Un punto de esperanza. Ese es el balance de la importante comparecencia del Deportivo Alavés ayer en San Mamés. Tras una semana convulsa con relevo en el banquillo incluido, el derbi ante el Athletic se presentaba como una prueba de fuega para un Glorioso que cada vez cuenta con menos margen para la reacción. Instalado en el farolillo rojo de la clasificación y a falta únicamente de nueve compromisos para la conclusión del campeonato, la visita a Bilbao se presentaba como una de las últimas opciones para iniciar la remontada hacia la salvación. Y, ante un rival plagado de suplentes para reservar a sus primeros espadas para su segunda final de Copa en quince días, el conjunto albiazul la aprovechó a medias. No pudo vencer pero, al menos, puso fin a la hemorragia de derrotas que arrastraba y sumó un empate -con la portería a cero- que debe ser el cimiento sobre el que seguir construyendo hasta alcanzar la ansiada permanencia.
El estreno de Calleja en el banquillo albiazul deparó, como principales novedades, el indulto a Lucas Pérez para volver a recomponer la pareja gallega junto a Joselu en la vanguardia albiazul y la suplencia de Laguardia para abrir la puerta de la titularidad a Tachi. El sancionado Rubén Duarte fue sustituido por Martín -aunque hasta mediado el primer periodo fue Ximo quien se situó en el lateral izquierdo-, mientras que Peleteiro y Rioja se mantuvieron en el once inicial como acompañantes de Battaglia y Pina en el centro del campo.
Con esos argumentos arrancó su comparecencia en San Mamés un Alavés que apostó por un 4-4-2 clásico. El arranque, sin embargo, no ofreció demasiadas novedades drespecto a lo visto en las últimas comparecencias. Tras unos breves momentos de tanteo, el Alavés rápidamente volvió a ser sometido por su oponente.
El cuadro vitoriano comenzó a protagonizar imprecisiones peligrosas y perdió el control de la contienda, que pasó a inclinarse claramente hacia el lado rojiblanco. En el minuto doce llegó el primer gran susto para los albiazules, en un disparo de Morcillo que se marchó demasiado cruzado. Apenas cuatro minutos después, el mismo protagonista aprovechó un grave error de Tachi en un pase en profundidad para recortar fuera del área y hacer temblar el larguero con un fenomenal disparo -tocado levemente por Pacheco- desde fuera del área.
Entró el Alavés entonces en una grave fase de aturdimiento que a punto estuvo de costarle muy cara. Porque, a los veinte minutos, Sancet recibió un balón solo dentro del área para plantarse solo ante Pacheco y ejecutar al pacense. El arquero albiazul, sin embargo, hizo relucir su aureola de santo para desviar a córner de manera milagrosa con la pierna. Salió indemne por lo tanto el Alavés de esta fase crítica y, poco a poco, comenzó a reconstruirse. Con Ximo de regreso al lateral diestro y Martín en el izquierdo el equipo recuperó algo de solidez y las esporádicas apariciones de Peleteiro y Lucas en la construcción permitieron colarse algún rayo de esperanza entre los nubarrones.
Poco a poco el duelo se fue equilibrando y, a un minuto del descanso, pareció llegar el golpe de fortuna que siempre es necesario para cualquier reacción. Tras un córner despejado por el Athletic Lucas recibió un balón profundo en la banda, cedió a Pina y su centro acabó cabeceado por Joselu a la escuadra de Unai Simón. Cuando los albiazules festejaban un gol transcendental, sin embargo, el VAR anuló la acción por un ajustado fuera de juego del siete albiazul.
Pese a no subir al marcador esta acción aportó confianza a los gasteiztarras, que arrancaron el segundo período mucho mejor asentados. Fruto de ello llegó, en el minuto 56, el segundo gol anulado. En este caso por una clara mano de Tachi en el área rojiblanca.
Viendo a su equipo dominado Marcelino decidió mover fichas recomponiendo su equipo con la entrada de varios titulares. Aire fresco en la creación y piernas veloces en la delantera (Williams) que dieron lugar a un epílogo de sufrimiento para el Alavés. Pero ahí nuevamente apareció Pacheco para, con dos intervenciones casi milagrosas ante Unai Núñez y Berenguer en los minutos 82 y 88, rescatar un sufrido empate que solo tendrá valor si se convierte en el punto de arranque de la obligada reacción en busca de la salvación.