Vitoria - Hay un once que el alavesismo puede recitar ya de memoria y que ha funcionado a las mil maravillas esta temporada que había desaparecido en las últimas jornadas, en las que los resultados habían dado la espalda al equipo vitoriano. Decidió ayer Mauricio Pellegrino, en un momento de máxima necesidad anímica, que llegada era la hora de recuperar ese núcleo duro de confianza que tantas alegrías ha dado a Mendizorroza esta temporada. Con la única excepción del sancionado Feddal, que dejó su hueco a un Ely que en nada desmereció al marroquí, el preparador argentino apostó de nuevo por esas piezas que tan buen rendimiento le han dado y también por el estilo que ha caracterizado a este equipo en sus mejores momentos. Con esta decisión, El Glorioso regresó a su mejor versión en una primera parte en la que acabó borrando del césped del Paseo de Cervantes a un Villarreal acogotado por un cuadro albiazul que recuperó ayer sus mejores armas.

En su serie de tres derrotas consecutivas, el Alavés no había mostrado puntería alguna y tampoco es que hubiese buscado el remate con demasiada insistencia, sobre todo en un encuentro contra el Espanyol en el que ni siquiera fue capaz de disparar entre los tres palos. Como si no quisiera repetir esa imagen, ayer los albiazules se fueron con ímpetu a buscar la portería rival casi desde el pitido inicial.

Ibai recuperó su mejor versión como comandante de la ofensiva con sus constantes apariciones reclamando el balón, pero lo verdaderamente relevante fue la recuperación del juego por las bandas. Abrir, correr, centrar y buscar el remate. Un juego que a este equipo le ha funcionado de maravilla cuando lo ha ejecutado y que llevaba demasiado tiempo olvidado.

ely, un remate perfecto Con la tendencia de Ibai a buscar posiciones más centradas, Theo encontró pasillo abierto para correr y forzar varias faltas y situaciones de peligro. Eso sí, la resolutiva anoche fue la banda derecha, donde se recuperaba la sociedad formada por Femenía y Toquero. Recurría el Villarreal a los extremos para cerrar las vías de agua que se les abrían a los laterales, pero en el tramo final de la primera parte el Submarino Amarillo se hundía inexorablemente por el bombardeo de los vitorianos desde los flancos. Un centro de Toquero desde la diestra, un despeje de Mario a la frontal y por allí que apareció el certero cañón de Ibai para empalmar ese balón directamente a la red de Andrés Fernández. Mucho más limpia fue la jugada del segundo gol, tras una falta a favor y una combinación por ese costado diestro, Femenía puso el balón con precisión en la cabeza de un Ely que remató perfecto. Con las armas que mejor funcionan, regresó el gol.