a vuelto. El Glorioso y modesto conjunto albiazul ha regresado. La Primera División ha dejado un hueco en la temporada 1954-55, para que el recio y viril conjunto albiazul "recuerde las glorias de aquel gran Deportivo Alavés", tal y como reza su himno. Nadie se ha vuelto loco por el ascenso. Ni el presidente Carlos Caballero, ni sus directivos, ni los aficionados y tampoco ese viejo zorro plateado que responde al nombre de Manolo Etxezarreta. El irunés, criado en una de las cunas más representativas del fútbol español, que se ha hecho hombre cerca de René Petit, de los hermanos Regueiro y de tantos otros grandes que un día vistieron la sagrada camiseta del Real Unión, tiene los pies en el suelo. Brillantemente ha logrado el campeonato de Segunda, grupo I, y el ascenso a Primera al final de la temporada anterior, con un pragmatismo futbolístico digno de enseñarse en cualquier curso de entrenadores.

Manolo no tiene conocimientos de psicología ilustrada, pero la emplea. Cuando ve a su grupo, a sus muchachos, un poco decaídos, tiene la solución. Los jueves, día del partidillo semanal del equipo, manda a sus chicos dividirse en dos grupos, dependiendo de la pensión dónde vivan. Los de la Pensión Ustaran (vizcaínos) contra los de la Pensión Bujanda (guipuzcoanos) disputan un partido a cara de perro. Cuando finaliza el entrenamiento viene el premio para todos. La plantilla se acerca a una sociedad o txoko vitoriano y allí van a devorar un excelente menú que se ha encargado de preparar el propio míster. Y el domingo a correr como diablos. El equipo de la temporada 1954-55 es prácticamente el mismo de la campaña precedente. Refuerzos ha habido pocos, pero de calidad, por lo menos eso es lo que piensan los rectores albiazules.

Han llegado Kaiku (Eibar), un medio defensivo; los delanteros Wilson y Roth (Real Madrid), merced a las excelentes relaciones que mantienen los albiazules con el conjunto de la capital de España; los extremos Erdozia (Juventud OAR), un campeón del mundo juvenil, e Iborra (Mirandés). En la plantilla quedan futbolistas de calidad como Berasaluce, Gorospe, Ibarra, Primi, Etxaniz, Etxeandia, Erezuma, Sanz€, mimbres para encarar la Liga con la esperanza de la salvación. Bajan dos y promocionan otros dos, en una Liga de 16 conjuntos.

Los comienzos son duros: goleadas en Bilbao (4-0), Coruña (3-0), Valladolid en casa (1-4). Un punto sumado de diez jugados, pero nadie se pone nervioso. A raíz de la victoria en la sexta jornada sobre el Hércules (2-0), los albiazules toman aire y acto seguido vencen al Sevilla (1-2) de Helenio Herrera en Nervión y empiezan a sumar puntos, a escalar posiciones en la tabla y a marcar goles. En esta faceta, en la de marcar goles, se distingue un gallego de Barco de Valdeorras (Ourense) que, por raro que parezca, se llama Wilson y se apellida Jones. Wilson, cedido por el Real Madrid, hace honor a la fama que le precede y ve puerta con facilidad. Lleva 11 goles marcados en la 23ª jornada, habiendo jugado 15 partidos. Una media que no está nada mal.

En la jornada 24ª, los albiazules visitan al Espanyol en su feudo de la Carretera de Sarrià. Ambos equipos ocupan puesto de promoción, adelantando los pericos a los albiazules en un solo punto. El Deportivo Alavés pierde por un contundente 4-1, pese a que Wilson logra el momentáneo empate (1-1) en el minuto 37. Habrá que seguir peleando para buscar la salvación, cosa que se logrará cuando agonice la Liga. El gol de Wilson entra en los libros de historia del Deportivo Alavés. El gol del gallego significa el número 100 del conjunto albiazul en Primera División, en una lista que firmó por vez primera el 7 de diciembre de 1930 Manolo Chipirón Olivares.

Las crónicas llegadas a Vitoria crearon confusión con la auditoría del gol albiazul. Wilson lo aclaraba en el Pensamiento Alavés: "La pelota vino de la derecha y la recogí en el centro, batiendo a Marcel Domingo. Es mi 12º gol".

Wilson Jones se proclamó máximo goleador albiazul en la temporada 1954-55, marcando 17 goles en 22 partidos. Su media 0,7727 goles por encuentro es la mejor media de la historia goleadora albiazul en Primera, si exceptuamos al vitoriano Murua, un partido, un gol.

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