El 6 de noviembre se fracturó cuatro costillas. Tras un mes y medio en el dique seco, el exalbiazul Javi Montoya (Logroño, 1991) pudo volver el domingo a los terrenos de juego en la importante victoria del Mérida ante el líder Córdoba. Listo para la acción y feliz por poder llegar a tiempo de medirse a un Alavés con el que se formó en sus categorías inferiores y del que guarda un grato recuerdo.

Llegó a Vitoria en el año 2010 desde Logroño siendo juvenil. ¿Cómo vivió la salida de su entorno?

–Muy bien. Tuve la suerte de que me vinieran a ver a Logroño, al Club Deportivo Berceo, para firmar por el Juvenil de División de Honor y me adapté muy rápido.

¿Qué recuerda de su etapa en las categorías inferiores del Alavés?

–El primer año, al ser menor de edad, vivía en una residencia y luego ya el segundo entré en dinámica del primer equipo, que estaba en Segunda B tras acabar de descender. Era la época en la que estaban Igor Martínez, en la que De Marcos se había ido al Athletic... Esos tres años hacía vida con el primer equipo, aunque jugaba con el filial al que ascendimos a Tercera. Ahí hicimos un año bueno al conseguir salvar la categoría y quedar en mitad de la tabla con gente muy joven. Todo fue muy, muy bien.

“Debo acordarme de quienes me ayudaron en mis inicios, por eso aprecio mucho a Valentín Carlos de Bergara”

Incluso debutó con el primer equipo tras la expulsión de Dituro ante La Muela...

–Sí, fue en mi penúltimo año un 10 de abril de 2011. Un día especial. El primer partido que juegas en Segunda B y siendo tan joven se te hace todo... Lo vives con intensidad y conservo recuerdos bonitos.

¿Qué es lo que guarda con más cariño de su etapa en Vitoria?

–Además del debut, también guardo con cariño el ascenso en un play off contra el Real Unión en Preferente y también a mucha gente. Desde entrenadores como a Javi Barbero, Tito, a mis representantes con los que he estado toda la vida de la agencia IDUB y los compañeros, en especial con los que compartí piso.

¿Con quién vivía en Vitoria?

–Estuve varios años con Carlos Indiano y Thiago Mesquita y la verdad es que fueron mis compañeros de batalla en esa época. Cuando eres joven, sobre todo a esa edad y fuera de casa, se disfruta. Hicimos un buen equipo en casa y tenemos guardadas muchas aventuras que no se pueden contar.

¿Había mucha fiesta?

–No. Tampoco éramos fiesteros ya que en aquella época la exigencia era alta. El primer equipo estaba obligado al ascenso y en Segunda B había muchos equipos preparados para ascender y no te podías despistar. Esos tres años fueron a trancas y barrancas, no se jugó el play off como quería el club, no se subió y no se estaba para festejos. El club llevaba el control a los futbolistas y no salíamos.

¿Qué hacían entonces?

–Lo que se podía. Del pintxo-pote aún me acuerdo o dar una vuelta por la Kutxi, pero las anécdotas que se quedan son más de piso, tipo los cocinados, la limpieza, las peleas por la consola y la tele... Son cosas que se van a quedar para mí para toda la vida. O cuando venía un compañero nuevo y lo metíamos en el piso.

“El favorito es el Alavés pese a que viene de cuatro derrotas; son profesionales y nos van a hacer sufrir”

Sinceramente, ¿era un desastre?

–No, no. Éramos bastante apañados. Lo que pasa es que éramos exigentes los unos con los otros. Nos apretábamos mucho las tuercas. Teníamos en un corcho en la pared los días que a cada uno le tocaba la limpieza o cocinar, incluso la compra. Te reías mucho. Fueron historias memorables.

¿Se acuerda de alguien más?

–Tengo un agradecimiento enorme a los que me llevaron allí. Fueron los que me permitieron iniciar mis andaduras. Me sacaron de Logroño y desde ahí he podido seguir haciendo mi camino. He ido llegando a sitios y me he mantenido. Cada año voy superando objetivos, pero hay que acordarse de quienes te han ayudado a empezar y en ese aspecto sí aprecio mucho a Valentín Carlos de Bergara. Fue el primer equipo con una estructura profesional en el que estuve y vives las cosas con mucha más intensidad.

Fueron años duros para el cuadro babazorro, inmerso en Segunda División B. ¿Curte formarse en campos de barro?

–Pienso que al futbolista joven hay que enseñarle los dos lados. Además, tuve la suerte de que después del Alavés, fui al Barakaldo y luego al Betis, un sitio de purpurina como dices. He conocido las dos caras. El fútbol profesional que no está en un sitio profesional, en el que hay problemas económicos como los que vivía el Alavés, y el otro. He jugado en campos de Tercera, que no son bonitos, y eso curte también. A la gente joven le viene bien conocer ese fútbol. El de abajo cuando llega arriba a la élite valora lo que hay. Los campos, que son espectaculares, los servicios que tiene el futbolista a su disposición... Llegar ahí pasando por todo ese proceso te hace coger la madurez necesaria y entender que nadie te va a regalar nada.

El Alavés apuesta más por la cantera y se han asentado en el primer equipo varios jóvenes. ¿Le hubiese gustado esa confianza en su época?

