Era un secreto a voces al que únicamente restaba por colocar el sello oficial y este llegó a media tarde del lunes, apenas veinticuatro horas después de que el Deportivo Alavés cerrase su participación en la Liga 2020-21 con la inmerecida derrota en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla. Tras ultimar los pequeños flecos que restaban para poder dar vía libre a la fumata blanca, la entidad albiazul hizo oficial la renovación de Javi Calleja al frente del equipo para las dos próximas temporadas.

De esta manera, el entrenador madrileño recibe la recompensa al excelente trabajo que ha desarrollado en el banquillo del Glorioso desde que se sentó en él por vez primera el pasado mes de abril. Asumió el desafío de intentar salvar a un conjunto hundido en el pozo de la clasificación y, contra el pronóstico generalizado, consiguió su objetivo a falta de una jornada para la conclusión del campeonato.

Con este aval, Javi Calleja afronta una nueva etapa en la que participará directamente en la confección de la plantilla que tendrá a sus órdenes a partir del próximo mes de julio y deberá intentar por todos los medios evitar los agobios que han rodeado a la escuadra gasteiztarra en los dos últimos ejercicios. La renovación por dos campañas, además, dibuja un escenario de continuidad y apuesta por un técnico poco frecuente en los últimos tiempos por estos lares.

Porque lo cierto es que el banquillo del Deportivo Alavés se ha convertido en una especie de trituradora que, por decisión del club o de los propios interesados, no ha disfrutado apenas de estabilidad. Nada menos que cinco entrenadores diferentes han pasado por él en las dos últimas campañas desde que Abelardo puso punto final voluntariamente a su primera etapa en el mismo. Precisamente ese curso y medio del asturiano como máximo responsable del Glorioso ha sido la última fase de tranquilidad en un club que espera recuperarla ahora de la mano de Javi Calleja.

Antes de su llegada, el año del centenario albiazul asistió a los fracasos de Pablo Machín y Abelardo. El soriano fue la gran apuesta del inicio del ejercicio pero nunca terminó de encontrar su sitio. El club no le ofreció los mimbres necesarios para poder implantar el sistema marca de la casa que lo ha caracterizado a lo largo de toda su carrera y, tras intentarlo sin suerte, no le quedó más remedio que recular y apostar por el 4-4-2 clásico.

Pero los continuados y graves errores defensivos impidieron que el Alavés se alejara de la zona roja y, en la jornada 18ª, a la directiva se le agotó la paciencia. Recurrió entonces a la experiencia de Abelardo para tratar de reeditar el éxito de su primera etapa. Pero desde su estreno (5-0 ante el Almería en la Copa) hasta su despedida (1-3 frente al Celta) doce partidos después, el equipo naufragó por completo con enormes vías de agua que le empujaron hasta el fondo de la tabla.

Llegó entonces el turno de un Calleja en el que pocos confiaban pero que fue capaz de revertir la dramática situación y ahora ha rubricado su renovación al frente del Glorioso hasta junio de 2023.