rimero se llevaron a los judíos, pero a mí no me importó porque yo no lo era…, Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde”. Qué más da que este poema sea de Martin Niemöller o una adaptación de Bertolt Brecht. El poema tiene una clara concordancia a lo acaecido con el presidente Dmitry Piterman, de infeliz recuerdo, durante su trienio negro al frente del Deportivo Alavés.

El ucraniano, itero lo de infeliz recuerdo, fue recibido en Vitoria y por el mundo albiazul en loor de multitudes. Algunos, muy pocos, denunciaron pronto su catadura moral y anunciaron veladamente, porque solo se intuía, hasta donde iba a llegar el nuevo gestor del Deportivo Alavés SAD. Muchos, casi todos, miraron para otro lado. He presenciado cómo hijos de políticos correteaban por el césped de Mendizorroza después de un partido oficial, mientras su padre conversaba amigablemente con el presidente ucraniano. Tampoco le importaba. Piterman, aún, no le había puesto en su diana. Aplausos, palmadas, lisonjas, fiestas, recepciones, agasajos, convenios, subvenciones…, todo estaba perfectamente pergeñado para atender las necesidades de Dmitry y sus acólitos.

Cuando se dieron cuenta, ya era tarde. El 26 de febrero de 2006 el alavesismo de a pie, los albiazules sencillos y amantes de su Glorioso Deportivo Alavés dijeron ¡Basta!. Salieron a la calle para manifestarse y denunciar, a quien quisiera escucharlos, la gestión de Piterman. Pero ya era tarde. Todo seguiría siendo tarde. El club, en junio de 2007, no lo iba a conocer ni la madre que lo parió. Hubo que rescatarlo poco después. El 26 de febrero, a las cuatro de la tarde, cerca de 5.000 personas se encontraban en la Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria, respondiendo a la convocatoria realizada por diez peñas albiazules contra Piterman.

La inmensa mayoría portaba símbolos albiazules, bufandas, camisetas, gorros, banderas, y todos caminaban detrás de una pancarta en la que se leía un lema: Alavés gare Dimitry kanpora (sic) (Somos el Alavés Dimitry fuera). En la marcha también se observaban más pancartas, con otros epígrafes. Desde el lugar de salida, la Plaza de nuestra patrona, los manifestantes recorrieron las calles Prado, Magdalena, Plaza de Lovaina, Madre Vedruna, Avenida de Gasteiz, Portal de Castilla y Paseo de Cervantes, hasta llegar a Mendizorrotza. Antes de finalizar la manifestación se detuvieron frente a uno de los negocios de Gonzalo Antón, anterior presidente, para recordarle la decepción de todo el alavesismo por la venta del club al ucraniano.

La ley de la oferta y la demanda, según Antón. ¡Cosas de las SAD!. En Mendizorroza la gente no entró a la hora al partido, se jugaba el Deportivo Alavés- Racing de Santander (2-2). Esperó diez minutos para afluir al Estadio y mostrar ante las cámaras de televisión el vacío de sus gradas, como demostración de su repulsa a un ucraniano, reitero de infeliz recuerdo, que había usurpado, con su dinero, un club modesto pero noble, y cuya afición no estaba preparada para aguantar tanta insensatez y crispación. Era la temporada 2005-06, el equipo competía en Primera y la afición albiazul ya estaba harta.

Tras la mejor racha de la temporada hasta entonces, 3 victorias, 1 empate y 1 derrota, Piterman, en vísperas de enfrentarse al Real Madrid el 18 de febrero, decide cesar a Juan Carlos Oliva. Porque el que manda es el que pone el dinero, como recalca en una rueda de prensa posterior al cese celebrada el 21 de febrero. En la misma, además de meterse con Mané y con algún periodista, reitera su ideario conciliador: “Siempre hay un borracho o un subnormal que se pone detrás del banquillo”. Los ataques iban creciendo. Pocos ya le reían las gracias. Se empezaba a no mirar a otro lado. ¡Pero ya era tarde!.

Pese a tanta crispación había partido de fútbol en Mendizorroza. El Deportivo Alavés, tras adelantarse en dos ocasiones en el marcador, Nené y Aloisi, empataba (2- 2) con el Racing de Santander, volviendo de nuevo a ocupar una de las plazas de descenso.

“Esta protesta no me merece ningún respeto. No me pueden

exigir nada. Los únicos que están capacitados para requerirme algo son los accionistas. Mi gestión económica es meritoria y ofrecerá beneficios (sic). Son 500 peñistas los que se van a movilizar (sic)”.

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