La mejoría colectiva del Alavés desde que Javi Calleja asumió las riendas del banquillo es incuestionable. El técnico madrileño ha dado con la tecla a la hora de, por ejemplo, juntar en la punta de ataque al trío con más calidad de la plantilla (Jota, Lucas y Joselu), devolver la identidad al grupo y robustecer los cimientos de un plantel que exhibe otro talento más guerrillero y no se hunde a las primeras de cambio.

Sin embargo, no es menos cierto que la brillante racha de siete puntos de nueve posibles tras el cambio de rumbo emprendido por los dirigentes del Paseo de Cervantes no se habría entendido sin la colosal figura de Fernando Pacheco, un portero que, tal y como reconoció el propio Calleja tras el laborioso éxito ante el Villarreal, vuelve a estar "al nivel de selección" habiéndose erigido en un frontón para los delanteros rivales.

Y es que el extremeño ha recuperado nuevamente ese álgido nivel que ha hecho de él uno de los guardametas más sólidos del último lustro en la máxima categoría. "San Pacheco", como se le conoce por estos lares, se ha multiplicado para despejar toda clase de tiros a bocajarro contribuyendo al momento más dulce de un Alavés que por fin divisa la luz al final del túnel.

Al Athletic le amargó la existencia con intervenciones de indudable mérito ante Sancet, Núñez o Berenguer que permitieron al conjunto vitoriano amarrar un valioso punto. Ante el Huesca también conservó la portería a cero sin que esa jornada tuviera tanto trabajo debido al buen hacer defensivo del equipo. Por último, frente al Villarreal volvió a destapar el tarro de las esencias tras salvar varios goles cantados que impidieron a los castellonenses plasmar su claro dominio en el juego con una abrumadora posesión de pelota. Seguro que el cotizado Gerard Moreno y compañía habrán tenido pesadillas la pasada madrugada con él.

Tras una temporada en la que se han echado de menos aquellas intervenciones milagrosas que sostuvieron en su día el engranaje albiazul y también hubo que lamentar algún error, como ante Osasuna en casa, Pacheco ya vuelve por sus fueros.

Hasta el gol anotado por Alcácer que estableció el momentáneo 1-1 en el marcador, el arquero pacense había permanecido imbatido durante 300 minutos, un descomunal intervalo de tiempo teniendo en cuenta la fragilidad defensiva del Alavés en esta campaña. Con anterioridad, Santi Mina había sido el último en perforar la meta babazorra en el minuto 20 del fatídico choque ante el Celta, resuelto con una clara derrota (1-3) y a la postre el detonante del adiós del 'Pitu' Abelardo.