Los futbolistas que abandonan el Deportivo Alavés por la puerta de atrás no suelen brillar en sus nuevos destinos, pero siempre hay excepciones. Una de ellas es Ermedin Demirovic. El delantero bosnio ha cosechado ya doce goles y seis asistencias como capitán del Augsburgo alemán esta temporada y, siendo el quinto máximo artillero de la Bundesliga, se está convirtiendo en uno de los principales objetos de deseo de los clubes más potentes del país. 

La actual, cabe mencionar, es la cuarta campaña consecutiva de Demirovic en la máxima categoría de Alemania. Debutó en la misma con el Friburgo, donde, pese a no lograr grandes números –ocho dianas en 60 apariciones–, sí dejó buenas sensaciones durante dos cursos, y tanto este ejercicio como el anterior los ha jugado en las filas del mencionado club de Baviera, quien lo incorporó al finalizar su contrato en el Europa-Park Stadion. 

Más allá de sus cifras de la vigente temporada, lo que más está llamando la atención en la Bundesliga son sus cualidades. Es un punta fuerte, capaz de ganar muchos duelos, pero que también destaca por su velocidad y el talento que atesora en sus botas, además de una notable definición que va mejorando con el paso de los años. También baja a recibir y hace jugar al equipo; no es de esos delanteros que están permanentemente dentro del área.

Sobre su etapa en el Alavés, lo más reseñable es que, tras aterrizar en Mendizorroza procedente de las categorías inferiores del Red Bull Leipzig, consiguió disputar un total de seis partidos oficiales con el primer equipo, tres de ellos en Primera y los otros tres en la Copa del Rey. Abelardo Fernández, en el ejercicio 2017-18, fue el entrenador que le hizo debutar y apuntaba maneras –registró cuatro goles–, pero todo terminó torciéndose. 

Según lo que trascendió por aquel entonces en los medios, el entorno del futbolista presionó para que tuviera un papel más importante en el Glorioso y, al no estar dispuesto a ofrecérselo, Demirovic salió cedido en hasta tres ocasiones, sacando nulo provecho de todas ellas. Primero marchó al Sochaux, cuyo proyecto fue un fracaso en su totalidad; después al Almería, de Segunda; y, finalmente, al St. Gallen suizo, en un movimiento extraño. 

Ante ese escenario, en el que el futbolista serbio no quería seguir en Vitoria-Gasteiz y tampoco sus periplos por Europa estaban siendo positivos, el Alavés optó por venderle al Friburgo en el verano de 2020. La operación, si bien hoy su valor es mayor, no fue mala teniendo en cuenta las circunstancias, pues el traspaso se cerró en alrededor de cuatro millones. Había potencial, pero todo hacía pensar que como albiazul no iba a desarrollarse. 

DNA Demirovic celebra con Wakaso uno de sus goles como albiazul.