El Deportivo Alavés cayó preso de sus fantasmas en el derbi ante el Athletic. El conjunto vitoriano tenía por delante el exigente reto de mantener sus solventes sensaciones como local ante un rival en alza y que, además, es uno de los dominadores de la categoría en el juego de transiciones y en los partidos de alta tensión. Sin embargo, el Glorioso estuvo lejos de ofrecer su versión más fidedigna en Mendizorroza y fue apeado, de manera impasible, por un rival eficaz en las dos áreas.

El cuadro vitoriano tuvo el ímpetu de ser el protagonista con el esférico, pero las novedades en el once no acabaron de impregnar el equilibrio demandado sobre el tapete de Mendizorroza.

La baja por lesión de Antonio Blanco propició un inevitable cambio de cromos en la sala de máquinas del conjunto albiazul. En este sentido, la apuesta de Luis García fue la de confeccionar un doble pivote con Benavídez y Guevara e introducir en la zona del mediapunta a Ianis Hagi, quien hasta la fecha tan solo había actuado como revulsivo y era el teórico encargado de encontrar la plasticidad en los últimos metros.

Sin embargo, los reajustes en la zona central del Alavés no obtuvieron el resultado esperado puesto que el Athletic dominó la zona de creación durante la primera mitad.

El triángulo formado entre Ruiz de Galarreta, Mikel Vesga y Oihan Sancet generó un mar de dudas sobre los centrocampistas albiazules, quienes tan solo pudieron perseguir sombras en la primera parte. La imprecisión en los pases y en la presión de balón desbordó al Alavés, que contó con la chispa de un solo hombre. El oasis en el desierto albiazul fue, de nuevo, Álex Sola, el más insistente y eléctrico para los de Luis García.

Kike García logró acercarse con mayor peligro al área rival en la segunda parte Jorge Muñoz

Tras la reanudación de la contienda, el Glorioso, ya con Guridi en la medular, dio la sensación de haber aprendido la lección del primer asalto. El ataque albiazul recuperó la fluidez de los últimos precedentes en Mendizorroza y el gol del empate estuvo muy cerca. No obstante, cuando el Alavés encontró a su referencia ofensiva, Kike García, apareció Unai Simón como un muro imbatible. Los acercamientos sobre el área rojiblanca dieron moral al conjunto vitoriano y el encuentro entró en un terreno de ida y vuelta con los cambios de Abde Rebbach y Samu Omorodion.

Mazazo 

Pero la crudeza del fútbol se volvió a cruzar por el camino del Alavés, que encontró su mejor versión durante veinte minutos del segundo tiempo. Tras un contragolpe trenzado de manera impecable por Williams, Oihan Sancet entró en segunda línea para batir a Sivera sin oposición e incrementar la renta en el casillero. Aquel tanto, en el último cuarto de hora de juego, cayó como un jarro de agua fría para la escuadra albiazul, que insisitió sin premio en un segundo asalto donde se echó en falta la circulación de balón y la claridad entre todas las líneas.

El Alavés trató de igualar el pulso, pero la falta de precisión mermó las aspiraciones de un equipo alicaído en las postrimerías del duelo. El Glorioso, que mantuvo su feudo imbatido desde el pasado mes de diciembre, cayó derrotado ante el Athletic en un asalto en el que dio la sensación de que el equipo fue a remolque durante gran parte de la contienda. 

No solo las nuevas variantes en la alineación del Alavés resultaron ser insuficientes, sino que, cuando mejor parecía estar el Glorioso, el cuadro rival aprovechó su verticalidad para asestar el zarpazo definitivo.