Jaén. Un ascenso se puede decidir por infinidad de detalles que parecen irrelevantes pero que sumados resultan trascendentales. No cuidar uno de ellos, una mala defensa en una jugada a balón parado, a punto ha estado de costarle al Deportivo Alavés una parte importante de sus opciones de subir a la primera. Pero otro, uno del que viene haciendo gala durante toda la temporada, es el que le otorga una pequeña ventaja, pero ventaja al fin y al cabo, para alcanzar su sueño. La capacidad física de un equipo que no ve mermar su nivel con el correr del reloj fue la que le permitió al Glorioso salir del infierno para rozar el cielo con los dedos. La resistencia física, las piernas y la fe fueron las que propiciaron un regreso que podía haber sido dramático.
Como era previsible, apostó de inicio Natxo González por la línea de tres centrales, repitiendo además la misma alineación con la que ganó en San Mamés. La idea albiazul desde el primer minuto fue clara, otorgando una máxima importancia a las coberturas y las ayudas defensivas y buscando casi siempre el desplazamiento en largo, habitualmente en diagonal, para pasar al ataque. La unión de las líneas, muy comprimidas para defender, propició que el Jaén apenas encontrase espacios para elaborar su fútbol de toque por el centro y sus acciones de mayor peligro llegaron con las internadas por las bandas de Isra Jerez y Machado.
Tras dejar claras sus intenciones en los primeros minutos, el correr del reloj dio paso a un Alavés que quiso tratar la pelota con mimo y se encontró con el problema de que no está acostumbrado a hacerlo con solvencia. Al igual que su oponente, los vitorianos comenzaron a hacer circular el balón por el centro del campo, aunque cometiendo algunas imprecisiones que provocaron las contras locales, bien solventadas por la seguridad de una defensa plagada de ayudas.
La idea era hacerle probar al equipo de Manolo Herrero su propia medicina, obligarle a desgastarse persiguiendo el balón. Poco a poco lo fueron consiguiendo unos alavesistas cada vez mejor plantados después de un par de sustos solventados con apuros por Javi Hernández y Luciano tras las internadas de Isra Jerez y Nando.
Fallo a balón parado El trabajo defensivo fue excepcional, pero en demasiadas ocasiones se permitió al Jaén llegar al borde del área por las bandas con ventaja. Si bien estas acciones fueron resueltas casi siempre de manera brillante por el trío de centrales, en un despeje a córner sacó partido el cuadro andaluz de una de sus grandes virtudes, las jugadas de estrategia. Todos en el Alavés sabían que era uno de los principales puntos fuertes del rival a la hora de conseguir sus goles, pero la ejecución en este caso dinamitó el sistema defensivo. Saque al primer palo de Isra Jerez y ruptura hacia esa posición partiendo desde el segundo palo de Servando, que conectó un cabezazo cruzado abajo imparable para Crespo.
Era el minuto 38 y el partido entraba en una nueva etapa. Se cerraba la primera parte con un par de jugadas a balón parado alavesistas que suponían el avance de lo que tenía que ser una obligada reacción ofensiva en la segunda parte después de un período inicial muy pobre en este apartado. Solo los balones en largo de los primeros cinco minutos permitieron a los albiazules acercarse al marco de Toni García y el único disparo, además desviado, quedaba reflejado en la planilla de Viguera.
No tardó Natxo González en mover ficha, dejando en el vestuario a Agustín tras el descanso y recuperando el 4-2-3-1 que ha sido habitual en este equipo con la entrada de Guzmán. Necesitaba chispa y desequilibrio en el uno contra uno después de una primera parte en la que las individualidades de los atacantes brillaron por su ausencia.
Le regaló el Jaén el balón al Alavés y el cuadro albiazul se encontró con su eterno problema de falta de creatividad. Esa incapacidad para armar el juego desde atrás supuso un peligroso ejercicio de jugar con fuego, ya que los locales amenazaban con aprovechar alguno de los muchos pases erráticos para montar un contragolpe que podía resultar mortal.
El tremendo poderío físico vitoriano se fue imponiendo con el paso de los minutos e, incluso, una decisión incorrecta del colegiado al sacar del área unas manos de Quesada le perjudicó en esos minutos en los que comenzaba a ahogar a un rival que ya había dado unos cuantos pasos atrás.
En ese hundimiento físico del Jaén hay que encontrar la explicación del resurgir de un Alavés que se hizo amo y señor en los minutos finales, pero que veía consumirse el tiempo sin ser capaz siquiera de rematar a puerta. Ya en el descuento, una internada de Guzmán, un derribo de Villa y un penalti marcado por Viguera certificaron un empate que sabe a victoria y que acerca al Glorioso a su sueño.
Goles: 1-0, minuto 38: Servando. Saque de esquina al primer palo de Isra Jerez y Servando gana la partida a la zaga rompiendo desde atrás para conectar un cabezazo cruzado a la base del palo izquierdo al que no llega Crespo. 1-1, minuto 92: Viguera, de penalti. Claro derribo de Villa a Guzmán en una internada por la derecha y Viguera marca desde los once metros de disparo raso ajustado al palo izquierdo.
Tarjetas: Melgares de Aguilar Fernández (colegio murciano). Expulsó por doble amarilla a Nino (minutos 54 y 80). Amonestó a Juanma Espinosa (m. 27), Manu García (m. 28), Isra Jerez (m. 50), Quesada (m. 65), Viguera (m. 65), Guzmán (m. 68), Luciano (minuto 78), Villa (m. 90+). Expulsó del banquillo al preparador físico del Jaén, Rafa Castillo, en el minuto 40.