Vitoria. El Deportivo Alavés vuelve a encontrarse con problemas a la hora de concretar una operación que se daba por segura pero que ayer no acabó por cerrarse por diferencias económicas entre los actores implicados en la negociación para la cesión del central del Celta Samuel Llorca. Y es que lo que a primera hora del día de ayer, adelantado por el periódico Faro de Vigo, parecía ya un hecho consumado, el préstamo del defensa alicantino hasta el 30 de junio no acabó de concretarse a lo largo de la jornada por los siempre recurrentes flecos económicos que ya han lastrado recientemente una operación similar con el Sporting en el caso de López Garai. La cuestión de siempre, ver quién y cómo asume la ficha del futbolista, un tira y afloja habitual en el que cada parte quiere asumir el menor gasto posible. El deseo de las tres partes implicadas es que el acuerdo se cierre satisfactoriamente, pero las diferencias en el plano monetario podrían llevar a que el proceso se alargase o, incluso, a que se desechase definitivamente.
Si el Alavés consigue hacerse finalmente con los servicios de Samuel Llorca, el equipo vitoriano se encontrará con un jugador que tiene el problema de venir de un año y medio prácticamente en blanco y sin ritmo competitivo. Después de haber destacado como uno de los mejores centrales de Segunda en las filas de Elche y Hércules, en el Celta, en Primera, no ha tenido siquiera la oportunidad de demostrar su valía. Y es que dos graves lesiones de rodilla casi consecutivas, con rotura de ligamentos en ambas articulaciones, le han impedido jugar en el conjunto celeste, donde, una vez recuperado, tampoco tiene espacio para conseguir la continuidad de minutos que precisa. Y es ahí donde se abre la puerta de El Glorioso, donde Samuel Llorca tendría muchos minutos de juego a las órdenes de un técnico como Juan Carlos Mandiá que le conoce a la perfección de su etapa en el Hércules.
Precisamente, la presencia de Mandiá en el banquillo vitoriano es una de las claves de la operación. No en vano, el actual preparador alavesista apostó fuerte en la campaña 2011-12 por el central alicantino, que anteriormente militaba en el Elche. El Hércules se hizo con los servicios de un defensa que fue indiscutible para el técnico de Alfoz a lo largo de todo el curso compartiendo eje de la zaga con otro jugador que actualmente milita en la disciplina albiazul como Pepe Mora. En aquella temporada el defensa alicantino fue indiscutible para Mandiá -40 partidos como titular- y su excelso rendimiento -aportó cinco goles por su potencia a balón parado merced a sus 187 centímetros- le abrió las puertas de Primera con su fichaje por el Celta.
Fue cambiar de camiseta y que la suerte se le torciera. Tras debutar en Balaídos en la novena jornada liguera del curso 2012-13, se tuvo que retirar en el duelo copero en Almería el 31 de octubre tras 46 minutos de juego. Una rotura en el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda le dejaba en el dique seco para toda la temporada. Una vez recuperado y ya en la pretemporada a las órdenes de Luis Enrique, en uno de los primeros entrenamientos del curso, concretamente en la sesión vespertina del 10 de julio, sufrió la rotura total del ligamento cruzado anterior y una pequeña rotura del menisco interno, en esta ocasión en la rodilla derecha. Otros seis meses de recuperación que se cumplieron a principios del presente mes, cuando se puso de nuevo a las órdenes de un entrenador que entiende que el jugador necesita unos minutos para recobrar su mejor nivel que no va a disponer en Vigo.
"Viene de roturas de cruzado en cada pierna y necesita unos meses de adaptación. Lo vemos entrenando, tiene una ilusión especial por ayudarnos, pero creo que sería muy exigente adelantar los pasos y los procedimientos. Necesita ritmo de competición y nosotros, en la situación en la que estamos, es difícil que podamos darle minutos", señalaba hace unos días Luis Enrique.
Es ahí cuando entra en escena un Alavés que, de la mano de Mandiá, conoce a la perfección al futbolista. Es evidente que, vista su trayectoria reciente y que no se encuentra en ritmo de competición, la apuesta es de riesgo. El historial de Samuel Llorca refleja que ha sido un gran central en Segunda cuando ha estado físicamente en condiciones, pero tras más de un año y medio parado y con dos graves operaciones de rodilla a sus espaldas, es de perogrullo que en estos momentos está lejos de ese estado de forma óptimo -físicamente se encuentra en buenas condiciones y ya lleva unas cuantas semanas entrenando- que precisa para comenzar a sumar en positivo desde ya mismo.
Busca el conjunto vitoriano en Samuel Llorca esa figura que aporte solidez y contundencia a una zaga en la que la estabilidad y la seguridad son dos factores desconocidos. En sus etapas en Elche y Hércules, el alicantino formó parte de ejes defensivos muy poderosos a los que él mismo contribuía con fortaleza en el corte y el juego aéreo, lo que le hizo figurar en las agendas de varios clubes importantes, tanto en España como en Europa. Fuerte, contundente en el corte y muy poderoso por arriba, es uno de esos centrales que no se arrugan y de los que no rehúyen el contacto. En el lado negativo de la balanza, más allá de la falta de ritmo, se encuentran sus problemas con la salida del balón, ya que no es ningún dechado de virtudes con el esférico en las botas y tampoco se trata de un central rápido.