El fútbol fue cruel con el Alavés, cuyo generoso e incansable esfuerzo se marchó por el sumidero debido a una acción aislada. El equipo vitoriano dio la cara de forma magnífica y puso toda la carne en el asador para dar una alegría a su afición, aunque a la hora de la verdad decidió la calidad de un Sevilla siempre sometido que asestó una cornada mortal de necesidad y agarrado a la fortuna.

Pocas veces se ha visto este curso una versión albiazul tan solvente. La respuesta de los hombres de Luis García fue ejemplar. El Alavés se le subió a las barbas al Sevilla desde el minuto inicial. No le dejó ni respirar hasta el pitido final con una propuesta valiente e impidió que saliera de su área merced a una presión asfixiante.

Sin embargo, el gol se resistió, sobre todo en el epílogo, con esas ocasiones malogradas por Jason y Salva Sevilla. Si el partido se hubiese resuelto a los puntos por el empuje y las ocasiones de cada contendiente, no hubiese existido duda alguna acerca del ganador.

El Alavés se hubiese adjudicado de calle el pasaporte copero para cuartos de final dejando, además, unas sensaciones inmejorables. Owono estuvo inédito porque prácticamente todos los acercamientos a los dominios del adversario llevaron la firma albiazul.

Tan solo las buenas intervenciones de Dmitrovic y la falta de punch en los últimos metros impidieron al Alavés prolongar el sueño copero. Una jugada aislada frustró las esperanzas babazorras. El anfitrión puso el juego, el derroche físico y el hambre en cada duelo; el forastero vivió de las rentas de un zarpazo en una velada donde, agazapado en su área, vivió completamente angustiado y reo de sus miedos.

Al Sevilla le costó un mundo trenzar jugadas en ataque e incluso estuvo al borde de sufrir alguna expulsióni en más de una ocasión. Siendo prácticamente el último hombre, Gudelj derribó sin miramientos a Sylla cuando el senegalés encaraba raudo la portería andaluza. Soto Grado indultó al serbio ante la indignación de los más de 12.000 fieles babazorros congregados en Mendizorroza. Badé también pudo haber enfilado el camino hacia los vestuarios, en su caso por doble amarilla.

los suplentes cumplen Luis García confeccionó un once inicial con apenas dos titulares habituales en liga (Abqar y Rioja), pero ello no fue óbice para que el Glorioso cuajara una actuación notable. Fue el vitoriano un equipo enérgico y disciplinado que no se dejó intimidar por un rival de superior categoría, eso sí un Sevilla muy venido a menos durante la presente temporada.

Claro que el fútbol es una cuestión de pegada y el cuadro hispalense, aun siendo una sombra del grupo que se codeó al más alto nivel en la Liga de Campeones, acreditó su instinto asesino en su primera aproximación seria al comienzo de la segunda mitad.

Sampaoli, ubicado en un palco de Mendi, agitó el árbol en el descanso y sus cambios se dejaron sentir. Tras una jugada de tiralíneas que desembocó en un perfecto centro de Navas, uno de sus hombres de refresco, y un cabezazo imparable en plancha de Rakitic, llegó el jarro de agua fría en forma del tanto sevillista.

Entre las notas positivas también hubo que ubicar el debut de Antonio Blanco, la flamante incorporación del mercado invernal para proporcionar un salto calidad a la sala de máquinas. El pivote cordobés dejó muestras de una buena salida de balón. En definitiva, toca centrarse ya en LaLiga, el torneo que debe dar de comer al Alavés este curso con el ansiado ascenso.