El Deportivo Alavés reafirmó ayer su condición de dinamitador de las mayores fortalezas de Primera División. Un asaltadiligencias en toda regla capaz de abordar con aparente simpleza los campos más complicados del panorama estatal. El Villarreal se presentaba en la matinal de ayer como el mejor local de la categoría, pero El Glorioso hizo saltar por los aires esa condición con una exhibición primorosa en una primera parte en la que consiguió un 0-2 que bien pudo haber sido un marcador mucho más amplio que hubiese finiquitado el partido. La renta era buena, pero se hubo de sufrir la victoria al no aprovechar las ocasiones para rematar a la contra. Pero ahí apareció Fernando Pacheco para hundir la reacción del Submarino Amarillo con sus intervenciones y asegurar tres nuevos puntos que suponen una cuota de tranquilidad muy elevada, quedando por aprobar solo los exámenes en Mendizorroza. Y es que, a domicilio este equipo es sobresaliente.

Recurrió de nuevo Pellegrino al esquema 4-2-3-1 que se ha establecido como sistema de base en las últimas jornadas. Pobló el argentino de piernas el centro del campo para cerrar los pasillos interiores ante un rival que los aprovecha a la perfección. Y, exceptuando la presencia de Pantic para suplir las ausencias de Alexis y Laguardia, con los nombres que fueron más habituales en el arranque del curso, ya que Edgar e Ibai Gómez regresaron a las bandas tras muchas semanas -desde el partido contra el Granada- sin coincidir. Una vez más, los cambios radicales del técnico argentino, que tan pronto manda a un jugador a la grada como apenas una semana después le otorga la confianza de la titularidad. Y, en ese regreso a los orígenes, el equipo albiazul volvió a recordar a su mejor versión visitante.

La exhibición alavesista en la primera parte fue brutal. Bien pudo haber quedado resuelto el partido en 45 minutos en los que El Glorioso lo bordó. Atascó el juego del Submarino Amarillo con un excelso trabajo de presión y percutió con velocidad en las salidas al contragolpe. Una amenaza letal que sirvió para generar una catarata de claras ocasiones. Cada vez que los vitorianos se acercaban al área rival, había mucho más que peligro.

Apenas 8 minutos tardó el Alavés en abrir el marcador. Un centro de Edgar, muy insistente por su carril, lo cabeceó Deyverson al palo, pero Ibai Gómez estuvo muy hábil a la hora de cazar el rebote y sacar a pasear su magistral diestra.

Castillejo y el balón parado eran las únicas amenazas de un Villarreal que se topó en el ataque con Pacheco y que fue incapaz de frenar el torrente albiazul en sus salidas.

Tras un disparo de Theo al palo en acción de estrategia, Camarasa aprovechó a la perfección un grave error de Musacchio, que le regaló en gol al valenciano. Un 0-2 en apenas 18 minutos que hablaba bien a las claras de la diferencia sobre el césped entre los dos equipos y que bien se pudo haberse visto ampliado aún más al descanso si Ibai, constante amenaza en el balcón del área, no llega a toparse con Asenjo en sus machacones disparos.

Justo al regreso del descanso, de nuevo tuvo el bilbaíno la opción de poner el tercero en una nueva contra de manual a la que le falló la resolución. Fue la última andanada clara de los albiazules antes de que el Villarreal se hiciese definitivamente con el dominio. Pero ahí emergió imperturbable la figura de Pacheco, siempre con ese gesto en el rostro que transmite la calma más absoluta. Sus manos divinas conjuraron el peligro de los amarillos, insistentes por el centro antes de que Pellegrino decidiese cerrar esa vía con la entrada de Raúl García para recuperar la formación de tres centrales.

Tras superar un largo período de sufrimiento, al Villarreal se le agotaron las pilas. En cuanto el Alavés cogió el balón y lo movió con cierto criterio, el cuadro amarillo se diluyó definitivamente. Ya era solo cuestión de aguantar hasta que Undiano Mallenco decretase el final del encuentro en un desenlace pleno de placidez. La fortaleza de El Madrigal saltaba por los aires. Los cartuchos de dinamita de El Glorioso reventaron su resistencia.

Magistral. El mejor Alavés de la temporada se pudo ver en los primeros 45 minutos del partido de ayer en Villarreal. Sólido en defensa, con una presión muy agresiva y llegadas peligrosas y con muchos elementos. El cuadro albiazul logró dos goles que bien pudieron ser más en esa primera parte y después supo sufrir en los mejores minutos del equipo local para cerrar su portería y asegurar el triunfo.

El guardameta albiazul se sacó de la chistera una nueva actuación excepcional con un buen puñado de intervenciones de mucho mérito que evitaron el gol del Villarreal.

El mayor sufrimiento para el Alavés llegó en la segunda parte en una zona central en la que el marroquí y Pantic sufrieron antes de que entrase Raúl García a cerrar espacios.

0-1, minuto 8: Ibai Gómez. Cabezazo de Deyverson al palo y el bilbaíno caza el rebote con un derechazo cruzado inalcanzable para Asenjo.

0-2, minuto 18: Camarasa. Musacchio comete un grave error en un control y el valenciano saca partido de su presión para recuperar el balón y cruzarlo raso ante la salida de Asenjo.

Amonestó a Costa (minuto 12), Bruno (minuto 22), Torres (minuto 55), Feddal (minuto 56) y Pantic (minuto 66).

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