Hacer los deberes en el Ciutat de Valencia y, a su vez, esperar que el Mallorca y, especialmente, el Cádiz no consigan la victoria. Esos son los condicionantes a los que se aferra la afición albiazul para seguir soñando con la permanencia. Hoy regresa una auténtica jornada de transistores para la escuadra comandada por Julio Velázquez, quien afronta el choque ante el Levante como la última oportunidad para llegar con vida a la jornada 38 y seguir alimentando el cuento de hadas iniciado el miércoles con el triunfo ante el Espanyol. Todas estas variables y matemáticas serán en vano si el Glorioso no cumple con su cometido y gana al Levante.

Será una final anticipada y, por ello, medio millar de aficionados alavesistas acompañarán al equipo en su último partido lejos de Mendizorroza para que puedan sentirse como en casa. Pese a las dificultades que ha mostrado el equipo para ofrecer buenas actuaciones en sus compromisos como visitante, hoy es el día perfecto para cambiar la tendencia. El Glorioso es el peor visitante de la categoría pero ante el cuadro granota dispone de la oportunidad de despojarse de esa bipolaridad que tanto le ha lastrado hasta la fecha.

Una teórica ventaja es que el Levante afronta la visita del Alavés como un equipo matemáticamente descendido a la categoría de plata. Con todo, conviene saber que el futbolista siempre debe ser profesional y que, por ende, los jugadores granotas tratarán de dar una última alegría a su afición. Además, uno de los encargados de que el Levante haya peleado casi hasta el final de temporada no es otro que Alessio Lisci. El técnico italiano tomó las riendas del conjunto levantinista en una situación delicadísima y, pese a que no haya logrado la permanencia por el déficit de puntos que arrastraba, acabó dando con la tecla -eso sí, hasta el batacazo en el Bernabéu- y encontró el sistema que más fortaleció a sus pupilos.

Gracias a la apuesta táctica de conformar una defensa de cinco hombres, el transalpino ha mejorado de forma sensible la cara de un equipo al que, eso sí, el Alavés debe superar, como se dice siempre en estos casos, por lo civil o lo criminal. Al margen de eso, el Levante reúne en sus filas a futbolistas de primer nivel y que son, en ocasiones, diferenciales como Morales, Campaña y Melero, de ahí que el Alavés no pueda confiarse. A ellos se les unen otros como Dani Gómez o Roger, quienes aportan su pundonor sobre el tapete.

El contexto en el que aterriza el Glorioso en tierras valencianas es favorable por el desigual estado de necesidad de unos y otros. Los de Velázquez saben que el triunfo es el único resultado posible para acercarse a la permanencia. Esa obligatoriedad de lograr los tres puntos puede generar cierta ansiedad que, desde luego, no será beneficiosa para los futbolistas albiazules. En este sentido, los resultados tanto del Mallorca como del Cádiz llegarán a oídos del cuerpo técnico y, más que nunca, será crucial mantener cierta frialdad.

Velázquez no podrá contar con Loum, una pieza clave en el eje del terreno de juego que se perderá la penúltima jornada al cumplir ciclo de amonestaciones. Su baja abre el abanico de posibilidades para el nuevo inquilino en la medular, donde el salmantino ya ha probado a todos los jugadores que pueden ocupar dicha demarcación. El último compromiso ante el Espanyol arrojó varias sorpresas en el once como las titularidades de Miguel de la Fuente y Jason, quienes cumplieron con creces en su cometido y fueron de gran ayuda a través de su gol y asistencia, respectivamente. La alineación de esta tarde tiene varias dudas ya que, además de la vuelta de Duarte y Edgar tras cumplir sanción, Manu García ya ha dejado atrás su lesión muscular.

La visita al Ciutat de Valencia será una jornada de sonrisas o lágrimas para la parroquia albiazul. Un día de pasión en el que el medio millar de aficionados teñirán de azul y blanco el graderío del feudo levantinista para que los jugadores se sientan como en casa. Además de hacer sus deberes, el Glorioso también necesitará que la suerte esté de su parte en una jornada donde, para bien o para mal, no hay vuelta atrás. Noventa minutos para prolongar las esperanzas o, en su defecto, caer en el más profundo de los abatimientos.