Se hizo esperar, pero por fin llegó. Tras más de dos meses de penurias y decepciones, el Deportivo Alavés volvió ayer a la senda de la victoria y lo hizo, además, contra un rival directo por la permanencia como el Huesca.

Los pupilos de Javi Calleja, que debutó como albiazul en Mendizorroza después de estrenarse con un empate (0-0) en San Mamés, saltaron al césped del estadio gasteiztarra mentalizados de la importancia del partido y, como ya había adelantado el propio técnico madrileño durante la semana, con la clara intención de llevar la batuta de este.

El objetivo se cumplió y el Glorioso fue superior en la primera mitad, pero la buena labor de la defensa altoaragonesa y la poca profundidad de los albiazules -mermados en ese aspecto por la ausencia de extremos naturales en el once- impidió cualquier acercamiento peligroso a la portería defendida por Andrés Fernández, que, por el contrario, sí vio cómo su central Vavro ponía en apuros a Pacheco con un potente remate lejano.

En la segunda mitad no cambió mucho el panorama, si acaso el Huesca intentó pelear un poco más la posesión, y las ocasiones volvieron a brillar por su ausencia -también por el inmenso trabajo de la zaga babazorra-, pero esta vez la caprichosa fortuna se alió con los locales y la moneda cayó, por fin, del lado alavesista.

El golazo que marcó Battaglia en la recta final del encuentro fue el merecido premio para un Alavés que, tras más de dos meses de sufrimiento y, sobre todo, desesperación, había vuelto no solo a competir, sino a confiar en sus opciones de dar la vuelta a una situación que, con el paso de las semanas, había adquirido un pronóstico cada vez más negro. Pero no solo eso, también fue el merecido premio para un Javi Calleja convencido desde el primer momento -y que ahora tiene motivos para seguir confiando- en salvar al Glorioso y para una afición agotada que, en el año del centenario de su equipo, ya no le quedaban razones para creer.

Un pequeño paso A la espera de lo que haga el Valladolid el próximo miércoles 28 de abril en su cita atrasada -debido a la final de Copa- frente al Athletic en San Mamés, el Deportivo Alavés ha conseguido abandonar los puestos de descenso a los que cayó en la jornada 25 tras perder (0-1) contra Osasuna en Mendizorroza.

Asimismo, los babazorros arrancan la semana en la decimosexta posición de la tabla empatados a 27 puntos con el Huesca y el propio Pucela y, además, han logrado un margen de uno y tres con el Elche, que no pudo con los rojillos en el Sadar, y el Eibar, que seguirá una semana más en el farolillo rojo después de caer en el Wanda Metropolitano ante el Atlético.

Ahora, tras este trascendental triunfo frente a los oscenses, los albiazules recibirán el próximo miércoles (21.00 horas) al potente Villarreal de Unai Emery en Mendizorroza y, sin prácticamente descanso, viajarán el sábado a Valencia para verse las caras con el conjunto che en Mestalla.

El Alavés va a jugar siete partidos en un mes, lo que significa que Calleja deberá preparar a sus pupilos no solo para afrontar esas finales de la mejor manera posible, sino para, además, hacerlo también de forma muy seguida y sin apenas tiempo para celebraciones o lamentaciones -momentos para eso ya habrá a finales de mayo-.