Vitoria. El pasado domingo consiguió un mínimo balón de oxígeno pero la derrota copera del miércoles -con todas las repercusiones deportivas y económicas que acarrea- ha consumido todo su escaso crédito. No hay más prórroga. Luis de la Fuente se juega definitivamente su puesto al frente del Deportivo Alavés este fin de semana y lo hace en un escenario poco esperanzador para sus intereses. Con todo en contra. De esta manera, el preparador albiazul está obligado a vencer y convencer ante el Amorebieta para, al menos, tener alguna mínima esperanza de no engrosar de inmediato la ya nutrida lista del paro. Todo ello, en un contexto en el que los problemas se le acumulan sobre la mesa. Para comenzar, esta particular final se disputará en Mendizorroza. Lo que en teoría debería ser una ventaja se convierte en todo lo contrario teniendo en cuenta que la afición vitoriana ya mostró claramente su disconformidad con el técnico hace quince días, en su última comparecencia oficial en el Paseo de Cervantes. En resumen, el ambiente en la grada no será, presumiblemente, el ideal para afrontar un choque en el que la victoria convincente es el único resultado válido.

Por si esto fuera poco, El Glorioso se presenta en esta novena jornada mermado por el cansancio acumulado a lo largo de una semana en la que terminará disputando tres partidos y completando dos agotadores viajes en autobús a Segovia y Albacete. Es decir, que el depósito de la condición física estará muy próximo a la reserva mientras que su adversario se encontrará en plenitud tras haber dispuesto de siete días íntegros para preparar la contienda.

Por si fuera poco, resultará inevitable que en el ánimo y las piernas de los futbolistas albiazules pese la enorme decepción que ha supuesto caer eliminados en la Copa del Rey ante el Albacete quedándose a las puertas de recibir el premio gordo de medirse a un conjunto europeo en la siguiente ronda del torneo. Unido a la tensión que provoca ser conscientes de que se trata de noventa minutos vitales para el futuro de Luis de la Fuente al frente del vestuario, puede generar un clima de nerviosismo perfecto para que el rival saque partido de ello.

Teniendo en cuenta, además, que el adversario de turno es el Amorebieta -gran reveleación del campeonato en lo que va de temporada pese a su condición de recién ascendido y que el pasado fin de semana le endosó nada menos que cuatro goles al poderoso Real Unión-, el peligro de sufrir un nuevo tropiezo aumenta aún más.

En cualquier caso, el técnico riojano sabe que, ahora mismo, sacar adelante este compromiso ofreciendo además una imagen sensiblemente mejor a la de las últimas comparecencias es la única y última bala que le queda en la recámara para revertir la situación. Si es capaz de superar las dificultades y convertir este partido en un punto de inflexión para el equipo, podrá seguir luciendo el escudo albiazul.