Inicia una nueva etapa en Córdoba, que se ha convertido ya en su hogar después de jugar en el equipo de la ciudad y sentarse ahora en el banquillo como ayudante.

Vine aquí a jugar en Segunda B, conseguimos el ascenso, mi mujer también es de aquí... La verdad es que la siento como mi casa.

Colgó las botas hace tres años, se inició en los banquillos en el fútbol femenino, es segundo entrenador en Segunda... Todo muy rápido.

Acabé la temporada en Vitoria y no me salieron ofertas. Jugué un año en el Peñarroya, un equipo de Tercera de aquí, y no estaba nada bien. Me salió la posibilidad de entrenar al Espanyol femenino y lo vi con buenos ojos porque me apetecía mucho entrenar. Estuve dos años muy bien en Barcelona y en verano me salió la opción de ser el ayudante de Pablo Villa en el Córdoba y aquí estamos. No puedo quejarme de nada.

El fútbol femenino es un comienzo un tanto peculiar.

En cuanto acabas de jugar hay mucha gente que quiere seguir en el fútbol, pero hay muy pocas plazas. Me salió eso y me pareció una buena opción para coger experiencia. Entrenar a chicas es diferente, pero fue una buena experiencia, me sirvió para aprender muchísimo. El fútbol femenino tiene muy pocos medios, pero me vino muy bien.

En tres años ha recorrido un camino que a muchos les lleva décadas.

Me está viniendo todo rodado, pero a veces son casualidades. Hay mucha gente para muy pocas plazas y yo he tenido la suerte de que Pablo Villa hizo una buena temporada el año pasado en el filial, han confiado en él para el primer equipo este curso y él pensó en mí para ayudarle. Se han dado toda una serie de circunstancias para que yo esté aquí en estos momentos.

Hace tres años jugaba su último partido profesional y lo hacía como alavesista y en Mendizorroza.

Guardo un gran recuerdo a nivel personal de ese partido, aunque todos sabemos que el resultado no fue bueno y la derrota contra el Pontevedra nos dejó fuera del play off. Más allá del 0-1, fue un encuentro espectacular, con el campo lleno y la afición volcada. En Vitoria da gusto jugar.

Seguro que no pensaba que iba a ser su último partido profesional.

Ni mucho menos. Tenía 31 años y esa temporada había jugado bastante, pero al final no salió nada interesante y perdí la ilusión por jugar. Vine al Peñarroya, pero pasar de un nivel profesional a otro inferior es difícil porque pierdes motivación. Además ya estaba pensando más como entrenador que como jugador y la decisión fue fácil.

¿Se explica ese adiós precipitado?

Sí y no. Al principio me salieron cosas, pero preferí esperar porque no me convencían y luego no llegó nada interesante. Ya era la época en la que todo estaba cuesta abajo en lo económico y no merecía la pena salir de casa. No sale nada y se te hace duro. Pasan los días y ves que nadie pregunta. Creo que tomé la mejor decisión. Ya tenía ganas de empezar a entrenar y estoy muy contento de estar en el otro lado.

Menudo año en Vitoria para acabar. Duro, raro y con fracaso final.

Llegamos mucha gente nueva y nos costó adaptarnos al fútbol vasco. Teníamos un equipo para estar arriba, pero hasta la segunda vuelta no fueron mejor las cosas. Entonces fuimos más prácticos y sacamos mejores resultados, pero fue una pena el último partido. Nos bastaba el empate. Si nos llegamos a meter en play off hubiésemos dado guerra.

Aquel Alavés aspiraba a lo máximo, igual que el Córdoba actual.

Hay un proyecto ambicioso. El objetivo es estar arriba, aunque hay otros catorce equipos con la misma aspiración y es complicado. Se ha hecho un equipo con mucha gente nueva y la adaptación siempre cuesta al principio, pero estamos muy contentos. Se están asimilando rápido los conceptos, la gente que seguía del año pasado ha venido con muchas ganas y los resultados han sido muy buenos.

Mucha seriedad defensiva y a tratar de aprovechar las ocasiones.

Mantener la portería a cero es fundamental. En Segunda tienes la sensación de que no hay tantas ocasiones de gol como en otras categorías, donde los partidos pueden ser más abiertos. Queremos ser serios en defensa, conceder pocas ocasiones y tratar de aprovechar alguna. Es un guión que se les puede aplicar a muchos equipos en Segunda.

Y si encima acompaña un poco la suerte con un gol en el descuento y otro a balón parado... Seis de seis.

Jugando los dos mismos partidos podíamos haber empatado y estar ahora con dos puntos. El esfuerzo hubiese sido el mismo y en teoría deberíamos estar igual, pero está claro que no es lo mismo. Las dos victorias saben a gloria porque sufrimos muchísimo.

¿Qué le parece el Alavés?

Conozco a Natxo González de la etapa en el Sant Andreu y es muy trabajador. El Alavés es un equipo al que se le van a hacer muy pocos goles y arriba tiene gente muy buena. Es un equipo serio al que igual no le han acompañado los resultados en las dos primeras jornadas, pero en cuanto a juego ha estado bien. Va a ser un partido complicado y aquí la gente lo sabe porque les hemos transmitido a los jugadores que es un equipo al que va a ser difícil superar.