El Coliseum Alfonso Pérez acogió ayer un partido de fútbol entre el Deportivo Alavés y el Getafe pero lo que se vio sobre el césped se pareció bastante más a una partida de mus. Una en la que los participantes renunciaron claramente a buscar el éxito por la vía rápida y se dedicaron a cuidar cada piedra como el más preciado de los tesoros. Nada de jugadas valientes a pecho descubierto ni faroles con los que tratar de amedrentar al contrario. Solo movimientos de máxima seguridad y control absoluto de cada acción sobre el tapete. La consecuencia de todo ello fue que la mano, ante la ausencia de juego por parte de todos, se resolviese a los puntos.

Y ahí encontró precisamente el combinado albiazul su valiosa recompensa. Punto y miedo. Notable botín para regresar a casa con un doble objetivo. El de detener la sangría de cuatro derrotas consecutivas que arrastraba primero y la consecución, además, de un valioso empate que debe convertirse en el punto de partida para la imprescindible reacción que necesita protagonizar.

Gracias a las toneladas de cemento que inyectó a su puesta en escena logró eliminar de su repertorio los errores que tanto le habían penalizado en las semanas precedentes y obligó a su rival a tener que ganarse una victoria que no fue capaz de encontrar. Bien es verdad que al plantel de Abelardo todavía le falta mucho camino por recorrer y que su presencia ofensiva fue prácticamente inexistente ayer pero las tablas ante el Getafe deben convertirse en el asidero que necesita el grupo para mantenerse a flote y comenzar a sacar la cabeza paulatinamente del profundo pozo de agua que le amenaza.

Joselu ha vuelto a ser el referente albiazul en el juego directo llevándose casi todos los duelos

El encuentro arrancó cumpliendo al detalle lo que dictaba el guion previo. Esto es, dos equipos mucho más preocupados de impedir los posibles avances del rival que de ejecutar los propios. El resultado, como no podía ser de otra manera, fue una sucesión continua de faltas por parte de albiazules y azulones que convirtieron el terreno de juego en un poblado campo de minas casi imposible de superar. Las combinaciones se convirtieron de inmediato en una especie en vías de extinción y los desplazamientos en largo fueron el único recurso válido para acercarse a las inmediaciones de los porteros.

El Glorioso, eso sí, consiguió entrar en el duelo sin acusar el inesperado susto que había recibido en el último momento. Porque durante el calentamiento previo al inicio del choque Víctor Laguardia sintió molestias en el aductor y se vio obligado a dejar su puesto en el once inicial a Tachi. Una baja sin duda muy significativa en la retaguardia que venía a sumarse a la de Lucas Pérez en la delantera. El gallego sufrió en el entrenamiento del sábado una fuerte contusión en su pie izquierdo que le impidió viajar siquiera a Getafe pero el club no informó de esta circunstancia hasta la mañana de ayer, una vez hecha pública ya la alineación inicial.

Este obligado cambio de planes no alteró al Alavés, que fue capaz de llevar a la práctica la teoría que tenía marcada. Con un trabajo incansable consiguió neutralizar casi por completo a su rival y ni siquiera el peligroso Cucurella desbordaba por la izquierda. De hecho, solo tuvo un susto hasta el descanso. Serio, eso sí. Porque Tachi salvó de cabeza sobre la línea de gol un remate de Mata tras un barullo en el área pequeña propiciado por un error de Pacheco al despejar un córner. Era el minuto 39 y poco antes Joselu no había acertado a aprovechar un buen centro de Martín al segundo palo.

Poco más dio de sí el segundo período. Ambos conjuntos se mantuvieron firmes en sus ideas y apenas aparecieron los desajustes. Uno por bando. En un envío largo de Pacheco que aprovechó Rioja para llegar hasta la línea de fondo y ceder atrás para la llegada de Martín por parte albiazul. El remate del vitoriano, sin embargo, se estrelló en el cuerpo de Cucurella. Por parte del Getafe fue Arambarri quien, completamente solo en el área pequeña, mandó fuera un cabezazo tras un saque de falta lateral. Todavía quedaban unos minutos pero tanto albiazules como azulones dieron por bueno el punto por el que tanto habían peleado. Y el miedo.

Tachi

Entró en el once inicial en el último momento por la lesión de Laguardia y respondió con nota. Mantuvo bajo control a los delanteros locales y salvó en la línea de gol su única ocasión.

Pacheco

En un encuentro en el que apenas tuvo que intervenir cometió varias imprecisiones en balones aéreos que pudieron costar caras y ayudaron al Getafe a crear peligro.

las claves

Bajas de última hora El Deportivo Alavés se quedó en el último momento sin poder contar con dos piezas llamadas a desarrollar un papel importante en sus esquemas como Laguardia y Lucas Pérez, en ambos casos por problemas físicos. El equipo no acusó este obligado cambio de planes y fue capaz de mantener el guion previsto.

Intensidad y concentración Para poder tener opciones de éxito ante el Getafe resulta imprescindible presentar como mínimo el mismo nivel de intensidad que el cuadro madrileño, algo que el Alavés consiguió.

Defensa consistente El equipo minimizó sus errores y completó un notable trabajo defensivo a nivel colectivo que impidió casi por completo a su rival crear peligro.

Se vio obligado a cambiar de planes en el último momento por las bajas de Laguardia y Lucas Pérez pero el intercambio de piezas no alteró su plan original. Logró el objetivo de que su equipo recuperara una solidez defensiva que se había convertido en una quimera últimamente. Mucho trabajo y máxima concentración para evitar errores y sumar un punto valioso. Muho camino aún por recorrer.

El equipo se presentó con las inesperadas bajas de última hora de Víctor Laguardia y Lucas Pérez por problemas físicos