Un Deportivo Alavés inferior de principio a fin en el Martínez Valero. Si bien el duelo ante el Elche comenzó con algo de fortuna para los intereses del Glorioso debido al gol anulado a Morente, el desenlace del mismo sacó a la palestra el carácter anticompetitivo de un equipo inerte. Es cierto que los de Mendilibar aguantaron las embestidas ilicitanas de la primera parte y durante 20 minutos se vislumbró cierta solidez por parte del Alavés. Pero hasta ahí. Un espejismo.

El cuadro babazorro llegó al descanso con un esperanzador 0-1 en el marcador, pero nada más comenzar la segunda mitad el Elche apareció como un ciclón y la pesadilla se hizo realidad. Si en los primeros 45 minutos las sensaciones fueron positivas a través de la solvencia colectiva y las buenas actuaciones individuales de Rioja, Jason y Joselu, toda esa “escalada” se quedó en agua de borrajas. Los de Francisco superaron en todos y cada uno de los aspectos del juego a un Alavés con evidentes carencias sobre el tapete.

La movilidad por parte de los jugadores ofensivos ilicitanos desarboló el esquema de un Alavés lento y que reaccionó tarde y mal en los cambios. La falta de concentración fue, además, el mayor contratiempo para un Glorioso que necesitaba realizar todo a la perfección con tal de rescatar un buen botín. No es normal encajar un gol a los cincuenta segundos de partido.

A pesar de que a través de Laguardia el Alavés pudo frenar la individualidad de Boyé, otros futbolistas como Mojica y Pere Milla sacaron los colores a un forastero superado. El primero se paseó por el carril diestro del Alavés y generó hasta diez centros. Milla, quien apenas tuvo oposición por parte de cualquier futbolista vestido de azul y blanco, batió por partida doble la portería de Pacheco, que pudo haber hecho algo más en el primer tanto.

Otra de las claves de la tercera derrota consecutiva del Glorioso fue, además, la diferencia de ritmo entre un equipo y otro. El Elche voló respecto a un Alavés que estuvo a expensas del rival. Y eso mismo es puro trabajo por parte del técnico. No hubo ni rastro de las sensaciones positivas que se vislumbraron en el estreno de Mendilibar ante la Real Sociedad y después el Athletic. El Alavés apenas ha mejorado las estadísticas de su predecesor. Y los datos así lo exponen. Tan solo se han logrado dos puntos en las últimas cinco jornadas. Una cifra a todas luces escuálida que obliga a reaccionar cuanto antes porque el calendario ahoga y el tiempo ya apremia.

Dice un refrán popular que “tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”. Pues bien, esta situación en la que se encuentra el Alavés no sorprende a nadie. Después de once jornadas sin conocer la victoria, el cuadro babazorro se encuentra penúltimo en la clasificación con 17 puntos, a seis de la salvación.

Son ya tres temporadas consecutivas las que el Glorioso lleva coqueteando con el descenso. Sin un proyecto definido y con idas y venidas en el banquillo de Mendizorroza, es muy complicado progresar. Es cierto que restan jornadas para que la temporada concluya y un nuevo milagro vea la luz, pero el Alavés debe reaccionar cuanto antes. El cambio en el timón desafortunadamente no ha causado -hasta el momento- una reacción que se traslade al terreno de juego y después a la clasificación. Además de esto, los rivales directos del Glorioso, como puede ser el Elche y el Getafe, van hacia arriba.

Los de Francisco superaron en todos y cada uno de los aspectos del juego a un Alavés con evidentes carencias sobre el tapete