15 de abril de 1956
os años y 25 días más tarde de aquel partido frente al Barakaldo, ya contado el pasado 21 de marzo, en el que cerca de 20.000 aficionados abarrotaron las gradas de un Mendizorroza que tenía una capacidad, tan sólo, de 12.000 espectadores y en el que, afortunadamente, no se produjeron desgracias personales, llega la visita del Athletic Club al campo del Paseo de Cervantes, en partido de Primera División, segunda vuelta, correspondiente al Campeonato de Liga de la temporada 1955-56.
Todos los astros, estrellas y el firmamento entero se alían para que se produzca un ‘tsunami’, que, otra vez, con la diosa Fortuna como aliada, se salda sin ninguna desgracia personal irreparable. 25.000 espectadores atestan las gradas del campo de fútbol vitoriano, con una capacidad aproximada, con las ampliaciones realizadas para el encuentro, de 13.500 personas. Es decir, son cálculos estimativos y personales míos, cerca de 11.500 espectadores, con su entrada correspondiente, exceden de la capacidad real de asistentes en Mendizorroza.
La Liga de la temporada 1955-56 inicia su sprint final, quedan dos encuentros por jugarse con el de Vitoria. Mientras el Deportivo Alavés pelea por evitar la promoción de descenso -ha eludido el bajar directamente- los rojiblancos de San Mamés luchan por ganar la Liga en un ‘tête-à-tête’ espectacular con el Barcelona.
La expectación por el partido es máxima en Vizcaya, Álava y en todas las provincias limítrofes. El Ayuntamiento vitoriano, ante el desembarco de aficionados que van a llegar a Gasteiz, emite unas normas para la circulación de vehículos el día del partido y el anuncio del nuevo aparcamiento en la explanada acondicionada de Mendizorroza. Los directivos se ven sometidos a una constante petición de entradas y el miércoles 11 de abril ya se han vendido todas, numeradas y sin numerar. Para ampliar la capacidad de espectadores se decide colocar unos bancos, pegados a las vallas de cemento, alrededor del campo.
Dos directivos, Juan Arregui y Miguel Rotaeche, se encargan de la logística y se montan dos medias tribunas, una a cada lado de la Central, de mecano tubo. Se ganan otras 1.000 localidades. La reventa funciona a todo trapo y las entradas se ofrecen y se compran a precios desorbitados. En Bilbao todos los taxis y los autobuses ya están comprometidos. El Ayuntamiento de Vitoria y el Deportivo Alavés siguen emitiendo comunicados para la circulación y para ingresar en el campo.
Todo parece controlado. ¿Todo? Sorpresivamente el mismo domingo a la mañana salen a la venta un gran número de localidades a su precio normal. ¿Quién dictó la orden de sacar más entradas a la venta? ¡Un enigma!. Vitoria, en la mañana del 15 de abril, es un caos, un hervidero de gente y además diluvia. No se puede dar un paso. Bares y restaurantes hacen su particular agosto en pleno mes de abril. Dos horas antes del comienzo del encuentro en Mendizorroza -17.00 horas- no cabe un alfiler y sigue llegando gente.
Los espectadores que tienen localidades en bancos y en las nuevas tribunas tratan de llegar a las mismas entrando por el terreno de juego. ¡Ya no se moverán del mismo! La Grada de General revienta por sus dos extremos y la gente tiene que saltar al césped. Luego seguirá la zona de Preferencia. El colegiado Tamarit al ver la situación, el terreno de juego invadido, se retira a deliberar a los vestuarios. La policía asume que no puede devolver a los espectadores a las gradas. A las seis menos cuarto de la tarde se decide aplazar el partido para el día siguiente. El público, felizmente, entiende la situación y abandona cívicamente Mendizorroza. ¡Mañana será otro día!.
triunfo rojiblanco El partido se disputó al día siguiente con el triunfo del Athletic (3-0), que seis días más tarde logrará la Liga y el Deportivo Alavés descenderá a Segunda en la promoción. Hasta el 17 de enero de 1999, Mendizorroza, no volverán a enfrentarse en Primera.
ENTRADAS Oficialmente el aforo de Mendizorroza era de 10.000 espectadores. Se llegó a escribir que se vendieron localidades que sobrepasaban en su número las 25.000. El Deportivo Alavés devolvió el valor de las entradas, a los que no pudieron acudir el lunes, por un importe superior a las 300.000 pesetas (1.800 €).
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