De albiazul. Así fue como Mikel Antón, un ferviente aficionado del Deportivo Alavés, completó el pasado domingo la archiconocida media maratón de Nueva York. Una prueba en la que cualquier atleta, tanto profesional como popular, sueña con participar, pues recorre paisajes icónicos que quedan grabados en la memoria, pero que para este laudioarra fue si cabe aún más especial, sobre todo al celebrarse el 19 de marzo, Día del Padre. 

Cada uno de los 21 kilómetros que avanzó Mikel desde Brooklyn hasta Central Park, atravesando el famoso puente de Manhattan, fueron un homenaje a su aita, Emilio Joaquín Antón Serrano, quien falleció el pasado mes de enero. Antón, así le llamaban, defendió la zamarra babazorra durante cuatro temporadas, entre 1960 y 1964, y esa etapa le marcó para toda la vida, tanto que no dudó en transmitir el sentimiento alavesista a su familia.

Joaquín Antón, junto a Juan Gorospe, durante un partido con Mendizorroza a rebosar. Cedida

Todos mis amigos eran del Athletic, lo normal en Laudio. Sin embargo, mi aita me llevó de niño a Mendi y, desde ese momento, no pude pensar en otro club que no fuera el Glorioso. Y eso que no eran tiempos sencillos, ¡eh!, yo he visto jugar al equipo en Mutriku, Zaia, Aretxabaleta y muchos campos perdidos de la mano de dios. Aun así, pese a ser el más raro del pueblo, disfruté sobremanera de aquella época”, recuerda Mikel. 

En las historias que Antón le contaba a su hijo cuando era pequeño, siempre destacaba el ambiente que se vivía en La General, llena hasta la bandera cada domingo, y también la buena relación con compañeros como Juan Gorospe, Aramburuzabala y otros históricos, si bien es cierto que nadie le marcó tanto como el entrenador Román Galarraga, a quien reconocía como su “padre futbolístico”, según explica Mikel. 

Joaquín Antón, nacido en Barakaldo, pero destinado a la capital alavesa para realizar el servicio militar, fue reclutado por el Glorioso a través del mítico José Luis Menoyo y, a lo largo de las cuatro campañas que defendió el escudo babazorro, siempre fue titular indiscutible. En su palmarés, asimismo, puede encontrarse el ascenso a Segunda División del ejercicio 1960-61, cuando los albiazules tuvieron que pelear con el CD Vitoria.

Joaquín Antón, junto a su hijo Mikel, en un partido de veteranos entre el Alavés y el Athletic. Cedida

Pues bien, una de las zamarras, auténticas joyas en la actualidad, que utilizó su aita durante su etapa en el Alavés fue, precisamente, la que se enfundó Mikel para correr la media maratón de Nueva York. “Es una camiseta única, con el dorsal cosido en cuero y un notorio olor a añejo. Tuve claro que sacarla por última vez, además en un evento tan especial, era la mejor manera de homenajearlo; ahora la quiero enmarcar”, admite. 

Esto último, eso sí, no fue lo único que le recordó a él a lo largo de la hora, 25 minutos y 55 segundos que tardó en acabar la prueba. “La carrera tiene partes muy marcadas. Yo esperaba terminar en 1:30, no obstante, superado el kilómetro 14, empecé a sentirme muy bien y nadie más pudo pasarme. Cuando adelanté a un chaval con el número 26, cumpleaños de mi aita, sentí algo dentro de mí. Me lo tomé como una señal para seguir empujando”, apunta.

ALGO MÁS QUE UN HOBBY

Su pasión por el Deportivo Alavés, y el pasado de su aita sobre los terrenos de juego, hizo que, durante muchos años, el hobby de Mikel Antón fuera el fútbol. Sin embargo, cuando se marchó a vivir a Ciudad de México por trabajo, empezó a interesarse por los maratones y la oportunidad que estos le brindaban para viajar por Estados Unidos. La última prueba en la que ha participado es la New York City Half Marathon, vistiendo en ella la zamarra albiazul, pero antes ha corrido por Detroit –es fan de los Pistons–, San Francisco, Houston, Los Ángeles y otros lugares del territorio americano, por lo que se trata de algo más que una simple afición. Ahora bien, ninguna de las carreras anteriores, ni las que llegarán en el futuro, serán tan especiales como la mencionada del pasado 19 de marzo, cuando salió desde Brooklyn hasta llegar Central Park, atravesando el famoso puente de Manhattan, en homenaje a Antón.

