asier Salcedo lleva el escudo del Alavés tatuado bajo la piel, muy cerca del corazón. Vitoriano, formado en la cantera albiazul, vive estos días con nervios en el estómago. Habla, respira, come y duerme con la palabra ascenso grabada a fuego. No sólo piensa en el de su Alavés, equipo al que ha pertenecido durante las dos últimas temporadas y media y que tuvo que abandonar en el mercado invernal, sino también en el del Portugalete, donde encontró un hueco y ahora afronta otra eliminatoria frente al Alzira que le impedirá estar presente en Mendizorroza el sábado.
"Es una pena, pero jugamos el domingo allí y me lo voy a perder", asegura Salcedo, más hecho, más curtido pero tan alavesista como el joven talento zurdo que se estrenó con la elástica albiazul hace ya catorce años, a las órdenes de Mané. Ha llovido mucho desde entonces, desde los tiempos más gloriosos del Glorioso, y Asier, como los miles de aficionados que sueñan estos días con huir del pozo de Segunda B, apenas concede espacio al pesimismo. "Estoy convencido de que el Alavés va a subir. El resultado es muy bueno. Este equipo ha demostrado mucha madurez para saber hacer lo que tiene que hacer en cada momento. No tengo dudas", sentencia.
La experiencia ha moldeado su discurso, lo ha afinado. Pero su ilusión se mantiene intacta. A pesar de haber sido uno de los capitanes del equipo en los últimos tiempos, utiliza la tercera persona para hablar del combinado albiazul. Y aunque sana, le cuesta ocultar la "envidia" que le despierta lo que se va a vivir el sábado en el estadio del Paseo de Cervantes. "Mendizorroza se va a llenar. La afición está a muerte, muy enganchada con el equipo, y ya se ha visto que va a estar ahí. Es una gozada", asegura. "Estoy viviendo todo con mucha ilusión, porque este sí es el año que se va a lograr el ascenso, y con un poco de envidia sana. Tras haber estado dos años y medio persiguiendo ese objetivo, no poder estar con el resto de los compañeros da envidia. No se puede negar", concede con una sonrisa que no empaña del todo un poso de melancolía.
Reza el refrán que nadie es profeta en su tierra. Natxo González, gasteiztarra como Salcedo, como Manu García, tiene la oportunidad de ejercer como excepción a la regla. Asier no podrá, pero lejos de guardar algún tipo de rencor por su salida, como aficionado, casi forofo, asume las dificultades que existen hoy en día para que los jugadores de la casa se hagan hueco en los equipos importantes. No sólo en el Alavés, también en otros muchos. "A todo el mundo le gustaría que en el Alavés hubiera muchos jugadores de la tierra, pero se ve en todos lados, no es fácil. De todos modos, creo que se ha hecho una muy buena plantilla, para ascender, que es lo que importa", asevera.
Vitoria se ha teñido de blanco y azul en estas últimas semanas. El Alavés ha vuelto a enganchar a su afición, sobre todo a esa parte que reposaba latente aguardando a que el equipo le regalara unos estímulos que quizá otros cursos no llegaron. "Este año se le ha dado a la afición ese punto que quizá faltó otros años. La gente está muy ilusionada. Se ven banderas por los balcones, pañuelos albiazules, algo que no se vio por ejemplo el año de Tomé. No había ese ambiente de play off. La campaña ha sido muy buena y la eliminatoria contra el Barça ha enganchado mucho", reflexiona Salcedo, que tiene muy claro el secreto del éxito de este Alavés. A su juicio, la paciencia se ha convertido en aliada de excepción.
"Este Alavés nunca ha tenido prisa por ganar. Ha madurado los partidos y al final los ha matado siempre. Es una seña de identidad de este equipo", explica el jugador gasteiztarra, para quien el escenario jugará también su papel en el desenlace de la pelea por el ascenso. "En Mendizorroza los partidos se le hacen muy largos a los visitantes. Incluso en Jaén se vio también que el equipo acabó mucho más entero que el rival", añade.
