Vitoria - En el mundo del fútbol la llegada del 30 de junio supone que la temporada a nivel de clubes quede completamente finiquitada y, con el logro del ascenso de su filial a Segunda División B este domingo, se puede afirmar que el Deportivo Alavés se encuentra en uno de los mejores momentos de su historia. Tras la etapa más negra que le situó incluso al borde de la desaparición, la entidad del Paseo de Cervantes se ha regenerado en un espacio de tiempo mínimo hasta acercarse a las más altas cotas que en su ya casi centenario devenir había alcanzado. El 1 de junio de 2013 abandonaba el pozo de la categoría de bronce y poco más de seis años después el panorama del club ha cambiado de forma radical hasta alcanzar en estos momentos una situación idílica, solo comparable a la etapa dorada del Glorioso en el cambio de milenio. El reto ahora es conseguir solidificar esos cimientos que ya se han colocado y superar ese anterior periplo exitoso que acabó degenerando en un descenso hasta las mismísimas puertas del infierno.

En esa temporada 2012-13, el Alavés dio un volantazo que viró por completo su trayectoria anterior de fracasos y decepciones con el regreso a Segunda División, aunque para culminar la resurrección hubo que esperar un año más, cuando el 7 de junio de 2014 un gol de Guzmán Casaseca en el último minuto del último partido de la temporada en Jaén obraba el milagro de la permanencia en la categoría de plata. El asentamiento se había logrado y solo dos años después llegaba el ascenso, del todo inesperado, a Primera.

No pudo regresar el club vitoriano en un momento más adecuado a la élite del fútbol estatal. Justo cuando el maná millonario de los derechos televisivos se desparramaba sobre los veinte mejores equipos del país. Un factor clave para, después de años de apreturas económicas realizando una incansable labor de hormiga para abonar todas las deudas pendientes del concurso de acreedores guardando todos los años un remanente del presupuesto para los pagos, comenzar a pensar en objetivos más ambiciosos.

“Cuando llegamos, en el club no había ni balones”, afirma Josean Querejeta cuando se refiere a su desembarco en Mendizorroza hace ocho años. Telarañas en las arcas, un proyecto deportivo que se encontraba enfangado en la Segunda B y un respaldo social que se encontraba bajo mínimos. Nada que ver con el panorama actual.

Proyecto en crecimiento Este momento idílico lo encabeza el primer equipo, que está a punto de comenzar su cuarta campaña de consecutiva de andadura en Primera, a solo una de las cinco seguidas que suponen el tope histórico del club. Un periplo entre los mejores que, además del asentamiento con el único sufrimiento de la segunda campaña que al final se acabó salvando con holgura, comprende la presencia en la primera final de la Copa del Rey de la entidad y también haber rozado en el último curso la presencia en competiciones europeas, un logro que el recordado equipo de Mané consiguió en dos ocasiones, alcanzando en una de ellas el partido decisivo por el título de la Copa de la UEFA.

El crecimiento deportivo también ha venido acompañado de un importante refuerzo del club a nivel estructural, con el regreso de la profesionalización a los despachos. El equipo de trabajo que ha conformado Sergio Fernández al frente de la dirección deportiva ha ido ganando en grosor con el paso de los años. El músculo económico es tal que sobre la mesa está la ampliación de Mendizorroza -con un coste superior a los treinta millones de euros- o una nueva ciudad deportiva.

Una apuesta importante que también se ha reflejado en el fútbol base, con el premio final del regreso del filial a Segunda B tras trece temporadas de ausencia. Durante siete campañas consecutivas (de la 1999-00 a la 2005-06) permaneció el equipo nodriza albiazul en la tercera categoría, a la que ahora regresa con la intención de convertirse en plataforma de paso de Ibaia a Mendizorroza. El máximo exponente de esa idea es en estos momentos Martin Aguirregabiria, recién proclamado campeón de Europa sub’21, pero el plan del club es que su importante inversión en jóvenes talentos se traduzca en un futuro no muy lejano en rendimiento sobre el césped con el primer equipo o en forma de dinero a través de traspasos.

E inversión también ha requerido el proyecto femenino, que, tras una primera temporada de experiencia, se marcó el objetivo de acceder a la nueva Segunda División B y, tras asegurarse dicha meta, durante muchos meses estuvo soñando con la posibilidad de meterse en la máxima categoría estatal.

Gran apoyo Si en lo deportivo y en lo económico la situación en estos momentos es idílica cuando hace unos años era catatrófica, en los mismos término se puede hablar del sentimiento albiazul. Nunca antes, ni siquiera en esa etapa dorada de hace dos décadas, el club había contado con el respaldo social que tiene en estos momentos y que se ha convertido en un factor clave para entender ese crecimiento de las últimas campañas. Una tendencia a la que se espera dar contiuidad para mejorar los registros más destacados de la casi centenaria andadura de la entidad alavesista.