Mondragón - Todas las mañanas una caravana de coches de lujo desembarca en Mondragón. Llegan desde Eibar, desde Donostia, desde Bilbao o desde diversas localidades cercanas, alguna de ellas alavesa. Entre los barrios de Gesalibar y Garagartza, justo al lado del hospital psiquiátrico San Juan de Dios, se encuentra Atxabalpe, donde el club armero ha erigido su base de operaciones. Ipurua descansa durante toda la semana para que su césped se conserve en buen estado de cara a los partidos y como en Eibar no hay espacio material para el desarrollo de nuevas instalaciones -antes el equipo se ejercitaba en un anexo al estadio, pero ha desaparecido por la ampliación del mismo-, hace un par de años el club puso en marcha su particular ciudad deportiva en la vecina Mondragón, localidad con la que suscribieron un acuerdo para cuatro años. De momento, cuenta ya con dos campos -la idea pasa por mejorar las instalaciones y también por encontrar una ubicación para que el fútbol base pueda trabajar en condiciones óptimas- e infraestructura técnica -vestuarios, zona médica, sala de recuperación...- que se dedican exclusivamente a un primer equipo que se ha convertido en una plantilla itinerante.
La niebla que cubre Álava se disipa al cruzar el túnel de Isuskitza, que marca la frontera con la vecina Gipuzkoa. La mañana en Mondragón es fresca, pero soleada. Y en el entrenamiento del Eibar reina la alegría. Risas y bromas se convierten en protagonistas en los rondos que marcan una primera parte de la sesión en la que José Luis Mendilibar observa desde la distancia, dejando hacer a sus asistentes. Entre los más cercanos, un amurrioarra como su ayudante, Iñaki Bea, y el doctor Alberto Fernández, asentado en Vitoria y durante años ligado al Baskonia hasta su marcha el pasado verano. Eso sí, cuando algo no le gusta lo hace saber claramente: “¡Vamos a movernos, que os veo paraditos!”.
Se quejaba el técnico de Zaldibar recientemente de la poca relevancia que tiene su equipo a nivel mediático, de que no ve muchas cámaras en Atxabalpe. No es de extrañar. Y eso que ayer debía ser día grande en este sentido: dos equipos de televisión, tres fotógrafos y un par de periodistas de los que cubren a diario al Alavés y que se desplazaron hasta el entrenamiento de los azulgranas, además de un puñado de aficionados que no llegaban ni a la decena. Solo con los componentes de su departamento de prensa, el propio club vitoriano ya mueve a más gente. Tras el calentamiento y una larga sesión de rondos, la parte más intensa del entrenamiento es la dedicada el juego en espacios reducidos. Ahí sale a relucir el carácter de Mendilibar. “Fuera de juego”, le reclaman a voz en grito. “¡Una puta mierda fuera de juego!”, salta, exigiendo intensidad y concentración.
Este Eibar tiene mucha pólvora y lo demuestra incluso en porterías de tamaño reducido. Enrich, Kike García, Adrián, Inui, Bebé, Nano... Los ataques se imponen claramente a las defensas y los goles se suceden. La parte final de la sesión supone un ensayo táctico. No esconde sus planes el vizcaíno, que prueba las aperturas a la bandas, los desdoblamientos de los laterales y los centros y remates. En la primera probatura, Adrián acompaña a Enrich en ataque, con Sergio León de extremo derecho y Capa de lateral por ese flanco, quedando el izquierdo para Luna. Exige Mendilibar rapidez en la ejecución, que se abran pasillos para que los laterales suban y que estos pongan centros de manera inmediata, sin necesidad de acercarse a la línea de fondo. Intensidad y velocidad de ejecución. Y goles. Muchos goles en Atxabalpe, base de operaciones armera.