Es tímida. Tanto que apenas sale del agua para tomar esporádicamente el sol y para investigar su terreno si es que se trata de un espécimen aventurero. El resto de congéneres procura pasar desapercibido. Quizás es la mejor manera de salvar los peligros que acechan a los pocos ejemplares que quedan. De ahí que la buena nueva sea, cuanto menos, esperanzadora. No en vano, expertos del Centro de Estudios Ambientales (CEA) del Ayuntamiento de Vitoria han localizado en el entorno de la capital a dos poblaciones de galápago leproso, una especie autóctona protegida. En concreto, las campañas de investigación dirigidas por el herpetólogo Xabier Buenetxea han detectado a un grupo en el tramo medio del Zadorra -en el entorno del meandro de Aramangelu- y a otro en Salburua. Se da la circunstancia de que desde que en el año 2008 el Departamento municipal de Medio Ambiente comenzase a monitorizar los ejemplares existentes en el Anillo Verde, ésta es la primera vez que se localizan individuos de esta especie -catalogada como vulnerable- nacidos en el entorno.

Además, se trata de la primera vez que se constata la reproducción de estas tortugas en las últimas décadas en Euskadi. Este hecho, unido a que la población de galápagos gasteiztarra es la más abundante a escala autonómica y a su grado de amenaza, permite afirmar a los estudiosos que el entorno vitoriano es ahora mismo clave para la supervivencia de esta especie a escala regional ya que, de momento, no se conocen otras poblaciones reproductoras.

Pese a la localización de ambos núcleos, lo que los científicos aún no han logrado aclarar es si en realidad se trata de una única población puesto que a través de ejemplares marcados se han podido constatar movimientos de interconexión entre ambas zonas. Además, y dado que el galápago leproso también es usado como mascota, pudiera ocurrir que los ejemplares observados en el municipio provengan de sueltas de particulares. De una manera o de otra, según fuentes del CEA, es una muy buena noticia la captura de este pequeño galápago nacido en el año en la laguna de pluviales de Salburua, un lugar idóneo ya que la vegetación densa le ofrece refugio y defensa. La peculiaridad del hallazgo radica, precisamente, en que esta especie tiene serios problemas para reproducirse en el medio natural.

Según el CEA, queda por delante continuar con la labor de inventariar las poblaciones, con la de control de sus competidores -galápagos exóticos liberados tras haber cumplido su papel de mascota-, y con la de refuerzo de las campañas de concienciación ciudadana. No en vano, los principales enemigos para la supervivencia de las poblaciones de este tipo de galápagos son la degradación de su hábitat natural, su captura como mascota y la competencia de especies introducidas por el hombre, como la tortuga de orejas rojas.

Los galápagos leprosos, biológicamente conocidos como mauremys leprosa, son semiacuáticos y autóctonos de la Península Ibérica, aunque también se pueden encontrar ejemplares en el sur de Francia, Portugal, Marruecos, Argelia y Túnez. Acostumbra a vivir en masas de agua dulce como ríos o pantanos, o como la estructura laminar de balsas en Salburua. Allí se alimenta de ranas, tritones, caracoles, insectos, gusanos, pequeños crustáceos, pequeños peces o sanguijuelas, entre otros, aunque puede ingerir alimentos de origen vegetal.