El Deportivo Alavés se quedó ayer sin marcar por sexta vez en lo que va de temporada en un encuentro en el que contrajo claros deméritos para no festejar ni un solo gol, costumbre más que habitual para un equipo que no consigue muchas dianas pero que se ha habituado esta temporada a tener cierta regularidad de cara a las porterías rivales. Cuando ni siquiera en una ocasión se ponen a prueba los reflejos del portero que defiende la meta oponente, en este caso Manolo Reina, solo la fortuna de encontrarse un tanto en propia puerta -que, dicho sea de paso, a punto estuvo de darse en Son Moix- puede mover el electrónico. El Glorioso no disparó ni una sola vez entre los tres palos defendidos por el cancerbero del Mallorca, que vivió una matinal de lo más tranquilo. Y tampoco es que fuese más allá sus oportunidades claras, limitadas a un par de intentos de Oliver Burke en los primeros minutos del encuentro y una cabalgada de Lucas Pérez en el arranque del segundo acto que acabó desviando lo justo Valjent para impedir el disparo cómodo del coruñés. Al margen de esto, la inacción más absoluta, sin reacción ni cuando la derrota era una realidad en unos minutos finales en los que el conjunto de Asier Garitano no tuvo capacidad ni de atemorizar a un rival que solo zozobró durante los segundos en los que desde la sala de videoarbitraje se tardó en corroborar que la posición de fuera de juego de Edgar tras una falta peinada por Manu García invalidaba el posterior gol de Joselu. Justo castigo a un ataque completamente disipado que apenas fue capaz de generar peligro.
Con el regreso a la titularidad de Lucas Pérez, dispuso Garitano de inicio una de las alineaciones con más atacantes específicos en lo que va de curso. Doble referencia en punta, dos extremos muy marcados (Aleix Vidal y Burke) y la presencia en el centro del campo de un mediocentro como Víctor Camarasa, con tendencia a ir hacia arriba y ejercer de conector entre líneas. Una apuesta que dio como resultado un arranque de partido de gran nivel, con muchas recuperaciones en zona de compromiso y un par de internadas del escocés -la primera con un remate que se le fue desviado por poco y la segunda en una acción que casi acaba en gol en propia puerta de Lumor- de enorme peligro.
Tras esas situaciones de amenaza, el cuadro albiazul se redujo prácticamente a la nada durante una primera parte en la que solo encontró un resquicio que tapó en el último momento Valjent para evitar el remate de Joselu, de nuevo tras un desborde de Burke por la izquierda. La esperanza en el arranque del segundo acto tuvo a Lucas como protagonista, pero en esta ocasión la cabalgada del coruñés fue desbaratada, a medias entre un mal remate suyo y una nueva aparición determinante de Valjent para meter la punta de la bota y desviar su tiro.
Tras esa clara ocasión, la mejor del partido, el ataque alavesista se disipó por completo, perdiendo de nuevo la fuerza con la que había arrancado el segundo acto. Como los refrescos de mala calidad, un inicio burbujeante, como el de la primera parte, dio paso a una alarmante pérdida de gas.
No se había cumplido una hora de juego cuando Burke, el mejor hombre de campo, fue sacrificado para dar paso a Edgar, pero el tinerfeño tampoco halló la forma de hacer daño. A partir de ahí, las soluciones desde el banquillo nada hicieron para variar la tendencia descendente. El único argumento ofensivo que quedaba era un Borja Sainz que ni siquiera saltó al césped de Son Moix -Luis Rioja no viajó a Palma de Mallorca y la plantilla se ha quedado sin la figura del tercer delantero-, pues Garitano buscó el golpe de timón en un cambio táctico. Con Manu García y Martin se sumaron efectivos en el centro del campo, pero ni siquiera se fue capaz de amenazar a un Mallorca muy cómodo ante esta versión disipada del Alavés en su ataque.