Vitoria - Si todo transcurre según lo previsto, Tomás Pina (Villarta de San Juán, Ciudad Real, 1987) regresará esta semana a una convocatoria oficial después de cinco jornadas alejado del césped debido a una inoportuna lesión muscular que se produjo en los días previos al debut del Alavés en Liga. Aquellos días de finales de agosto, el centrocampista sufrió el temido pinchazo en su muslo izquierdo y el diagnóstico confirmó la mala noticia: rotura de fibras de grado 1-2 en el bíceps femoral de su pierna izquierda, es decir, entre tres y cuatro semanas de baja.

Si ya de por sí su pretemporada había vuelto a estar marcada por la irregularidad después de un verano atípico -el segundo consecutivo- donde estuvo demasiado tiempo parado por el empeño de su club de origen, el Brujas belga, de no dejarle entrenarse junto a sus compañeros, el nuevo parón antes del debut ante el Barça volvía a ralentizar su puesta a punto. Otra vez una pretemporada tirada, casi, por la borda y de nuevo una puesta a punto desacompasada respecto a sus compañeros, que a estas alturas del campeonato aventajan al pivote ciudarealeño tanto en ritmo como en sensaciones sobre el césped.

Porque si el pasado año a estas alturas, cuando el Glorioso acumulaba nada menos que cinco derrotas en otras tantas jornadas (Leganés, Barça, Celta, Villarreal y Deportivo) y su puesta en escena se esperaba como agua de mayo para tratar de enmendar aquel estropicio, este curso el contexto es totalmente diferente. Acumula el equipo diez puntos en la tabla - es el mejor registro de su historia hasta la fecha-, descansa en zona de Champions y el parte de sensaciones futbolísticas es tan bueno que Abelardo apenas debe tocar nada cada semana. En consecuencia, a esa llamada segunda unidad de la que Pina formaría parte hasta el momento, solo le queda continuar trabajando en cada entrenamiento para complicarle la vida al técnico asturiano y aguardar una oportunidad. Que a tenor de lo visto en este primer tramo y especialmente en esa zona de influencia para el propio Pina como es el centro del campo, no será fácil.

wakaso y darko, al alza La razón más poderosa es que el doble pivote que están formando Wakaso y Brasanac no solo está cumpliendo las expectativas sino que incluso las ha superado en algunas fases de los últimos dos encuentros. El explosivo centrocampista africano parece haber sosegado su volcánico carácter y reducido sus revoluciones, porque en todos los minutos que lleva disputados no hay ni rastro del jugador que tanta inestabilidad generaba en el centro del campo. El serbio Brasanac, por su parte, parece llevar toda la vida actuando en esa demarcación, y eso que debutó con el Alavés hace quince días en Pucela.

Desde entonces, Abelardo parece haber caído rendido a sus pies y su equilibrio. Porque si hay algún rasgo que define a este centrocampista cedido del Betis es precisamente ése, el equilibrio. Virtud que acompaña con un sentido del orden exquisito, un tono físico envidiable que le permite abarcar mucho campo y un compromiso por el colectivo fuera de toda duda. Un obrero para Abelardo, en definitiva, tremendamente discreto pero necesario para sujetar las costuras de un centro del campo que el pasado curso, sobre todo en el primer tramo de la temporada, hizo aguas por doquier. La apuesta entonces de por Tomás Pina y Manu García como pivotes salvó en parte los muebles. Sin embargo como quiera que el fútbol carece de memoria, ambos asisten hoy al fenómeno albiazul desde la grada o el banquillo. Por si fuera poco, el colombiano Torres también aguarda su turno en la rampa de salida, con lo que la competencia este año se antoja extraordinaria. Bueno para el Alavés, malo para Pina.