El Deportivo Alavés dio un golpe sobre la mesa en su visita al Sánchez Pizjuán y volvió a saborear un triunfo lejos de Mendizorroza en la máxima categoría tras 811 días de letargo. En un choque de alto voltaje en la incesante lucha por la permanencia, el Glorioso fue capaz de reponerse a la remontada local y cosechó tres puntos balsámicos a base de carácter, pero también rigor y criterio en las fases con el balón.
El escenario obligaba al cuadro de Luis García a dar el do de pecho y no temblar en un estadio volátil. El Sevilla tenía marcado en su calendario la visita de la escuadra vitoriana como una final anticipada. Ídem con el Alavés, que necesitaba transformar sus positivas sensaciones en puntos tangibles.
El ímpetu hispalense se evidenció tras el pitido inicial en un inicio de partido en el que el Sevilla no dejó de merodear el área de Sivera. Jesús Navas envió al larguero un potente disparo desde fuera del área, pero el acto de fe de los pupilos de Quique Sánchez Flores se vino abajo tras la solvente respuesta albiazul.
Una vez superado el predecible arreón del Sevilla, el Alavés encontró los espacios entre las líneas e hizo méritos como para ampliar todavía más el resultado del marcador. De hecho, el Glorioso encontró desde su carril derecho el punto débil del anfitrión y Carlos Vicente se erigió como un incordio para Kike Salas y Adrià Pedrosa. Además, la polivalencia de Nahuel Tenaglia volvió a resultar decisiva en un constante litigio ante arietes potentes al espacio como Rafa Mir y Mariano.
La pizarra, a escena
El Deportivo Alavés deshizo el empate a través de la estrategia a balón parado. La pizarra, determinante en los partidos de máxima igualdad, surtió efecto ante un rival endeble en taras defensivas y que cometió numerosos despistes en los marcajes. Buena prueba de ello es que Tenaglia irrumpió sin oposición en el área pequeña y abrió la lata tras un saque de esquina medido y tocado previamente por Guridi. El tercer y último tanto, protagonizado por el capitán Duarte, también llegó tras un córner en el que el almeriense entró en segunda línea de manera imparable.
El Deportivo Alavés protagonizó anoche una oda a la resiliencia. Primero por la capacidad para rehacerse del volcánico arranque de partido propuesto por el Sevilla y, después, por su entereza para no decaer tras el empate hispalense. El Sánchez-Pizjuán se convirtió en una caldera tras la igualada de Ocampos desde los once metros, pero lo cierto es que el plantel babazorro se creció en la adversidad.
Lección aprendida
Y es que los últimos precedentes no auguraban precisamente un desenlace esperanzador. Contra la Real Sociedad la victoria se escurrió en los últimos compases y, anteriormente, el Real Madrid también rescató los tres puntos de Mendizorroza en el epílogo.
En esta ocasión y tras haber aprendido de todas las lecciones, el Glorioso cosechó tres puntos titánicos para ampliar el margen respecto al descenso y dejar diezmado a un rival directo como el Sevilla. El Deportivo Alavés, en alza tras derrotar al Real Betis en Copa, prolongó su dulce estado de forma ante un rival necesitado de victorias y obtuvo el espaldarazo anímico necesario para afrontar los próximos dos compromisos en plena confianza.
Después del ilusionante enfrentamiento copero del martes ante el Athletic Club, en el que presumiblemente habrá rotaciones, al equipo de Luis García le depara una final anticipada el próximo viernes ante el Cádiz, donde quedan en juego más que tres puntos y el 'average' particular entre dos rivales directos.