Vitoria - Luis Zubeldía repite una y otra vez que desea que su equipo tenga el control de los partidos a través de la posesión, pero el ideario futbolístico del preparador de Santa Rosa no se materializa en realidad cuando su equipo salta al césped. Contra Leganés, Barcelona y Celta, el dominio del esférico -sobre todo en los dos últimos encuentros- correspondió a unos rivales que camparon a sus anchas por el verde e hicieron sufrir a un cuadro albiazul que no está preparado para desarrollar un estilo en el que el esférico corresponda al oponente. La clave de los males alavesistas se encuentra en el balón y, más concretamente, en su posesión. O el equipo pasa a asumir el mando del mismo o, por el contrario, el entrenador argentino opta por una idea futbolística diferente a la que ha intentado implantar, sin éxito, hasta ahora.

Las enormes dudas que El Glorioso destila vienen marcadas por sus malos resultados, pero, sobre todo, por esa imagen de equipo que no sabe a lo que juega. El partido contra el Celta, desde la elección de jugadores hasta el desarrollo sobre el césped, ha generado un poso tremendamente negativo. Zubeldía tiene clara la idea y la disposición de jugadores se corresponde a esa tendencia, pero en ningún momento se ha visto en el campo la plasmación de sus planes.

La plantilla ha ganado en calidad del centro del campo hacia adelante con jugadores de enorme talento, sobre todo en la zona de tres cuartos. Piezas llamadas al desborde y la combinación, a la conexión a través del pase y el juego asociativo. En la teoría, ya que en la realidad todo se ha quedado en papel mojado ante la inoperancia mostrada por las diferentes versiones del equipo que ha planteado el entrenador pampeño.

El proyecto albiazul cuenta con jugadores para amasar el esférico, pero ha demostrado que va a sufrir muchísimo cuando no tenga el manejo de la posesión. La versión anterior se caracterizaba por el esfuerzo y sacrificio de todas sus piezas en un combinado poderoso desde la vertiente física -los estudios señalaban que era el equipo que más kilómetros recorría por partido- y que trataba de asfixiar a los rivales con una fuerte presión y rápidas salidas. Un estilo que, por las características de los jugadores, no se puede aplicar ahora.

A los futbolistas actuales hay que exigirles un mayor compromiso y esfuerzo -la imagen de Vigo no se puede repetir-, pero también hay que entender dónde están las virtudes de cada uno. Y en la plantilla albiazul se han juntado una serie de elementos de contrastada calidad que necesitan el balón para poder expresarse. El problema ha venido por la falta de posesión, pero, además, también por la renuncia al juego combinativo cuando se ha disfrutado del esférico. Demasiado balón en largo, demasiada individualidad y nulo partido sacado a las virtudes que puede tener este grupo.

“Mejorar con el balón es uno de los puntos en los que tenemos que mejorar, pero mi experiencia es que en los equipos nuevos todo cambia tanto que al final es lo más difícil de conseguir. A nivel defensivo la gente tiene una base y una forma de trabajar parecida, pero a la hora de asociarse y combinar nos falta que todos nos acostumbremos al jugador que tenemos al lado, conocernos más y coger esos mecanismos que luego con el tiempo salen automáticos cuando se trabaja bien. Lo que tenemos que intentar es acomodarnos entre todos, conocernos y que nos podamos asociar entre todos los compañeros”, señalaba el jueves Tomás Pina.

Ante un equipo como el Villarreal que también gusta de someter a los rivales a través de la posesión, el ideario de Zubeldía con el balón como elemento clave volverá a pasar un duro examen mañana.