- Cada vez que las cámaras de televisión enfocan el banquillo del Getafe antes y durante un partido, ahí emerge su silueta para una labor silenciosa pero imprescindible en el fútbol. Con el rictus de concentración que demanda la ocasión, el imprescindible pinganillo para mantener el contacto con el analista ubicado en la cabina del campo y tablet en mano, Javi Barbero no descuida jamás ningún detalle que redunde en la estabilidad del equipo milagro que viene rompiendo moldes en la liga española en los últimos tiempos.

Integrante del núcleo duro de José Bordalás, este vitoriano de 43 años sigue desarrollando una labor de éxito como experimentado entrenador de porteros y desde hace tres campañas constituye una pieza básica para que la engrasada maquinaria azulona haya desafiado las leyes de la lógica en un deporte que, en ocasiones, depara rebeliones conmovedoras como la protagonizada por el modesto cuadro afincado en el sur de Madrid.

La carrera de Barbero está íntimamente ligada a la de uno de los entrenadores de moda en España desde el inolvidable ascenso del Deportivo Alavés a Primera en la campaña 2015-16. Bordalás no inspiró a Josean Querejeta la confianza suficiente como para afrontar al curso siguiente el enorme reto de asentar al cuadro babazorro en la élite, pero de Vitoria no solo se llevó el cariño, la admiración y el reconocimiento de su entendida masa social sino también un colaborador fiel para comenzar en tierras madrileñas un particular cuento de hadas que parece no tener fin.

En la época más dorada del Getafe, no hace mucho en Segunda y que antes del parón por el coronavirus debía afrontar la eliminatoria de octavos de final de la Europa League ante el Inter tras dejar en la cuneta al Ajax y peleaba nuevamente por el caramelo de la glamurosa Champions ante presupuestos mucho más elevados, también ha puesto su granito de arena un gasteiztarra con nueve años de bagaje en el Glorioso.

“El secreto está en conseguir el equilibrio y la regularidad que mostramos en la competición. Y es clave para ello el grupo humano que tenemos. La base es el trabajo y el compromiso para desarrollar un modelo de juego que nos está trayendo éxitos desde hace tiempo”, analiza Barbero, que a lo largo de su dilatada trayectoria profesional se ha encargado de pulir e instruir a porteros de indudable prestigio en el panorama internacional como Unai Simón, Vicente Guaita, Sergio Herrera, Emiliano Martínez, Fernando Pacheco o en la actualidad David Soria y Leandro Chichizola.

Todas las alabanzas recaen lógicamente en la figura de un Bordalás al que la rumorología colocó el pasado verano incluso en banquillos de miras muy ambiciosas, como los del Valencia o Sevilla. Los secretos del alicantino, a juicio de Barbero, son incontables. “Es un técnico hecho a sí mismo a base de trabajo. Ha forjado una personalidad basada en la cultura del esfuerzo y contagia carácter competitivo y ganador a través la creencia en el grupo. Hace ver al jugador la necesidad de la mejora individual para ponerla al servicio del equipo. En lo personal es alguien accesible y cercano, muy centrado en su función, pero que no vive ajeno a la realidad social y se preocupa por ella. Posee un gran sentido del humor, quizá el contrapunto a la exigencia y seriedad con la desarrolla el trabajo”, destaca del hombre que reclamó sus servicios para el Getafe.

Tras una vida ligada casi por completo al fútbol -también fue en su día portero sin alcanzar el profesionalismo-, se ha labrado ya un indudable prestigio en una ingrata profesión donde la competencia resulta feroz y uno puede pasar del cielo al infierno en un santiamén en función de los caprichos de la pelota y el rumbo que marquen los resultados. Una trayectoria intachable fundamentada en su laboriosidad, el ansia por seguir formándose y su sabiduría a la hora de aleccionar a los guardametas, muchos de los cuales tan solo pueden progresar gracias a los consejos externos. “Muchas veces miro hacia atrás en el tiempo y lo veo como un premio al esfuerzo de tantos años. A la vez, hace que me auto exija más para poder seguir disfrutando estos momentos a futuro”, subraya Barbero, que ejerció como coordinador del fútbol base del Alavés y también cuenta con pasado en el Mirandés y la escuela del Athletic.

Bien gestionado desde la presidencia por Ángel Torres y sin la presión inherente a otros clubes más opulentos en el entorno madrileño, el Getafe se ha convertido en el espejo perfecto para muchos humildes a la hora de sobrepasar todos los techos imaginables. Pese a todo, su trayecto hacia la cúspide no está siendo un camino de rosas. Y es que habituales suelen ser las ácidas críticas -la mayoría infundadas- que se vierten sobre su presunto juego duro, las pérdidas de tiempo o la escasa vocación ofensiva del plantel de Bordalás, al que la plaza en la Liga de Campeones se le escurrió de las manos la pasada campaña en el último instante.

“Creo que esos ataques son cada vez menos. Nuestros resultados están ahí y argumentos como el que dicen que hacemos planteamientos defensivos se caen por sí solos observando nuestros datos de rendimiento. Somos el equipo que más juega en campo contrario (el 72,4% de nuestros pases son en campo rival), que ejerce la presión más alta, el octavo máximo goleador, el sexto de las cinco grandes ligas en goles a balón parado, etc… Estos datos no son de un conjunto defensivo. Si lo sumas a nuestro balance en ese aspecto, obtienes un equipo equilibrado en defensa y en ataque”, se defiende el gasteiztarra.

El dulce momento a nivel profesional contrasta con su soledad en Getafe en el plano personal, algo que se ha agudizado este ejercicio con la participación del conjunto azulón y el notable aumento tanto de la vorágine de partidos como del trajín en cuanto a desplazamientos. Barbero admite sin tapujos que “estar lejos de la familia es el mayor peaje y sin duda lo más duro” de esta “etapa profesional tan importante en mi carrera”. “Sin su esfuerzo y apoyo no podría estar viviendo esto”, puntualiza el vitoriano, que eso sí deja entrever su felicidad en el sur de Madrid. “Sobre el futuro nunca se sabe, pero en el Getafe estoy muy a gusto. Es un club en franco crecimiento, muy cercano con sus profesionales y en el cual me siento identificado”.

“Miro hacia atrás en el tiempo y lo veo como un premio al esfuerzo de tantos años”

“Estoy a gusto aquí; es un club en crecimiento, cercano con sus profesionales y con el cual me identifico”

“Estar lejos de la familia es el mayor peaje, sin su apoyo no podría estar viviendo este momento”

Entrenador de porteros del Getafe