El papel del entrenador no siempre está justamente valorado, es más, cuando las cosas en un equipo no van como deberían, el míster suele ser la cabeza de turco para intentar reconducir la situación. Sin embargo, cuando un conjunto navega a toda vela, ¿son justamente recompensados? Y por ir bien, no solo es en referencia a los títulos o ascensos, sino que también a las salvaciones o al aceptar situaciones difíciles de reconducir. El Deportivo Alavés a lo largo de su historia ha vivido todo tipo de sucesos, algo que conocen muy bien los ex entrenadores presentes (José Luis Etxebarria, José Manuel Esnal Mané, Emilio Quílez e Iñaki Ocenda).

Unas situaciones delicadas que bien conoce Emilio, "para ser exacto hasta en cinco ocasiones ha estado cerca de desaparecer el club, en el año 34 por primera vez, o en los años 40 donde casi desciende a Regional o en el 86 donde se desciende por ser un club moroso. Sin embargo, el Deportivo Alavés siempre ha resurgido, como el himno de Donnay y es que hay que tener en cuenta que otros clubes no lo han conseguido".

En esos momentos de debilidad es cuando un entrenador también demuestra su calidad y amor por el club, como bien hizo Iñaki, quien dio un paso al frente "cuando entrenaba al cadete e intenté aportar lo que pude para reconducir al equipo. Al final, si eres alavesista lo intentas dar todo por él. Aunque las situaciones no fueran las idóneas en mis diferentes etapas, ni como entrenador ni como jugador, el club siempre ha resistido hasta la fecha y el poder celebrar los 100 años es un hito por todo lo vivido".

Sin embargo, y como bien conoce todo el mundo, hay grandes momentos a lo largo de la historia de este club. Unas temporadas que bien recuerda Mané y lo que más resalta de todo lo logrado, no es lo deportivo, sino que "lo mejor que te puede ocurrir es que el vestuario sea una familia, con sus correspondientes competencias, porque el rendimiento siempre será bueno si hay compañerismo".

Eso sí, el entrenador que llevó al equipo a la tan mítica final de la UEFA, también recuerda su anterior y primera etapa como míster albiazul. "El propio José Luis me presentó al presidente después de un partido en San Mamés y al poco tiempo ya estaba en Vitoria y entrenando a Iñaki. Sin embargo, la temporada fue convulsa con huelgas, porque los jugadores estaban sin cobrar". El propio Emilio elogia muy bien a su compañero, recordando que sabía gestionar muy bien el vestuario. "Mané llevaba muy bien a los jugadores. Aún me acuerdo cuando el ex presidente Antón se dirigió a él en la previa de su primer partido y le dijo no sé si es carne o pescado, en referencia al equipo".

En cuanto a las anécdotas, Coque es una Biblia andante y por ejemplo nunca se olvidará de sus comienzos, "soy socio del Deportivo Alavés desde los 8 años y ahora ya tengo 81 y todavía me acuerdo del día que debuté y en el que además metí dos goles de cabeza a Txopo, guardameta del Basconia de Vizcaya, algo que no se ni cómo pudo ser teniendo en cuenta mi estatura".

Desde entonces, han pasado muchos entrenadores por el banquillo albiazul, es más, algunos ni han llegado a estrenarse, "aquí hay místers que no han empezado ni la temporada, como Marciano García Arroyo en el año 64, cuando Juanito Urquizu le sustituyó", recuerda la enciclopedia Quílez.

Como curiosidad, resulta que Iñaki tuvo la suerte de poder estar bajo las órdenes de los otros tres ex entrenadores presentes, de quienes resalta que "Emilio es una persona vigorosa e insistente, mientras que Mané es más calmado y metódico, y José Luis tiene esa cercanía que tan bien le representa. Al final cada entrenador tiene su librillo".

Muchos entrenadores, pero también muchos recuerdos para la galería que bien arrebatan sonrisas a los ex entrenadores al recordarlas, como en la temporada 70/71 cuando "en la categoría regional jugaron un partido en Pleamar en Ondarroa y la marea era alta y el agua entraba en el campo", afirma Emilio. Un recuerdo tiene entre ceja y ceja Coque, ya que "le dije al entrenador que me negaba a jugar, porque era muy pequeño y ese día el agua tenía mucha fuerza y me iba a ahogar", afirma entre risas, quien también rememora "cuando se fue a Bilbao a pedir dinero y Juan Arregui bajó un león para dárselo al Athletic".

Lo que está claro es que a pesar los vaivenes que ha sufrido el club de Mendizorroza, eso no ha hecho más que reforzar el gran activo del Alavés que no es otro que su público, señala Mané, "porque todo eso ha reforzado el apoyo social, ya que si algo ha demostrado Vitoria es que son un afición que siempre ha estado ahí. Esa viveza y sentimiento no se ve en todos lados y esos sentimientos se están transmitiendo de los más mayores a los pequeños".

"Todo lo que ha vivido el club, no ha hecho más que reforzar el apoyo social. Unos sentimientos que se están transmitiendo de los más mayores a los más pequeños"

"A pesar de todas las veces que ha estado cerca de desaparecer el club, este siempre ha resurgido como el himno de Donnay y eso hay que tenerlo en cuenta, porque otros clubes no lo han logrado"

"En la temporada 70 le dije al entrenador que me negaba a jugar en pleamar en Ondarroa, porque el agua entraba en el campo, tenía mucha fuerza y pensaba que me iba a ahogar"

"Cada técnico tiene su librillo. A mí me han entrenado los tres y Emilio es una persona vigorosa e insistente, mientras que Mané es más calmado y metódico, y José Luis tiene esa cercanía que tan bien le representa"