vitoria - Ser aficionado de un equipo como El Glorioso implica, inevitablemente, estar acostumbrado a sufrir y preparado para que el destino depare más momentos de preocupación que de calma. Un escenario que se ha repetido asiduamentne a lo largo de la casi centenaria historia de la entidad de Mendizorroza y que esta temporada ha vuelto a ponerse de manifiesto con toda su fuerza. Porque tras un curso, el pasado, en el que el equipo albiazul abandonó su hábitat habitual para disfrutar del confort de la zona alta de la clasificación y el coqueteo con las plazas europeas, en el actual ha regresado de lleno a su realidad.
Esa es, de entrada, la primera gran conclusión que se puede extraer de la trayectoria del plantel gasteiztarra cuando ya ha consumido la primera vuelta de la Liga. El empate ante el Betis del pasado domingo en Mendizorroza supuso el decimonoveno encuentro del torneo de la regularidad para los de Asier Garitano y, en consecuencia, el paso del encuador del ejercicio. Un periodo más que suficiente para poder llevar a cabo un balance del trabajo realizado hasta el momento. Una evaluación que no puede deparar una nota más allá del aprobado raspado. Con los veinte puntos que figuran en su casillero, la escuadra gasteiztarra ocupa la decimoquinta posición en la tabla clasificatoria. Una ubicación que cumple con el objetivo marcado de evitar el descenso a la categoría de plata -cuenta con cinco puntos de renta sobre la línea que determina la permanencia- pero que, al mismo tiempo, deja muchas dudas sobre la mesa. Porque más allá de que el balance sea por supuesto incomparable con los 32 puntos logrados el pasado curso que supusieron el récord histórico del club, la realidad es que el rendimiento del equipo desde que arrancó la campaña ha estado bajo sospecha. La seguridad defensiva que se había convertido en una de sus grandes señas de identidad y el principal sostén sobre el que costruir sus éxitos brilla ahora por su ausencia y Pacheco se ha acostumbrado a sacar varias veces el balón de su portería en cada encuentro. En la mayoría de los casos, como consecuencia de errores propios que evitan al rival tener que esforzarse para lograr el premio. Esos fallos han terminado pasando factura en la confianza de unos jugadores que cada vez se atreven a intentar menos cosas y que, en no pocos casos, se encuentran lejos de su mejor nivel. Por si fuera poco, el nuevo mensaje del técnico parece no terminar de calar en la plantilla y en demasiadas fases de los encuentros el equipo traslada la sensación de no saber muy bien a qué juega.
El paso de las jornadas, además, se ha encargado de demostrar que el fondo de armario albiazul es insuficiente. Al menos a juicio de Asier Garitano, que desde verano ha dejado claro que no cuenta con varios futbolistas a los que el club ha sido incapaz de encontrar una salida (casos por ejemplo de Dani Torres, Javi Muñoz o Guidetti) y que tampoco está encontrando la respuesta deseada en otros a los que sí está dando muchos minutos de juego. Por todo ello, el recién abierto mercado de invierno se antoja vital para el futuro del Glorioso.
Porque lo que parece evidente a estas alturas es que el conjunto vitoriano necesitará elevar sensiblemente sus prestaciones en la segunda vuelta si desea escapar de las complicaciones de la amenaza del descenso. Los rivales que ahora mismo marchan por detrás suyo en la tabla a buen seguro lo harán y si el Alavés no es capaz de mejorar su cosecha de puntos puede correr serio peligro. Al menos como consecuencia de su estrepitoso fracaso en Jaén y su temprana eliminación de la Copa dispone ahora de una semana sin competición para trabajar a fondo en su necesaria puesta a punto, mientras que todos sus rivales deben hacer frente a encuentros oficiales. Un tiempo muy valioso que no puede permitirse desaprovechar.