Uno conoce a la perfección en qué momento arranca una mala racha, pero no cuándo va a terminar. Y esto, precisamente, es lo que intenta descubrir el Deportivo Alavés, quien este domingo, en su visita a La Rosaleda, sumó frente al Málaga (1-0) su cuarta derrota consecutiva como consecuencia, entre otras debilidades, de su poca efectividad en ambas áreas. Algo que, pese a no suponer un paso atrás importante en términos clasificatorios, sí que preocupa de cara a la decisiva segunda vuelta que comenzará en enero.

Hay muchos entrenadores que, cuando los resultados no les acompañan, prefieren variar lo mínimo posible y, por consiguiente, seguir dando confianza al mismo grupo de jugadores; pues bien, Luis García Plaza no es uno de ellos. Al igual que en el choque del pasado lunes frente al Levante, el técnico madrileño decidió agitar su equipo inicial y para ello incluyó hasta cinco novedades, además de diferentes cambios de posición: Tenaglia, Javi López, Toni Moya, Benavídez y Alkain, ya disponible tras sus dos partidos de sanción.

Esto último, sin embargo, no hizo que el Alavés fuera superior al Málaga en los primeros compases del encuentro. La igualdad, tan característica en esta categoría, tomó el protagonismo desde el inicio y solo el ánimo de uno y otro equipo, algo más ofensivos de lo esperado, marcó diferencias respecto a la narrativa estándar. Los locales, con más posesión, aprovecharon los errores en la salida de balón de los albiazules y estos, por su parte, no dudaron en encarar el área boquerón siempre que robaron en su campo.

La ocasión más clara, eso sí, fue para la escuadra de la Costa del Sol. Después de un intento de Chavarría y otros dos de Abde y Tenaglia, quien generó mayor peligro que los anteriores, fue Rubén Castro el que pudo estrenar el electrónico. Afortunadamente, cuando en La Rosaleda ya se cantaba el 1-0 sobre el minuto 16, Sivera apareció para evitar el tanto del veterano atacante canario, cuya finalización, rasa y en una posición ideal dentro del área, fue posible gracias a un buen pase atrás del mencionado Chavarría.

Y esa misma fue, en realidad, la tónica de la primera mitad. Aunque el Alavés no pudo llevar el choque a su terreno, tampoco se sintió incómodo en el reparto de golpes que propuso el Málaga. Realizó varias combinaciones ofensivas interesantes, al contrario que en anteriores jornadas, y también puso en apuros a la zaga blanquiazul a través del balón parado. Por desgracia, la falta de acierto de los gasteiztarras, y también la de los boquerones, hizo que el resultado se mantuviera invariable cuando el árbitro señaló el túnel.

A lo largo de esos primeros cuarenta y cinco minutos, uno de los detalles llamativos fue la incidencia de Toni Moya en los últimos metros. Acompañado por Benavídez, quien cometió varios errores preocupantes a la hora de sacar el balón jugado, el extremeño se dio el gusto de pisar el área rival e intentar varios remates. Uno de ellos, por ejemplo, significó la mejor oportunidad del Glorioso, pese a que, en la línea de lo ya comentado, la puntería del centrocampista babazorro, libre de marca en el punto de penalti, no fue la idónea.

Ya en la segunda mitad, al principio el guión se mantuvo intacto, con acercamientos de uno y otro contendiente, pero esta vez los locales no perdonaron. Poco después de una positiva, e individual, acción del canterano Abde, cuyo remate sacó Yáñez bajo palos, Chavarría se adelantó a Javi López en un centro lateral de Villalba, muy mal defendido por Tenaglia, y marcó de cabeza el 1-0, obligando así al Alavés, cada jornada más desesperado por su mala racha, a remar a contracorriente lejos de Mendizorroza. 

Y ahí, sin ir más lejos, se acabó el encuentro. Si bien es cierto que los albiazules atacaron la meta malagueña, lo preocupante es que lo hicieron por pura inercia, sin saber realmente cómo hallar la vía para igualar el electrónico. Algo en lo que trató de ayudar Luis García, que introdujo en el césped a Duarte, Salva Sevilla, Jason, Rioja y Marc Tenas, pero que no sirvió de mucho, sobre todo porque el Alavés, lejos de ser más peligroso arriba, se mostró desdibujado, con varios futbolistas actuando en posiciones poco habituales.