El ritmo de venta de entradas invita a presagiar un lleno absoluto para el choque de vuelta ante el Jaén. ¿Puede suponer una mayor presión, un motivo de ansiedad, para los pupilos de Natxo González? ¿Asusta o incentiva? "Motiva. A mí me gustaría jugar siempre con veinte o treinta mil personas. Al equipo le va a motivar, seguro. La posibilidad de ascender en casa la habríamos firmado todos a principios de temporada", expone un Salcedo que sabe bien hasta qué punto pueden acusar los nervios o el exceso de responsabilidad los que han sido sus compañeros, los que aún son sus amigos. "Los nervios también los tendrán los jugadores del Jaén. Pero eso es para los momentos previos. En el momento en el que comienza el partido, se te olvidan y te centras en lo que tienes que hacer", expone Asier, que rechaza en parte los méritos que le pueden corresponder por el ascenso que no tiene ninguna duda que se consumará el sábado en Mendizorroza.
"Como aficionado, me sentiré parte del ascenso al cien por cien. Como jugador, diré que tengo tres ascensos y medio a Segunda División", bromea. "Me fastidia no ser parte al cien por cien, pero me quedo con que algo he dejado en el equipo". Entre otras cosas, ha dejado amigos. Se reúne casi todas las mañanas con sus compañeros. Como en el Portugalete entrena por las tardes, tiene tiempo después de dejar a su pequeña en el colegio. Al margen de futbolista, ejerce de padre responsable. "Es lo que toca", sonríe. Pero ese tiempo libre le permite compartir confidencias y regalar consejos de veterano en el seno de un vestuario que le trae recuerdos muy dulces. Asier, no en vano, formó parte de la plantilla albiazul que hizo historia hace ahora doce años en Dortmund. Aunque era un crío, un chaval recién salido del filial, gozó como integrante de un equipo que, además, era un grupo de amigos. Y esa unión, que puede resultar clave a la hora de alcanzar los objetivos fijados, también la detecta en el presente vestuario del Glorioso.
"Hay similitudes. Para ascender, o por lo menos en mi caso siempre que he ascendido, una clave ha sido siempre el vestuario. Más que compañeros éramos amigos, y este año se ha demostrado eso. Cuando acaba el entrenamiento cada uno no se va a su casa y hasta el día siguiente no se ven. Acaban de entrenar y por la tarde quedan, para dar una vuelta, para tomar algo o incluso para ir al Buesa Arena a ver al Baskonia. Una de las claves de este año, sin duda alguna, es también el vestuario. Más que compañeros son amigos", afirma.
No estará en el césped. Ni en el banquillo. Ni siquiera en la grada. Pero la película del ascenso del Glorioso la ha soñado una y otra vez. Y a pesar de que suele decirse que la gloria sabe mejor cuanto más se sufre para alcanzarla, Salcedo no tiene dudas cuando se le cuestiona cómo le gustaría que se desarrollara el choque del sábado. "Firmaría no sufrir", se apresura a responder, "que fueran 3-0 al descanso". "Eso de sufrir no me va. La cosa es subir. Y si se puede hacer sin sufrimiento, mejor. Aunque hay que tener claro que el Jaén es un buen equipo", advierte.
Como veterano, como voz autorizada de un vestuario en el que estará sin estar, se atreve a enviar un mensaje a los componentes del plantel albiazul. "Que sean ellos mimos, es el único consejo que se les puede dar. Siendo ellos mismos han llegado hasta donde han llegado, han sido primeros de grupo y han hecho una Copa del Rey espectacular. No tienen por qué cambiar nada. Se marcó un camino a comienzos de temporada y se ha cumplido a rajatabla. Que jueguen a lo que tienen que jugar porque creo que son mejor equipo que el Jaén", añade.
En todo caso, si algo fallara, siempre quedará el salvavidas de la grada. La afición, de la que se consideraba parte incluso cuando vestía de corto sobre el césped, debe resultar el elemento que marque la diferencia definitiva. "Esta afición siempre me deja sin palabras. Siempre ha estado con nosotros,en las buenas y en las no tan buenas. Es uno de los grandes patrimonios del Deportivo Alavés. Merecen que el equipo les dedique el ascenso, porque han sufrido mucho estos años en Segunda B", añade Salcedo, que ha sufrido como el que más, cuando ha formado parte del plantel o cuando ha tenido que buscarse la vida lejos de Vitoria, porque siempre ha llevado, muy cerca del corazón, tatuado el escudo del Alavés.