Es innegable que el favor de la grada se gana sobre el césped; pero, cuando el Deportivo Alavés ficha a un futbolista argentino o uruguayo, Mendizorroza ya empieza a hacerse a la idea, incluso sin saber siquiera cómo juega, de que en su figura puede haber un nuevo ídolo al que llevar en volandas. Y tiene sentido, pues varios son los albicelestes y charrúas que han dejado una huella imborrable en el club babazorro.

Lo positivo, en la línea de lo anterior, es que esa tradición que tuvo su punto más álgido en los 2000, cuando históricos de la talla de Herrera, Astudillo, Desio o Iván Alonso defendieron la albiazul, sigue siendo una realidad a día de hoy. Algo que, en mayor parte, se debe a la bendita obsesión de Sergio Fernández con el mercado de Latinoamérica, el cual acude cada año a valorar in situ alrededor del mes de marzo. 

Así llegaron, en su día, Nahuel Tenaglia, Carlos Benavídez y Joaquín Panichelli y del mismo modo lo ha hecho Tomás Conechny este verano. Una apuesta que saldrá mejor o peor, ya que todo dependerá de su capacidad de adaptación al fútbol europeo; pero en la que, como se ha comentado al principio, el mero origen invita al optimismo. Sobre todo, tras escucharlo derrochar ambición durante su presentación con el Alavés. 

Durante la misma, el atacante de Comodoro Rivadavia no solo se mostró muy ilusionado por portar el escudo del Glorioso y disfrutar del ambiente de Mendizorroza, sino que, además, se atrevió a decir que su propósito es llevar al conjunto albiazul “a lo más alto de Europa”. Sueña en grande, y eso, siempre que no se olvide la meta principal, es muy importante, pues solo así puede uno romper con lo establecido.

Ahora mismo, el Alavés cuenta con tres futbolistas argentinos –ahí, por nacionalidad, también podría meterse el canterano Adrián Rodríguez– y un uruguayo. Un grupo, por ende, bastante numeroso dentro de la plantilla de Luis García Plaza y que, como curiosidad, también conforma el cada vez más popular club de mate. Raro es el día en Ibaia en el que no se le ve a alguno de ellos con dicha infusión en las manos. 

Carlos Benavídez, durante las pruebas físicas de esta semana. Alavés

Ese número, asimismo, puede ir a más este verano. Conechny ha abierto la veda y otro albiceleste que suena con mucha fuerza es Matías Moreno, propiedad de Atlético Belgrano. El central, promesa del país, ve con buenos ojos recalar en Mendizorroza, pero resta que el intenso tira y afloja entre la entidad gasteiztarra y la cordobesa llegue a buen puerto. En una situación similar, cabe recordar, está también Facundo Garcés y está por ver si Giuliano Simeone vuelve tras los Juegos de París.

Existe, igualmente, la posibilidad de que los fervientes del mate pierdan ligero protagonismo, sobre todo si ninguno de los tres mencionados acaba recalando en el Alavés este verano. Esto se debe a que Joaquín Panichelli tiene bastante papeletas para salir cedido a una categoría inferior en busca de minutos, tal y como manifestó Sergio Fernández hace varias semanas, durante el desayuno informativo con los medios. 

PASADO ILUSTRE

Otro argentino ilustre, además de los ya citados (Herrera, Astudillo y Desio), que defendió la zamarra albiazul en el pasado es Jorge Valdano. Lo hizo, eso es cierto, antes de convertirse en la estrella que llegó a ser, pero siempre ha recordado con mucho cariño de aquellos años en Vitoria (1975-79). Mucho más recientes, y sin tanto nombre, son Bernardello, Calleri, Battaglia o Escalante, por ejemplo.