–Han subido a Owono del filial. Es una buena apuesta. Es un portero que se ha criado ahí y ojalá que en mi época el equipo hubiera estado en Primera o Segunda y haber tenido esa oportunidad, pero las cosas llegan como llegan. Es lo que quieren todos los chicos jóvenes. Pienso que hoy en día se está valorando mucho trabajar con chicos en edad más temprana para que crezcan en aspectos tácticos y técnicos algo más rápido y poder incorporarlos a los equipos. Es bueno, ya que tienen más años de crecimiento para ser mejores. Hay que cuidar las canteras.

Javi Montoya en su debut con el Alavés en abril de 2011 en el Alavés de Tomé tras la expulsión de Dituro. Alex Larretxi

¿Por qué no se hace más?

–No es fácil. Hay que entender la situación de cada club. Algunos tienen la presión por subir o por otros objetivos y quizá no puedan arriesgar y apostar tanto por chicos jóvenes. Es muy difícil. Tienen que hilar más fino y no puedes permitirte el margen de error y dar tantas oportunidades. Se intenta sacar jugadores, ya que interesa, pero no siempre se puede. De querer hacerlo a poder hacerlo va un trecho.

Ha pasado más de una década desde que saliera del Alavés. ¿Ha tenido contacto con su exequipo?

–Sí, sí. La gente me escribe, cuando me he lesionado se han preocupado por mí... Vas manteniendo ese contacto y cuando voy a Vitoria intento llamar a alguien para ver y que ese contacto no desaparezca del todo. Todavía hay gente con la que tengo muy buena relación.

¿Cómo le ha visto durante todo este tiempo al Alavés?

–Muy bien. Estamos hablando de fútbol de élite. Yo cuando me fui estaba en Segunda B. Por historia y por todo, el equipo tiene que estar en el fútbol profesional. Es ahí donde se merece estar por historia, afición y ciudad. Yo siempre me he alegrado por cada triunfo y por el ascenso del Alavés y también me dolió su descenso.

“Soy muy duro, conmigo se puede ir a la guerra hasta con cuchara de palo; estoy listo para lo que haga falta”

¿Cómo le ve ahora?

–Creo que el equipo está capacitado para volver a Primera. Le deseo lo mejor, salvo en el partido de Copa, que ahí les tenemos que hacer daño.

¿Cómo vislumbra la eliminatoria?

–El favorito es el Alavés. Ahora viene de cuatro partidos perdiendo. Van a disputar un partido de Copa ante un equipo de inferior categoría, vísperas de Navidad... Pero los jugadores son profesionales y les va a dar igual el rival. Nos lo van a poner muy difícil y nos tocará sufrir. Son un equipo de mucha envergadura.

¿Qué puede decir del Mérida?

–Estamos bien. Con confianza en que haremos un buen partido y que como mínimo se lo pondremos muy difícil para ganarnos.

¿Dónde estarán las claves?

–En que nosotros sepamos mantener esa solidez defensiva que estamos mostrando. Tener el control del partido, tratar de quitarle la posesión de balón al Alavés y si tenemos alguna ocasión aprovecharla.

¿Cómo están viviendo sus compañeros estas horas? ¿Emocionados por medirse a un histórico?

–Sí, claro. Somos un equipo joven, pero ganador y cuando nos tocó el Alavés dijimos, ‘nos ha tocado el más fuerte de la Segunda División’. Nos va a costar. El mensaje que se dio es que el equipo quiere y ahora queda demostrarlo en el campo, pero la gente sabe que será difícil ya que nos vamos a medir a un equipo de Primera aunque esté en Segunda División. Lo tiene todo para estar en la élite.

¿Qué ambiente se respira?

–Va a haber buen ambiente porque el premio, que es muy importante para los jugadores, es muy bonito. Si eliminas al Alavés, el siguiente que te puede tocar puede ser uno de los grandes de Europa. Eso la gente lo sabe y la ilusión está, por lo que el partido se va a vivir con mucha emoción.

Javi Montoya en su debut con el Alavés en abril de 2011 en el Alavés de Tomé tras la expulsión de Dituro. Alex Larretxi

Hablando de usted, ¿cómo se encuentra tras la lesión?

–El otro día volví a competir en Córdoba y tuve unas sensaciones muy buenas; entrenando me encuentro bien. Pero sí, fue un mes jodido. No podía ni levantarme de la cama. Ha sido un mes bastante fastidioso, pero lo bueno que tengo es que los riojanos en ese aspecto somos duros. Además, no perdí la forma ni he cogido grasa... Todo bien.

Encima ha llegado a tiempo para medirse al Alavés...

–Bueno, ya jugué en Córdoba y solo con conseguir ganar allí al líder ya ha merecido la pena.

Ha sido un nómada del fútbol en los últimos años: Barakaldo, Betis, Ebro, Linense y ahora el Mérida. ¿Seguirá en tierras extremeñas?

–He tenido estabilidad ya que salvo en Barakaldo, donde estuve solo un año, en el Betis y el Ebro estuve dos, en la Balompédica Linense tres y este es mi tercer año en el Mérida. Donde he estado, se me ha vuelto a valorar y es algo que me gusta ya que significa que sin tener contratos amplios te van renovando año a año y es un buen dato. El año que viene no sé qué será de mí. Estoy centrado en hacerlo bien y a gusto en Mérida. Además mi pareja es de aquí, pero el futuro no sé por dónde irá.

¿Le gustaría acercarse a su tierra?

–Bueno, pues mándale un mensaje a Querejeta y dile que se acuerde de mí (risas). Dile que fui canterano y que, ya que no hubo opción en su día, a ver si ahora sí. Lo que le puedes decir es que conmigo se puede ir a la guerra y con cuchara de palo. Para lo que haga falta. Lo podría hacer.