Vitoria - El Deportivo Alavés que ha fue a tirones y parones de manera constante durante toda la primera vuelta ha iniciado la segunda con una seguridad en su andadura que le ha hecho crecer muchos enteros en confianza. Solo el varapalo sufrido en el último minuto ante el Villarreal oscurecía un panorama de bonanza de ese corredor otrora inseguro y que ahora transmite una seguridad tremenda en sus posibilidades. Así, ayer se irguió sobre los pedales para hacer una exhibición de fuerza, amenazando así romper el pelotón de cola de Primera División. Una amenaza de escapada definitiva al peligro del descenso sustentada en una brillante victoria ante el Eibar que supone un paso de gigante para mantener la categoría.

Dispuso Garitano un único cambio con respecto a la visita al Sevilla, la entrada de Vidal por Martin, pero la disposición del equipo sobre el césped varió por completo al virar el preparador guipuzcoano el dibujo hacia un novedoso 4-2-3-1, con Camarasa asumiendo el relevo del ayer reservado Lucas como apoyo por detrás de Joselu. Precisamente, la ausencia del futbolista que venía siendo el motor del ataque alavesista pesó mucho en la ofensiva de un equipo para el que el balón se convirtió en un elemento extraño durante toda la primera parte.

El Eibar controlaba la posesión de manera prácticamente continuada, ya que las recuperaciones locales desembocaban en una nueva pérdida de manera prácticamente inmediata. Los armeros disfrutaban del esférico es propiedad casi exclusiva, pero tampoco eso significaba absolutamente nada a la hora de la verdad, pues se mostraban incapaces de desbordar el sistema de contención dispuesto por los vitorianos.

Los intentos de salida alavesistas quedaban abortados a las primeras de cambio. La única amenaza durante muchos minutos en los que los despejes de cabeza superaron ampliamente a los golpeos con los pies, fueron los intentos de arrancada de un Burke que superaba claramente en velocidad a Arbilla, pero que contaba con una vigilancia especial por parte del resto de componentes de la zaga armera. Así hasta que los de Garitano descubrieron, ya cuando el primer acto tocaba a su fin, el socavón que en la banda izquierda eibarresa provocaba la ausencia de ayudas defensivas por parte de Orellana. Cuando Navarro se desplegó por ese costado apareció por primera vez la amenaza, corroborada con un duro disparo del lateral diestro que despejó como pudo Dmitrovic para echar el cierre a 45 minutos soporíferos hasta su esprint final.

Buscó Garitano la chispa de Lucas y no le pudo salir mejor la apuesta. La arrancada del Eibar fue dantesca con un error descomunal en la acción del saque desde el centro del campo. Una recuperación de Vidal, Burgos que no mide bien su salida y ese fallo lo aprovechó Joselu para salir a la carrera y ceder el pase de la muerte a su compañero preferido, que, aún con un remate defectuoso, fue capaz de superar a Dmitrovic cuando de la reanudación apenas se habían cumplido trece segundos de la reanudación.

Quedaron los de Mendilibar estupefactos por el tortazo recibido y El Glorioso tuvo la resolución del derbi en sus manos. Pero ahí apareció el meta serbio, primero ante Burke y luego ante Magallán, para mantener el duelo en una renta estrecha. A la tercera, ya en el ecuador del segundo acto, nada pudo hacer para detener a un Alavés desbocado. Una cabalgada de Vidal por la izquierda, un amago de Joselu para dejar correr el servicio del catalán aguardando la aparición de Burke en segunda oleada y el escocés machacaba el 2-0 en el minuto 66 en un contragolpe brillante.

El encuentro parecía resuelto y cada salida a la contra local amenazaba con ensanchar más el marcador, pero el ansia de muchos jugadores por llegar a zona de remate acabó creando un atasco que impidió concretar esas arrancadas. Todo lo contrario que un Eibar que sin hacer nada se encontró un gol de Orellana en su único remate de todo el partido, lo que condujo la resolución del derbi a un nerviosismo que el Alavés supo resolver sin apuros para consumar así su amenaza de escapada definitiva.

Regalo aprovechado El derbi se decidió en el arranque de la segunda parte, cuando el Alavés fue capaz de aprovechar un fallo gravísimo de Burgos a la hora de salir a un corte de balón. En trece segundos, el cuadro vitoriano abrió el marcador y se encontró a partir de ahí grandes espacios para hacer mucho daño.

De la comodidad al nerviosismo Tras el 1-0, el conjunto alavesista se encontró muy cómodo sobre el césped y acumuló muchas ocasiones claras, aunque solo fue capaz de aprovechar una de ellas por mediación de Burke. Un gol de Orellana en una acción aislada condujo al nerviosismo al final.