HOMENAJE EN 'MENDI'

Por otro lado, es digno de mención que este bonito reconocimiento que le hizo Mikel a su aita estuvo precedido por otro muy especial. El club no se quedó al margen y, antes del duelo ante el Ibiza, se acordó de Antón. “No lo esperábamos, y nos hizo mucha ilusión. Yo no pude acudir, pues vivo lejos, pero nos invitaron al palco y a mi hermano le otorgaron una placa conmemorativa. Detalles así son los que te hacen ser aún más del Alavés”, confiesa.

Mikel, en concreto, reside en Ciudad de México, donde trabaja desde hace más de una década, y sufre más al Glorioso de lo que lo hacía cuando vivía en Laudio. “Lo más duro es no poder ir a Mendi cada dos semanas, eso está claro. Además, aquí no es fácil seguir la Segunda División, no hay ninguna plataforma oficial y, por ende, estás obligado a tirar de medios poco convencionales, con su habitual mala calidad y retardo en la señal”, comenta.

Aun así, trata de no perderse ningún partido del Alavés y, pese a que los resultados no están acompañando al equipo últimamente, sigue confiando en el ascenso: “Si Luis García dice que vamos a subir, no nos queda otra que apretar los dientes y creer. Es cierto que las dos primeras plazas se están poniendo difíciles, y el play off me da mucho miedo, pero mantengo la ilusión. Esta afición merece estar en Primera y tener un proyecto sólido”.

ENCUENTRO CON DESIO EN MÉXICO

Si bien es cierto que marcharse a trabajar a Ciudad de México le ha impedido acudir a Mendizorroza con la misma frecuencia que lo hacía hace años, cuando vivía en Laudio, eso no quiere decir que, desde la lejanía, Mikel Antón no haya podido disfrutar de alguna que otra experiencia alavesista, pues no debe olvidarse que el fútbol es algo universal. Y si no, que se lo pregunten Edgar Méndez o Paulino de la Fuente, dos exalbiazules en Centroamérica.

Otro jugador con pasado en el Deportivo Alavés, ahora ya retirado, que estuvo hace poco en México es Hermes Desio. El argentino ocupó el cargo de segundo entrenador en el Pumas durante unos meses y, en el momento que Mikel se dio cuenta de ello, hizo todo lo posible para conocerle en persona y que le firmase una zamarra que tenía con su nombre y dorsal, lo cual sorprendió sobremanera al histórico centrocampista babazorro.

“Solo tengo tres camisetas con nombres de jugadores. Una de Karmona, que me la dio él mismo, otra de Pablo Gómez y la de Desio, quien, al igual que el gasteiztarra, es uno de mis futbolistas favoritos. Pude hablar con él más de una hora en el hotel de concentración de Pumas y me pareció un tipazo. Además, alucinó cuando le enseñé su elástica y varias fotos de la época de mi aita; reconoció rápidamente a Compañón en ellas”, explica Mikel. 

Mikel Antón y Hermes Desio, en México. Cedidad

FUTURO ALBIAZUL

Durante ese rato, hablaron de la fatídica final de Dortmund, la situación actual del conjunto gasteiztarra, la cual el rosarino admitió que seguía de manera habitual, y sobre su futuro en los banquillos: “Aunque no le pregunté directamente si querría entrenar al Alavés algún día, él me comentó que sería difícil tomar esa decisión. Me dio a entender que, habiendo sido tan buena su primera etapa, volver y hacerlo mal sería muy duro”.

Quien, eso sí, no tendría muchas dudas en ese aspecto es el propio Mikel. Para él, aparte de ser un icono del alavesismo, Desio es alguien que, por su posición y rendimiento sobre el césped, “sabe mucho de fútbol”, por lo que le gustaría verle al frente del Glorioso en el futuro. El argentino, cabe recordar, defendió la zamarra albiazul en 194 ocasiones (Primera, Segunda, Copa y UEFA) entre 1997 y 2003, marcando un total de ocho goles.