Todo el mundo sabe que la del Villamarín no es una plaza sencilla en la que torear. Es un estadio que a menudo se convierte en un infierno para el rival. Eso mismo, sumado a que el Betis se encuentra en uno de sus mejores momentos de la historia complican aún más las circunstancias que rodean el partido. No obstante, el Glorioso que duró el infame encuentro en tierras andaluzas. Y es que nadie se salva del bochorno.

Si en los pocos días que llevamos de año las credenciales del Alavés se resumían en factores como la intensidad y el orgullo propion, poco o nada se vio de esto mismo anoche ante el Betis. Desde el pitido inicial el cuadro babazorro estuvo a merced del rival, que por una evidente superioridad individual -y colectiva- sacó los colores a un conjunto abatido.

Es una derrota que duele mucho en Vitoria. Por el abultado resultado y, sobre todo, por la forma en la que se ha caído. Y es que la primera parte, que fue desastrosa a todos los niveles, echó por tierra el plan inicial de un equipo que -en teoría- viajó al Villamarín con la intención de obtener un resultado esperanzador. Pero ni eso.

TRES CAMBIOS AL DESCANSO

Mendilibar apostó de inicio por un centro del campo formado por Toni Moya y Escalante. Dos futbolistas que, a priori, serán dos hombres llamados a comandar la sala de máquinas. Pero el invento duró 45 minutos, los suficientes para que el Betis exhibiese una superioridad sonrojante. Fue de tal calibre la diferencia de nivel que los que lucieron la zamarra albiazul fueron meros espectadores del espectáculo ofrecido por el conjunto verdiblanco.

De hecho, el técnico de Zaldibar tuvo que reajustar el equipo en el tiempo de descanso, lo que se traduce en un toque de atención para los titulares. Hasta tres jugadores fueron sustituidos a los 45 minutos. Moya, Escalante y Jason abandonaron el terreno de juego por Pina, Manu García y Tachi. Pero escasos instantes después del pitido inicial del segundo tiempo el Betis ya marcó el cuarto de la noche. Una transición ejecutada a las mil maravillas por los de Pellegrini fue suficiente para ampliar aún más la ventaja.

No es un tópico decir que al Glorioso Y es que hasta el propio técnico del Alavés lo reconoció en rueda de prensa. Salvo algún chispazo de Rioja, el resto del caudal ofensivo fue inexistente. Esa misma incapacidad, sumada a unos errores defensivos y de concentración impropios de un equipo de Primera fueron suficientes para que el Betis estuviese extremadamente cómodo.

Y el tiempo apremia. El calendario ahoga y las jornadas restantes al fin de la campaña obligan a una reacción inmediata. Porque los rivales con los que el Alavés -muy probablemente-acabe jugándose el descenso están subiendo como la espuma. La distancia respecto a los equipos que delimitan la permanencia aumenta. El Elche encadena tres jornadas sin perder y al Getafe -aunque tan sólo tenga un punto de diferencia respecto al Alavés- le resta un partido más.

Nadie dijo que fuera fácil. Pero esto mismo que la parroquia albiazul está viviendo en el mes de enero es algo que se atisbaba desde hace meses. Porque la confección de la plantilla, allá por el mes de julio, no estuvo a la altura de lo que exige el fútbol de élite. Ahora, sin tiempo para lamentaciones, toca remar a contracorriente con los futbolistas que están en Vitoria. Pero, sobre todo, lograr esa victoria que propine un cambio de dinámica es vital para que se pueda creer en la salvación.