Vitoria - Era lo esperado, pero no por ello volvió a sentar realmente mal. Tragó quina el Deportivo Alavés el pasado sábado y le volvió a tocar sentir ayer esa misma sensación de injusticia que le viene acompañando desde el partido contra el Alcorcón. Y es que, como cabía prever, todavía quedaba por pagar la última factura de dicho duelo con el conjunto madrileño. Dos puntos perdidos, la baja de Rafa García durante dos meses por culpa de la fractura craneal que sufrió en un encontronazo con Verdés y, de remate, los cuatro partidos de suspensión que ayer le impuso el Comité de Competición a Marco Sangalli tras su expulsión ante los alfareros. Como cabía esperar, el recurso presentado por el club vitoriano con prueba videográfica adjunta de bien poco sirvió. Negar la evidencia a través de unas imágenes que la certifican resulta bastante complicado y no se atuvieron los integrantes del ente sancionador, Francisco Rubio Sánchez y Lucas Osorio Iturmendi, a otro tipo de atenuantes como la violencia con la que se empleó el rival, la provocación de Ángel Sánchez y su posterior simulación exagerando el impacto o el hecho de que el propio extremo donostiarra ya hubiera recibido algún que otro golpe sucio con anterioridad. El Código Disciplinario fue aplicado a rajatabla con la misma contundencia que le cayó encima la pasada campaña a Guzmán en una acción muy similar, así que Sangalli se perderá los cuatro próximos partidos y no podrá reaparecer hasta el partido de Copa contra el Espanyol, por lo que pasará todo el mes de noviembre en blanco, siendo la sanción más elevada que un jugador de la Liga Adelante ha recibido en todo el curso. Eso sí, el club seguirá la vía judicial interponiendo un nuevo recurso, esta vez ante el Comité de Apelación para tratar de reducir el castigo de cuatro partidos.

Vistas las imágenes, era evidente que para los responsables jurídicos del Alavés iba a resultar muy complicado encontrar un subterfugio sobre el que basar su recurso. El inefable Munuera Montero, responsable de todo el desaguisado por su complacencia con el juego violento, señaló en el acta que la expulsión se debió a “golpear con el puño en la cara de un adversario, no estando el balón en juego”. Las imágenes demuestran que no existió tal puñetazo, pero sí que se produjo un contacto de la mano de Sangalli con el rostro de Ángel, que se encargó de la interpretación teatral correspondiente para que el pequeño golpe pareciese una agresión.

“Tras el examen y consideración conjunta de las alegaciones formuladas y de la prueba aportada, este Comité entiende que no se deduce con evidencia la existencia de un error material manifiesto, único supuesto en el que procedería dejar sin efecto las consecuencias disciplinarias de la amonestación impuesta, en aplicación de los artículos 27 y 130 del Código Disciplinario vigente. En efecto, del visionado de las imágenes se observa con nitidez que el jugador Sangalli golpea en la cara del adversario y en modo alguno puede considerarse que concurra un error en la descripción de lo contenido en el acta. Asimismo, se observa que el golpeo se produce no estando el balón en juego. En consecuencia, se desestiman las alegaciones formuladas, se confirma la expulsión impuesta y, con ello, las consecuencias disciplinarias que se derivan de la misma”, señala el escrito de Competición en respuesta al recurso presentado por el Alavés.

Para la imposición del castigo de cuatro partidos, el Comité de Competición se ampara en el Artículo 98 del Código Disciplinario, el dedicado a las agresiones, que en su primer punto señala que “agredir a otro, sin causar lesión, ponderándose como factor determinante del elemento doloso, necesario en esta infracción, la circunstancia de que la acción tenga lugar estando el juego detenido o a distancia tal de donde el mismo se desarrolla que resulte imposible intervenir en un lance de aquél, se sancionará con suspensión de cuatro a doce partidos”. Por ausencia de antecedentes negativos, el castigo es el mínimo entre los recogidos en las agresiones, pero la sensación de indefensión en el Alavés era ayer total.

Con este panorama, y con la decisión de recurrir a Apelación para reducir el desaguisado, en la entidad del Paseo de Cervantes se rumiaba ayer la decepción. En un partido en el que se llevó golpes de todos los colores, el gran castigado fue Sangalli, que no podrá jugar ante Tenerife, Sporting, Betis y Numancia, además de una multa de 800 euros al club y de 2.912 euros al propio futbolista. Por su parte, el Alcorcón se llevó un punto y solo un partido de sanción a Djene por su expulsión, así como dos al ayudante de Bordalás que a efectos prácticos de nada sirven. Así, el que más pegó se fue sin apenas castigo.