un banco, aunque en ese país no existía ni una sola cepa de esa variedad”. Rioja empezó a elaborarla y los franceses se dieron cuenta de que era una variedad con un potencial muy importante y “la han puesto como autóctona en Burdeos, aunque nunca existió allí esa variedad”.

El asunto no termina ahí, ya que un investigador suizo de variedades está llegando a la conclusión de que “las variedades francesas más importantes, como son la cabernet franc, que es la madre de todas, la merlot, que es una de las hijas, la souvignon y la maturana, pertenecen a la zona del País Vasco. La zona de txakoli, el txakoli antiguo, genómicamente, son los padres de esas variedades”.

Miguel Ángel Muro comenta que con la pandemia les ha ido muy mal a muchas bodegas. Ellos venden directamente y el parón les ha afectado. Por eso apuestan para salir adelante por estas iniciativas y se muestra agradecido al Gobierno Vasco “porque sí nos ha ayudado. Se nota que son empresarios. Han mostrado una sensibilidad especial por las dificultades que atravesábamos las empresas vascas. Entre las ayudas para retrasar pagos y el apoyo para lograr financiación estamos sobreviviendo, pero está siendo duro”.

1985

Esta bodega ubicada en Lapuebla de Labarca decidió cambiar los depósitos de cemento por otros de acero inoxidable.