Los corazones de los asistentes a la comisión de ayer de Políticas Sociales en el Ayuntamiento de Vitoria se encogieron al escuchar el relato de Francisco, un vecino de más de 70 años de Zaramaga, que aprovechó el turno popular de esta sesión para contar cómo a su mujer le habían denegado una plaza fija en un comedor social del barrio, alegando que Lucía, como se llama ella, tiene un 90% de visión reducida, al entender que no era el más adecuado para el grado dos de dependencia que padece su esposa, también septuagenaria, por lo que les obligaban a estar separados durante el turno de comidas del mediodía, puesto que a él sí que le habían aceptado la petición que previamente habían solicitado. "Estamos sorprendidos y vamos a intentar revisar su caso para ver qué es lo que pasó", anunció el edil del área, Jon Armentia, en cuanto el propio afectado acabó de contar toda esta situación vivida.

Como explicó Francisco, durante el turno de la asociación vecinal Bizigarri, los problemas de este matrimonio, de 72 y 74 años, respectivamente, comenzaron en julio de 2017 cuando se vieron en serias "limitaciones físicas" para poder hacer la comida en su propio hogar, tras la afección de su señora. "Me acerqué al centro sociocultural de mayores de Arana y, con mi tarjeta de socio, me concedieron la asistencia al comedor los días que podían tener libres y en los que no tenían sitio, nos mandaban al Adurza".

Así estaban -recordó- hasta que "por fin" se decidió ampliar el número de personas beneficiarias en el comedor social de Zaramaga, donde acudieron con gusto al ubicarse en su propio barrio. "Pero al ver que ella ya no se podía acercar a una cocina, al tener un 90% de baja visión, decidimos que lo mejor era estabilizarnos allí, solicitando una plaza fija, dos meses después, y pagando como todo el mundo, y es cuando me vino esta notificación del Ayuntamiento", lamenta Francisco.